La sangre de Spike Lee
Por JD Romero, @JD_Romero23
Corría el año 2006 y el hasta entonces extraño, interesante y particular director Spike Lee aceptaba un cheque mercenario para realizar Plan Oculto, una película de acción común con un reparto estelar digno del mejor blockbuster. En aquel momento los que eramos seguidores de la específica carrera de Lee (como el arriba firmante) nos asustamos un poco ¿quería decir ese cheque que la incendiaria, irregular pero fascinante carrera del neoyorkino iba a empezar a prostituirse? pasó el tiempo y vimos que no, el fan de los New York Knicks más conocido del mundo siguió con su casi obsesiva filmografía centrada en los afroamericanos, sus historias reales (en los documentales que dirige con maestría) y en la ficción. El problema fue que aunque Plan oculto fue una cinta notable (con los tics del director controlados y moderados) la filmografía de Spike Lee empezó a dejar de ser tan interesante como lo era hasta -al menos- La última noche, de apenas cuatro años antes que el taquillazo ya mencionado que contaba con Denzel Washington, Clive Owen, Jodie Foster y William Dafoe.
Lee no abrazó el cine comercial y palomitero y siguió su senda de hacer lo que le venía en gana, pero con una calidad irregular. De interesantes documentales como Kobe doin’ work, Bad 25 o Undisputed Truth pasaba a películas con algo de su encanto pero a las que seguía faltando algo. Al menos eso es lo que vimos en Red Hook Summer, una especie de vuelta a Haz lo que debas, Clockers y sus orígenes como director nacido en Brooklyn y perfecto conocedor del microcosmos, y en el remake de Old Boy, una cinta que no decepcionaba en exceso pero que acababa resultando innecesaria. Entre medio rodó el largometraje Miracle at. St Anna y los documentales Passing strange y If god is willing and da creek don’t rise, de críticas aceptables e impacto mundial nulo, aunque todo ello te lo contamos mejor en este nuestro artículo de no hace muchos meses: http://canitbeallsosimple.com/2015/03/23/red-hook-summer-nuestra-excusa-para-revisionar-la-filmografia-de-spike-lee/
La personalidad de Lee no dejaba de ser extraña, si bien nos sorprendió no dirigiendo más películas que podrían resultar impersonales por dinero y si es verdad que siguió en su camino de retratar a la sociedad norteamericana a los ojos de aquellos que poseen piel oscura si que acepta el capitalismo salvaje en muchas de sus vertientes, a menos como vehículo para llevar a cabo sus proyectos más personales. Si las Air Jordans son una constante en sus películas también vimos el product placement descarado con los Skittles (esos caramelos masticables que de un tiempo a esta parte están en todas partes en nuestro país) y últimamente con Apple, ya que tanto en Red Hook Summer como en Da sweet blood of Jesus -aunque más en la primera que en la segunda- los protagonistas de los filmes pasan extrañamente mucho tiempo con un iPad en las manos. Por lo tanto, y sin querer juzgarle, se puede decir que Lee acepta el dinero de quien sea si ello le lleva a poder llevar a cabo la película que le salga de las narices, con el riesgo que ello puede conllevar ya que parece ser un tipo con mucho talento al que hay que controlar. Y es que hace demasiado tiempo que Lee no da que hablar ni ve largas colas en los estrenos de sus películas, quizás y únicamente en el documental de Bad 25 pudimos ver cierto impacto y porque el nombre de Michael Jackson arrastra a suficiente gente por sí mismo.
En pleno 2015, Spike Lee se metía en faena y volvía a su imparable labor tras las cámaras para realizar un remake de Ganja & Hess, una película de cine independiente de principios de los setenta y prácticamente desconocida en nuestro país que narraba la historia del doctor Hess Green. El protagonista, un arqueólogo y coleccionista de todo tipo de artilugios históricos africanos es apuñalado con un antiguo cuchillo por su propio admirador y asistente para una de sus excavaciones. Cuando Green despierta, se da cuenta de que sus heridas mortales han sanado pero ahora tiene una terrible adicción por la sangre que le hará vivir con la búsqueda del rojizo flujo el resto de su vida. A Green no parece afectarle emocionalmente el hecho de ser una especie de vampiro de nuestro tiempo, pero no así para sus víctimas.
Antes de adentrarnos en la película hay que aclarar una cosa, a pesar de tratarse de un filme de seres adictos a la sangre no se trata de una película de vampiros. La película es más a grandes rasgos la fría vida de un reconocidísimo doctor de raza negra que -además- bebe sangre mientras somos espectadores de su ociosa vida en el campo y de su existencia de copas de vino, elegantes platos de comida y coches clásicos. La cinta es más bien una imagen crítica de un coleccionista y experto en arte africano completamente acomodado y que vive y viste como cualquier millonario de raza blanca, con la particularidad de su adicción a la sangre que lo hace ir -muy de vez en cuando- en busca de ese líquido. Lee retrata el vacío mundo de Green y su repentina nueva pareja como excusa para mostrarnos el día a día de una pareja de negros millonarios que han perdido su esencia a pesar de gastar fortunas en artilugios que muestran sus raíces.
Con una premisa interesante (vampiros afromericanos de la alta sociedad) la película se queda sólo en eso. Lee quiere mostrarse tan frío en el reflejo de la vida de Hess Green y su esposa Ganja que acaba por no transmitir nada y, por si fuese poco, parece no saber donde colocar la cámara y, a excepción de algunos elegantes planos sutiles de los asesinatos, se le ve perdido en una profesión de la que ha sido un referente. La música tampoco ayuda, música rap a un volumen considerable en un contexto donde no viene al caso o sonidos R&B positivos a todo trapo en escenas donde ocurren tragedias. Se puede decir que son los grandes tics de Lee (ya saben que a punto estuvo de arruinar Clockers por colocar música de Seal en diálogos de pandilleros en pleno ghetto de Brooklyn) pero ahora se tornan tan exagerados que se vuelven molestos e incoherentes, no sólo no apoyan las imágenes, sino que restan fuerza y nos sacan del filme.
Lee ha pasado a ser uno de los directores más interesantes del panorama americano a pasarse casi al cine independiente, lo cual no tiene por qué poseer connotaciones negativas, pero si el hecho de que parezca desaprender su propia profesión entregando ejercicios desangelados de cine con sólo puntuales momentos interesantes. Spike Lee nació a finales de los cincuenta, con lo que aun le quedan muchas películas por entregar, pero parece que en este punto de su carrera no sabe muy bien qué filmes rodar o como hacerlo. Red Hook summer resultaba un acercamiento menor a sus raíces que -al menos- suponía el tipo de film que sus fans querían ver en temática y contexto. A Da sweet blood of Jesus le falta gancho, le falta valentía, le falta pasión y le falta sangre, justo todas las características que hicieron mundialmente famoso el cine de Spike Lee. Sin duda desde Can it be all so simple le daremos una y otra oportunidad, pero ¿hasta cuando?