Peter Frankopan: las nuevas rutas de la seda y esto y lo otro
Por David Rodríguez, @davidjguru
Yo creía que hoy día eso de la geopolítica era un timo con el que Solana le sacaba los cuartos a niñatos pijazos recién salidos de estudiar politología (la carrera de periodismo del siglo XXI) así, con la excusa de colocarles unas estampitas en forma de diploma de estudios, pues me imaginaba que los sangraba y que a cambio les darían tres o cuatro historias muy trilladas mezclando la noticia, la profecía autocumplida y lo exótico, que eso suele fascinar algo más. Pero a veces dudo porque en realidad I WANT TO BELIEVE.
Para quienes no anden muy al tanto del asunto este de la geopolítica, yo les comparto aquí en CIBASS su blog amigo un par de cosas básicas e interesantes así para ponernos al día: esto de hacerse el analista internacional además de llenar tertulias de Ferreras pobladas de comentaristas Letizios de mirada tensa también da para entretenerse un rato con detalles curiosos.
Por un lado está la teoría del “corazón continental” de Mackinder en el siglo XIX – inicios del XX (y es que el tipo puede ser uno de los padres no oficiales del imperalismo): en el planeta hay una zona clave y quien la controla puede dominar el mundo. En particular el hombre pone la zona estratégica global en su modelo de “heartland”, de Crimea a Vladivostok pasando por la estepa. Allí decía el hombre que estaban los grandes recursos naturales del planeta y que ese es el gran tesoro por dominar.
Sí, un poco como el mito del Dorado que servía para motivar a un desdentado extremeño o andaluz a que se hiciese matar en la selva a cambio de nada, pero una versión más actualizada para soldaditos británicos. Aquella leyenda del Dorado bebía de la fantasía exótica por las nuevas Indias, pues esta igual pero del exotismo de Oriente.
Por otro lado y desde hace algunas décadas menos, tienen disponible el plan de los tres pivotes que Kissinger diseñó en la guerra fría para desgastar a la Unión Soviética: tres potencias (USA, China y URSS) y dos de ellas se combinaban entre sí para castigar a una tercera hasta reducirla. Esto se materializa bien en la imagen de la visita de Nixon a Mao en China en 1972 donde el pequeño cabrón estadounidense capaz de bombardear niños en Vietnam sonríe como una hiena: sabía el daño que la imagen causaría en la Unión Soviética.
Así entre Mackinder y Kissinger ya tienen ustedes disponibles los dos pequeños huevos para hacer tortillas pero un momento… ¿Cuántas creen que pueden seguir haciéndose y que no sepan del todo igual? ¡Así podremos pensar que estamos saboreando algo nuevo cada vez! y la respuesta bien podría ser: depende de las especias que escojas para enriquecer la misma mezcla de siempre. Total que cuando descubrí al autor este me dije “pues algo habrá avanzao este tema y traerá ya más cosas”. Bueno sí, pero tampoco mucho. Tampoco nos flipemos.
Imaginen que toman las fantasías orientales de los mismos intelectuales británicos que en el siglo XIX se flipaban viajando en burro por los destrozados pueblos famélicos de la Andalucía profunda, lo baten con las cosas de Mckinder y le ponen una pizca de Kissinger para preparar la base. Luego una capa de todos esos mitos sobre la perversa URSS y la recurrente amenaza china de la cultura occidental (el malvado Ming en Flash Gordon, etc) al hornear les quedará algo que jurarían haber probado antes: se llama propaganda política y además es de muy mala calidad. Muy obvia, muy poco elaborada.
El problema de Frankopan es que seguramente alucinado con las ventas de su primer trabajo sobre el mismo tema (The Silk Roads, a new history of the world, 2015) decidió seguir tirando del hilo y le ha quedado algo a medio camino entre el informe de inteligencia de poca calidad y un argumentario de esos en formato pdf que un partido de derechas como el PSOE les hace circular a sus cuadros para que sepan por dónde les sopla el viento y en que dirección tienen que colocar la brújula.
Frankopan, antiguo estudiante de Eton sabe que trabaja para el enemigo, no se esconde, no se avergüenza y además como sabe que sus pagadores son de pensamiento limitado lo hace más plano y ridículamente manejable. Y estén preparados para esto: es de suponer que en el ocaso del siglo de Pax Americana que ya decae (los cien años de poder hegemónico estadounidense sobre los pueblos) aparezcan de la nada sesudos analistas como este presentando preocupaciones diversas que no parecían interesar lo más mínimo cuando EEUU invadía países, desestabilizaba con “revoluciones de color”, armaba mercenarios y entrenaba sicarios. Lo de ahora sí que es preocupante, parecen decirnos. Pero el problema para ellos es que dentro del campo de los tres pivotes las asociaciones temporales son cambiantes, y USA no parece haber pensado demasiado en ello. Da igual cuanto arancel levanten ahora: para cada sanción impuesta a una potencia regional como Irán habrá mil propuestas de ayuda por parte de China.
Y no solo es eso: para cada impago, China ofrecerá (como ya ha ocurrido previamente) ajustes y la posibilidad de acordar planes de reestructuración de la deuda, atendiendo a las necesidades de cada país. Esto es algo reconocido levemente por el propio Frankopan en su trabajo, lo que hace de China un banquero infinitamente más comprensivo que los instrumentos anteriores diseñados por el capital estadounidense a nivel global y que permitieron que el área de América Latina y el Caribe no dejase de acumular deuda externa hasta hundirse (de 228.000 millones de dólares en 1980 hasta 442.000 millones de dólares en 1990, según Arantxa Tirado “El lawfare: golpes de estado en nombre de la ley“, Akal 2021). Quiebras, bancarrotas, inflación, ruina. Criminales tratados de libre comercio entre USA y México, deuda externa y chantaje internacional. Si necesitan contexto respecto a esta entente, les recomiendo “La maldita Trinidad: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización de Comercio” (Coord. Richard Peet, 2004).
Que más da que en términos generales sea algo mejor un mundo multipolar, o que las potencias (globales y regionales) no tengan vocación alguna de intervenir en asuntos propios de otros países, o que hayamos espantado mediante el negocio y los proyectos las amenazas militares: analistas occidentales como Frankopan vendrán en un tono de puro Gabilondo a decirnos: DEBERÍA PREOCUPARNOS. No parece que quieran desplegar tropas -en territorios extranjeros- pero por si acaso, elaboremos sospecha.
Como ejemplo del párrafo anterior para alucinar está el constante trabajo de cherrypicking realizado por el autor: se detiene a cada tanto solo para escoger testimonios e ideas que vayan apuntalando sus puntos de vista y sus discretas opiniones sobre lo perversa que es Rusia y lo amenazante que se ha vuelto China. Y si creen que estoy siendo exagerado piensen en este caso que me ha encantado especialmente: página 270:
“Según reciente artículo de portada aparecido en el periódico oficial del Ejército Popular de Liberación, el Ejército chino está sufriendo la ‘enfermedad de la paz’ después de tanto tiempo sin intervenir en ninguna guerra.“
Las nuevas rutas de la seda, Peter Frankopan, 2020
Nuestra suerte es que viene con cita (232), y al asomarse resulta que la tal cita 232 del capítulo cinco “Las rutas al futuro” no viene del nombrado “periódico oficial del Ejército Popular de Liberación”, no. Viene de Minnie Chan, una autora del South China morning post (un OkDiario con más presupuesto que está vetado en la China continental por inyectar propaganda tóxica) especializada en contenido alarmante sobre China y su ejército para consumo occidental… ¿Qué cachondeo es este? ¿Quién va comprar este informe cutre de inteligencia? pues por las líneas que dedica también a criticar levemente los errores de la administración Trump, seguramente los demócratas. El libro en sí parece un speech de Hillary Clinton estirado hasta la locura.
El tipo compra absolutamente todo, TODO, lo que la propaganda occidental (USA) viene elaborando desde hace unos años y lo incorpora a su relato de la manera más obvia y barata posible: Rusia manipulando elecciones en USA, Rusia detrás del Brexit, Rusia alterando las decisiones de su comunidad de vecinos, Rusia saltándose la cola en el horno cada mañana para dejarle sin su pan favorito. El mismo odio hacia la Unión Soviética culpable de todos los males del mundo (“que vienen los comunistas” decían) pero actualizado el mito a la Rusia actual.
¿Les ha parecido poco? pues figúrense la de gente que paga un pastizal por ver mezclado y remezclados una y otra vez estos dos huevos con los que no paran de hacer tortillas o piensen en las personas que han puesto algo de dinero (yo incluido) para tener este libro de Peter Frankopan en su mesita de noche y pensar que algo interesante contendría. Doscientas ochenta páginas para conocer el punto de vista del partido demócrata en USA.
No sé, yo la verdad que de la editorial que ha publicado cosas tan potentes la trilogía sobre la República de Ángel Viñas o el brutal trabajo sobre el secuestro y asesinato de Patrice Lumumba me esperaba otra cosa algo más seria, menos amarillista. Que esto parece un programa de Jordi Évole. Acudí a este libro por ver si la vieja mandanga del corazón continental y esto y lo otro había sido superada por alguna otra cosa o por cualquier otro modelo pero que va, es más de lo mismo: la vieja fantasía oriental propia del colonialismo inglés vuelta a poner en pie pero ahora apuntalada por los proyectos de obra pública y transportes que China va levantando por el mundo -el otro día se anunciaba que Argentina se incorporaría a la ruta de la Seda, miren ustedes que cerca del corazón continental-, así que no creo que el libro colme mucho sus ansias profundas de avanzados conocimientos geopolíticos, por decir algo.
Pero eso sí, algo bueno tiene: es infinitamente más barato que un postgrado impartido por Solana.