La balada de los Coen
Por Leo Galleguillos, @Simplectomorfo y JD Romero, @JD_Romero23
Aun siendo un cine relativamente accesible -con unas obras mucho más que otras a lo largo de sus carreras-, la filmografía de los Coen desata tantas pasiones como odios, o más que odios carencia de empatía hacia ciertas producciones que no acaban de llegar en su extensión a mucha gente. Desde ‘Sangre fácil’, ‘Arizona Baby’ o ‘Fargo’ a ‘Un tipo serio’ o ‘Valor de ley’, su cine es a ojos de muchos es la historia de personas con escasa cultura y capacidades intelectuales que se ven envueltos en algo que les sobrepasa, aunque si hacemos un análisis individualizado de su filmografía nos damos cuenta de que hay patrones que se repiten pero también hay muchisimo más, de ahí que no somos pocos los que disfrutamos revisionando gran parte de la obra de estos dos hermanos de Minnesota.
Entre el homenaje y la burla, entre lo físico y lo onírico (cuyo mayor ejemplo lo tenemos en esa obra maestra titulada ‘Barton Fink’), el cine de los hermanos Coen se mueve en una serie de líneas que van mucho más allá de lo que comúnmente se nos queda en la retina, y es que dirigen con un resultado casi hipnótico, poseen un detallismo escrupuloso y son grandes escritores de diálogos, entre muchas otras virtudes. Por esas razones, cada película de los Coen es esperada con ansia por muchos y por desidia por otros: muchos piensan que han contado la misma historia muchas veces mientras que otros sentimos que hay una serie de patrones relativamente fijos y que dentro de esa autoría nos ofrecen un cine personal, reflejo de una América obsesionada con ese sueño materialista pero enmarcada de muchos modos y formas.
Es posible que ‘La balada de Buster Scruggs’ sea la primera película distribuida por Netflix que abra el debate sobre los nuevos modelos de la industria del cine, y es que los hermanos Coen son los primeros grandes directores de la industria en estrenar una película distribuida únicamente a través de la plataforma. No serán los últimos por supuesto, Alfonso Cuarón llegará en breve con su galardonada ‘Roma’ y más tarde Martin Scorsese nos traerá su esperada ‘The Irishman’, cinta con la que vuelve a su temática más prolífica junto a su reparto predilecto que incluye a De Niro, Pacino, Pesci y Keitel. El debate sobre si este acercamiento en alza de los directores hacia las plataformas de streaming es positivo para la industria está en el aire, y no pocos se han aventurado a quejarse de que estas intromisiones acabarán alejando al séptimo arte del lugar donde teóricamente pertenece, que son las salas de cine. Directores como Quentin Tarantino o Christopher Nolan son algunos de los que se han pronunciado a este respecto como amantes del cine tradicional, llegando incluso a despreciar abiertamente las técnicas digitales que imperan hoy en día. Sin embargo no parece que sus quejas sean procedentes cuando ostentan tales posiciones de privilegio dentro de la industria hollywoodiense que cada vez en mayor medida opta por apuestas ganadoras o por directores de garantías en el sentido recaudatorio. El cine marginal, o de corte más artístico, como es esta propuesta de los hermanos Coen jamás llamaría la atención de los grandes productores en Hollywood y es muy probable que nunca hubiera visto la luz si Netflix no estuviera recogiendo estos proyectos que las majors desechan por su poco valor comercial. Estas apuestas con las que sin duda, gracias a su modelo de venta a granel, asumen un menor riesgo que el resto de productoras, nos han traído resultados con mayor o menor calidad, y el caso particular de ‘La balada de Buster Scruggs’ en un caso más acentuado que la mayoría de su filmografía dejará tanto amantes como detractores.
El proyecto nace a partir de que los hermanos Coen deciden desempolvar viejas historias cortas guardadas desde hace años. La propuesta fue llevada a la productora ‘Annapurna Televisión’, donde barajaron una serie de capítulos cortos, pero finalmente el gigante Netflix llegó para hacerse con la distribución y el proyecto acabó siendo lo que hemos podido ver: una antología western de seis capítulos sin relación alguna donde se recuperan los tópicos del western clásico -y retazos del spaghetti- aderezados con el humor negro y el absurdo más característico de los directores. El resultado es un ejercicio cinematográfico notable donde los hermanos Coen hacen gala de sus capacidades narrativas sobre una base a la que quizás estamos menos acostumbrados, aunque ya les vimos en este contexto en ‘Valor de ley’. Las dificultades para un proyecto como este son amplias cuando se quiere abarcar un gran público, estamos ante un formato poco habitual donde no se puede (o no se debe) llegar con las expectativas de la masa. La grandilocuencia o fascinación por otro tipo de historias de los Coen, donde reina el caos enraizados en situaciones más o menos cotidianas, y llenas de personajes extravagantes e involuntariamente humorísticos, difícilmente puede encontrar cabida aquí a causa de la brevedad de los relatos. La narración debe ser directa, comprensible a partir de la mínima información, y debe captar la atención del espectador sin que este empatice o conozca el fondo o los trasfondos de los personajes. En este aspecto creo que las historias consiguen su objetivo, algunas entretienen, otras intrigan y otras fascinan profundamente. Todo esto lo consiguen de formas diferentes según el relato, desde un apoyo absoluto en los diálogos, como en ‘Los restos mortales’, hasta la comunicación totalmente visual y de situación que vemos en ‘El mantenido’. Cada uno de ellos perfectamente sostenido por una factura técnica impecable (destacando la fotografía de Bruno Delbonnel) y un reparto que incluye actores de la talla Liam Neeson, James Franco, Tim Blake Nelson o el mismísimo Tom Waits.
Cada una de los microrrelatos funciona como un cortometraje extraído de un mosaico de la conquista del oeste donde las historias de héroes y villanos, los mártires y los romances han sido ya saqueadas por Hollywood, y lo que nos queda no es más la cotidianidad de los marginados, aquellas personas que a nadie más importan salvo a los hermanos Coen. Una amalgama ecléctica con nexos de unión como el dinero y la muerte.
La balada de Buster Scruggs
El film no podría arrancar mejor que con el relato que le da nombre. Nos situamos detrás de Buster Scruggs, un carismático forajido que canta por cualquier excusa y afronta la mezquindad habitual del oeste con un extraño optimismo que tardamos en comprender. Una historia que atrapa de primeras y cuyo final sirve de advertencia de que no deberías acomodarte ante lo que está por venir. Un personaje pagado de sí mismo que se mueve entre el humor absurdo marca de la casa y ciertas influencias del Spaghetti Western más arquetípico en un corto con mucha más acción y comedia suave que el resto y que puede dar lugar a errores sobre la tónica del resto de historias. Maravilloso.
Cerca de algodones
El libro de cuentos pasa una página y nos encontramos una situación extraña que acabaremos por entender. Podemos estar aquí ante la historia que menos poso podría dejarnos, sin embargo tiene el mérito de conseguir sujetar nuestra atención durante los casi quince minutos que dura. Seguimos en esta ocasión a un ladrón de bancos en una montaña rusa de suerte y desventura. Se trata de un relato que de alguna manera te mantiene en un estado en el que no sabes si termina de empezar, o si empieza a terminar. Una historia más árida, con unas localizaciones y diseño de producción maravillosas dentro de su simpleza y que de nuevo encarna esos dos temas: el dinero y la muerte.
El mantenido
Nueva página y nueva ilustración, esta vez sin extravagancias. Se trata de uno de los relatos más notables y posiblemente el más poético. La dura vida del empresario que ve decaer el espectáculo ambulante que ofrece y la extraña condición de su particular estrella interpretada por Harry Melling sin una sola palabra, pese a que lo escuchamos recitar. Puede ser el epítome de la eficacia narrativa, ya que con una iteración de sucesos y poco metraje consigue comunicar mejor que ninguno. Una historia dura y melancólica sobre la soledad y que de nuevo establece sus cimientos en el chiste de Pagliacci: aquellos que nos entretienen a menudo ocultan las mayores heridas.
El cañón de oro
Si llegado este punto la película ya te ha atrapado, esta historia se disfruta a pesar de la sencillez de gran parte de su narración. Tom Waits interpreta a un hombre muy mayor a la caza de oro en un paraje inhóspito cruzado por un rio culpable de la flora y la fauna que da belleza al lugar. Pese a su soledad, el carisma, el optimismo y la paciencia del abuelo te sobrecogen y sigues con interés su búsqueda, pero el destino no acaba de ser tan amable. La belleza del paisaje en contraste a la soledad y la dureza en la búsqueda de ese sueño americano aquí presente en cada relato.
La mujer desconcertada
Poco a poco las historias se van haciendo más extensas y la agilidad inicial se difumina. Es el turno de una historia de caravana de carretas donde un simpático perro (cuyo papel en la historia no terminas por entender) te mantiene alerta mientras suceden las relaciones en la carreta. Una historia que puede hacerse densa hasta su abrupto final que termina por justificar la paciencia requerida. Al contrario que en las páginas anteriores, los Coen hacen aquí gala de diálogos, con mayor o menor mérito a discreción del espectador. La construcción de la América que conocemos con sus éxodos en busca de un mejor porvenir y que desembocaría en esas macro ciudades de hoy: una historia sencilla con más trasfondo histórico que el resto.
Los restos mortales
Finalmente tenemos este último relato apoyado totalmente en diálogos, muy Tarantiniano pero sin llegar a hacer ese alarde de agudeza. Cinco viajantes en una carreta nocturna comparten experiencias en una conversación que intenta dibujar cada uno de los personajes. Dos de los pasajeros se llevan la parte de la intriga que luego será revelada, hasta cierto punto, ya que los Coen aprovechan esta historia y el final de su antología para dejar volar la imaginación del espectador. Esto puede saciar a muchos, pero a la vez dejar con hambre a los que buscaban algo distinto. Quizás una historia más pausada y experimental donde los directores demuestran su valía en todo tipo de historias y situaciones aunque a su vez puede parecernos un poco forzada. Aun así, contiene suficientes elementos de valor como para ser útil dentro del conjunto. Los Coen han vuelto adaptándose a las nuevas plataformas y desde luego no se puede decir que hayan perdido un ápice de magia.