Rockatansky tío ¿Qué te han hecho?
Por David Rodríguez, @davidjguru
A mi me daba igual el holocausto nuclear y toda esa historia de la civilización salvaje. A decir verdad como se trataba de Australia tampoco me aportaba demasiado. Todo aquello era desierto y ya me valía con eso. Esas carreteras perdidas, esos coches destrozados y en definitiva aquella película original tan costrosa. Eso era lo que más me importaba. Y al diablo lo demás.
Permíteme el flashback Max. Para mi tu saga original es un recuerdo más de los veranos en el pueblo. Rodeado de mis primos mayores y reunidos todos frente a una televisión con UHF nos sentábamos bajo el cielo del patio de la casa y nos poníamos a ver aquellas películas que pasaba el canal autonómico. Eran otros tiempos. Aquellos rambitos de provincias flipaban literalmente con esas movidas: cualquier cosa que tuviese un motor los atraía como un imán. Reparaban y tuneaban coches y motos con sus camisetas cortadas por las mangas y sus mullets mientras me dejaban mirar. Supongo que la misma atracción que sentía yo por cualquier cosa que tuviese palabras escritas la sentían ellos por la mecánica. Tal vez no me entendían, pero me respetaban.
Aquellos familiares fueron los que me enseñaron a ver tus pelis tío. A interpretar las cilidrandas, los arreglos, las velocidades y por supuesto la locura de aquel compresor Weiand que le metía al Interceptor unos trescientos caballos de potencia más. Yo a decir verdad no encontraba diferencia entre que la historia fuese un western a caballo o sobre vehículos de motor, pero tampoco entonces sabía que aquellos uniformes policiales eran terriblemente sadomasoquistas. Dulce inocencia.
Joder, es que revisitar la primera parte es una gozada: verte conducir por Anarchie Road, enloquecer hasta el final con la necesidad de venganza (aunque lo anunciaste – “me volveré loco y lo único que me diferenciará de ellos será la placa”- dijiste), perseguir a esa banda de motoristas desquiciados de sexualidad cruzada con un fuerte componente homosexual y por supuesto con ese jefe superior de la policía que parecía dispuesto a esperarte en el último cuarto oscuro del Rectum. Y todo destrozado, olvidado y cubierto de polvo. El jinete nocturno “Soy el jinete nocturno, soy un tanque de gasolina suicida” (buena promesa) o tu colega el ganso con el que mantienes diálogos que yo sabía de memoria:
-¿Estás herido?
-Tengo una herida que se curaría en el trópico
Eso sí que es leyenda. Una película hecha con 350 mil dólares de la época instalada en el recuerdo de muchos de nosotros. Ya de la segunda y tercera parte recuerdo poco, la verdad. La segunda como cine de aventuras y la tercera como frustrado blockbuster con Tina Turner. Meh. Bah. ¿Y sabes que Max? que George Miller ha vuelto a las andadas, pasando de cosas como Babe el cerdito valiente y regresando a los orígenes. Pero más desencadenado, más libre, más salvaje.
Joder, menuda pasada. Por fin una película de aventuras que nos trata como seres inteligentes: basta con unos segundos al inicio para describir lo que estamos a punto de empezar a ver y punto. Para el resto ya se sirve la película con su ritmo, sus persecuciones y sus momentos. No hay necesidad de detener en cada escena a los protagonistas para que tengan un diálogo obvio y barato que nos pueda ayudar a comprender lo que va a ocurrir. No necesitamos que nos den nada mascado porque no somos imbéciles. No es necesario verbalizar tal o cual detalle. No hay nada que explicar en modo oral, basta con ir interpretando los signos y símbolos que van danzando. ¿Qué no se dice nada sobre el pasado o los orígenes de Immortan Joe? Joder, mirad la cantidad de medallas militares que luce sobre su armadura e inferid de ahí que el tipo fue un militar antes del holocausto. Queda claro que el villano total de la película es un militar. ¿Qué otro supermalvado otorgaría musicalidad a sus tropas en avance? solo los militares saben que la música debe rodear un buen ataque y aquí la marcha imperial la llevan unos tíos tocando timbales y un psicótico que toca una guitarra-lanzallamas que anima el cotarro. Joder, este Immortan Joe es un coronel Kilgore pasado de rosca. Imaginad que el tipo al que le encantaba el olor del napalm por las mañanas sobrevive con su regimiento a un holocausto nuclear y ahí lo tenéis. Que parece ridículo que Miller tenga que venir a aclararlo cuando ya nos había tomado por gente inteligente que sabría llegar a conclusiones por nosotros mismos. Y para el que quiera más, ya llegará la secuela, y los cómics, y el universo expandido, y la serie de televisión, y las cartas Magic. Pero dejemos que la aventura, en su sentido más puro de acción, vuele sola. Sin más autojustificaciones.
Ritmo endiablado, concatenación de sucesivas relaciones acción-reacción en una pura única secuencia, eso parece ser esta película que ni es remake, ni es reboot, ni es continuación ni es nada. Es simplemente Miller con dinero suficiente como para quitarse la espinita de haber hecho el Mad Max que siempre quiso hacer y de la manera que le apetecía. Sin más. Y trabajando endiabladamente, con un storyboard cojunudo que hereda directamente del mundo del cómic. De hecho mientras disfrutaba de Fury Road en la sala de cine a solas (elegir horario extraño es lo mejor que tiene) veía yo mucho de cómic ahí: veía al Hans de Duchâteau, ví los futuros posibles imaginados por Moebius y muchas movidas más: no sé exactamente el porqué pero también ví “El Topo” de Jodorowsky; tal vez porque la película está libre de esos complejos aspectistas de Hollywood que hace que los pobres tengan que aparecer presentables. Aquí no. Estos no son los agraciados habitantes del Zion de los Wachowski. Aquí los habitantes de la ciudadela son lo que deben ser: desagradables y famélicos morlocks del desierto sin complejo alguno. Y hasta hay tullidos y mutilados deslizándose por el desierto con la ayuda de piezas de metal en las manos. Eso es muy “El Topo”. Joder, no sé si he alucinado demasiado con Fury Road (prometo no haber ingerido ningún psicotrópico antes de acceder a la sala) pero hasta Immortan Joe me recuerda al hechicero de “La Montaña Sagrada” en su fase de piel pintada y larga melena blanca. El tipo tiene un diseño cojonudo, digno de una buena saga de cómic. Y sus hermanos no menos que él. El tratamiento visual del señor de la gasolina es demasiado Vladimir Harkonnen; esta película tiene más de Dune que la sosa adaptación de David Lynch. Y además salen tuskens.
Humanos mutados, morlocks desnutridos, hijos enfermos, soldados fanáticos, decadencia y tiranía. Joder Miller que buen cocktail colega.
Esta película no está hecha para pasar inadvertida, eso seguro. Ya está Internet llena de críticas negativas (basadas en el despecho del poco respeto a la original seguramente), de análisis de detalles, de referencias y extrañas cábalas: que el Max de esta peli es la digievolución de aquel niño cochambroso que lanzaba el boomerang en la segunda parte (imposible porque a 45 años tras el holocausto el protagonista tendría que haber sido más viejo), que si la chaqueta es la misma, que si una de las frases que le tatuan es “Road Warrior” y mil movidas más. A mi el único guiño que me parece interesante es el hecho de que el actor que interpreta a Immortan Joe sea el mismo que interpretó a “Toecutter” hace más de 35 años en la película original. Eso mola.
Ah, y una última cosa Max. Te han convertido en una mujer. Pero no te apures, que le han dado tu nombre y tu coche a un secundario para mantener las referencias. Por lo visto el futuro pinta matriarcal.
Eso puede ser bueno.
Si. Es bueno.