Ninja Turtles, Fuera de las sombras: tener siete años de nuevo frente a la pantalla
Por Scott Burton
Quién iba a decirle a Kevin Eastman y Peter Lair cuando crearon las tortugas ninja en 1984 que su éxito iba a ser mundial, extendido a todos los formatos y con una duración de décadas. Para ellos, las tortugas ninja mutantes adolescentes eran una creación irónica acerca de la moda de los mutantes en el mundo del cómic (especialmente en Marvel), de modo que lo último que podían imaginarse es que fueran un completo éxito en el cómic underground, luego en el mainstream y más tarde se pasara a una serie de animación que haría historia (y que duraría desde 1987 hasta 1996), a un anime, a la serie “The next mutation”, a una segunda y tercera serie original, a una cuarta con Nickelodeon y a siete largometrajes. Con respecto a lo último, estoy seguro de que recuerdan las tres primeras películas (en las dos primeras los disfraces corrieron a cargo de Jim Henson, no así en la tercera por tratarse de un filme más violento) como del filme de animación “TMNT”, aunque el mejor largometraje de animación de los personajes de Eastman y Laird está fechado en 2009 y se llama Turtles Forever. Ni siquiera sé si esa pequeña obra de arte de la animación está traducida al castellano, pero de un modo u otro búsquenla y no se arrepentirán.
La Nueva York más mugrienta y callejera se une a los curiosos personajes creados por Eastman y Laird y sobre todo a los cientos de secundarios que tuvieron lugar durante la longeva primera serie de animación, que tuvo un rotundo éxito mundial. Hasbro se frotaba las manos fabricando figuras de acción que se vendían como churros y lo mismo ocurría con los cada vez más vehículos que las tortugas iban inventando para poder luchar contra Schredder, Krang y todos sus esbirros, y de camino llenar las arcas de la firma juguetera. La conexión entre cultura urbana, mutantes con diseños geniales (Genghis Frog y su camisa hawaiana el mejor de todos), la pizza, la galería de enemigos y secundarios, los vehículos y la personalidad tan definida de cada una de las tortugas convirtieron esta creación anecdótica en una de las mitologías más llamativas, longevas, fructíferas y exitosas del mundo del cómic, la animación y el cine con actores reales.
Pero en 2013 los fans de las tortugas más populares de la historia comenzamos a asustarnos. Cuando Michael Bay decidió producir la saga y empezaron a salir los rumores sobre un origen inventado, así como breves imágenes sobre concept art muchos nos echamos a temblar. Temíamos que su humor simplón -que nos causa vergüenza ajena- volviera a infectar y destrozar algo que amábamos desde la infancia y convertirlo en una basura bochornosa de la que quisiéramos tomar toda la distancia posible, tal como hizo con Transformers. Por suerte, pasó un año y el director Jonathan Liebesman estrenó “Ninja turtles” y todos respiramos aliviados; se respetaba el origen original (con ínfimos cambios) y la película olía y sabía a la serie de animación ochentera por todas partes: un poco de rap, un poco de pizza, los secundarios que debían aparecer -aunque April O’neil de momento fuera espectacularmente sexy- y acción desenfrenada en la que en cada momento sabíamos qué ocurría, a quien y como.
Y tras una primera parte que nos lo hizo pasar como si volviésemos a tener siete años llegaba el turno de la segunda. Dave Green, encargado de dirigir la interesantísima “Tierra a eco”, era fichado por Bay y sus socios para ponerse tras las cámaras en la segunda parte y ya sólo quedaba esperar. Pero también mereció la pena, mucha gente comentaba que es acción y humor excesivamente sencillos y no es así, son las bromas naturales que estos personajes (con los que nos hemos criado) tienen desde sus primeras aventuras en blanco y negro y en papel y están completamente alejadas de los sketches embarazosos de Bay tal como subrayábamos antes. Además, y eso se ve desde los primeros minutos, el filme tiene su estilo urbano y callejero (con apariciones de los knicks y Carmelo “Melo” Anthony incluídos) así como de toda el imaginario visual de la serie de dibujos que comenzó en la segunda mitad de los ochenta y que acabó por cautivarnos hasta el día de hoy.
Por si fuese poco con respetar el ambiente y la sensación de estar dentro de las aventuras de estos personajes, también se han ido añadiendo algunos de los secundarios más carismáticos y legendarios de aquella serie. Vemos como en esta ocasión aparece Casey Jones (uno de los ayudantes más recordados de los cuatro mutantes verdes), Krang (el jefazo de los villanos, en perfecto CGI e incluyendo su cuerpo-robot para desplazarse), Bebop y su cresta morada con una estética similar a la que recordábamos, Rocksteady (interpretado por Sheamus, el luchador de la WWE de físico similar al personaje) y el científico Baxter Stockman. Unos personajes añadidos que además de ser un extra de razones para disfrutar de la película nos sirven de prueba de que hay ganas de hacer las cosas bien en la saga, especialmente respetando el contenido original en el que se basa y con el que hemos crecido millones de personas (ya de distintas generaciones) de todo el mundo.
Además, se hace lo propio con los conocidos vehículos y armas de las tortugas ninja. De la furgoneta o tortugoneta -todo un acierto- que da tantísimo juego y se presentaba de modo genial al final de la anterior película al monopatín volador, también visto en la primera serie de animación. Las personalidades perfectamente dibujadas de cada personaje y el desarrollo de la historia nos dicen claramente que, si bien estamos ante un entretenimiento básico de verano, hay un amor por hacer las cosas razonablemente bien y que tanto los niños como los mayores que les acompañan van a pasar dos horas ante una mitología tan rica (a más de tres décadas de su creación) como viva.
El guión es sencillo pero nuevamente estamos ante un respeto a la naturaleza del cómic: líquidos mutógenos, una amenaza para la ciudad de Nueva York y el resto del mundo y la decisión de las tortugas de si deben ser fieles a sí mismas y a su naturaleza o a convertirse en lo que la sociedad quiere que sean para entenderlas y aceptarlas. Una historia asequible cuyas piezas encajan a la perfección y que incluso deja lugar a que los más pequeños tengan su momento de reflexión. Ninja Turtles fuera de las sombras es un entretenimiento fácil y digerible que se siente orgulloso de sus orígenes y que termina con una declaración de intenciones: sonando la canción original de la serie de dibujos animados. Un espectáculo afable, directo y con personalidad para que los más pequeños disfruten como lo que son y los mayores volvamos a sentir lo mismo que ellos.
Buen texto, un espectaculo tan sencillo como disfrutable.