Ash vs. Evil Dead: Terror, humor, nostalgia y… Bruce Campbell
Por José Viruete, @joseviruete
Puede que aquel remake de Posesión Infernal fuera una película estimable e hiciera más taquilla que la trilogía original junta, pero a la mayoría de los fans se la soplaba. El fandom de Evil Dead sólo quería una cosa: a Bruce Campbell soltando frasecitas, como quieren a un Harrison Ford de casi 70 años empuñando un blaster en un tráiler de Star Wars, o a un sesentón Michael J. Fox vestido de Marty McFly con parkinson. La nostalgia da buenos dividendos: “maricón el último”.
Pero ojo, que para millones de personas, para los fans más ruidosos y entregados, Ash no es la víctima de la primera, o el tipo corriente metido en un lío gordo de la segunda, sino el Ash chulo y torpón pero capaz de petarlo contra los deadites. Ese fue el primer contacto con los ‘Evil Dead’, y así, este el Ash que recuerdan quieren ver en Starz, y en definitiva, el que quiere ver el friki que va a consumir la serie. Y eso que en su día nadie quedó satisfecho con El ejército de las tinieblas. Tanto fans del film original como los responsables del film lamentaron la falta de terror y sangre, impuesta por la propia Universal, y la productora, apenas consiguió recuperar el dinero invertido. Pero este carácter más aventurero y la distribución de una major lo convirtió en un clásico del videoclub y en presencia habitual en las televisiones de todo el mundo, a horarios en los que ni se plantearían emitir las dos primeras y violentas entregas. Sam Raimi, Bruce Campbell y el showrunner han decidido que es lo que nos van a dar en Ash vs Evil Dead. Y por la reacción del fandom, parece ser que, esta vez sí, han dado en el clavo, y hasta se han quitado la espinita de hacerlo sin dar tregua en cuanto casquería se refiere.
En el primer episodio, el retrato de Ash es patético y hasta incómodo. 25 años en el mismo trabajo de mierda, viviendo en una caravana y aprovechándose de borrachas. Ash, como buena parte de sus fanspesaos, se ha quedado estancado en el tiempo, en una perpetua adolescencia en la que sus frases de chulito suenan tan trasnochadas como los casetes que lleva en el coche. Cuando los demonios kandarianos vuelvan a resurgir, su vida vuelve a complicarse… para bien. Puede que la humanidad esté en peligro, pero él al menos tiene un objetivo en la vida.
Pese a que por un lado de cosa verle haciendo lo mismo 30 años después, nos podemos dar con un canto en los dientes: la serie es muy divertida, y la mayor parte del tiempo, Campbell sigue dando el pego y está gracioso y carismático. Para colmo, tiene química con el resto del reparto, en especial con el secundario gracioso Pablo Simón Bolivar (Ray Santiago), un alivio cómico latino que le dora la píldora y que le mira con la admiración que le puede mirar un fan medio.
El piloto cumple la doble función de presentación (para los novatos), como de “fan service” brutal para los irredentos: le volvemos a tener vestido con su ropa de siempre, con escopeta y motosierra, peleando en el supermercado, enfrentándose a bichos chiquitillos, poniendo caras raras, y decapitando intereses románticos. El resultado es una especie de “greatest hits” del personaje y el director, un álbum de versiones con los mejores momentos de Ash, incluyendo aquellos que, por algún vericueto legal, no pueden referir directamente: irónicamente, el tercer film, es ignorado por completo por temas de derechos y esas cosas.
El canal Starz no ha puesto cortapisas alguna al gore que todos esperamos así que sí: tenemos sangre y tripas a punta pala, aunque las escenas de sexo sórdido, tan alejadas del resto del universo Evil Dead, demuestra que alguna concesión al canal sí se ha hecho. Por lo demás, es Campbell y Raimi autoversionéandose, y nosotros, contentos y aplaudiendo porque la banda suena fenomenal. Es como los conciertos actuales de Glenn Hughes de Deep Purple: estará mayor y son sus temas clásicos los que te hacen vibrar, pero el tío es tan bueno que te llega a emocionar. Y Raimi, cuando quiere, puede recordar aquella manera de rodar aguerrida y locuela. Lo hizo en Arrástrate: el tipo está fantástico y el autohomenaje en 45 minutos está entre lo mejor de la TV de esta temporada.
A partir de aquí, Raimi se retira de la dirección. Episodios posteriores, ahora sí, nos van a presentar nuevas situaciones y retos para Ash, tan memorables como la muy tensa escena de la cena con la madre de la protagonista femenina o todo el episodio dedicado a la invocación diabólica. Queda por ver hacia dónde va la trama de la policía, un personaje que parece incorporado para acallar twitteros puntillosos y si al final Lucy Lawless hace algo además de ir en coche y dar vueltas por ahí. La cosa va despacito, pero la opción de mantener los episodios en 30 minutos, la estructura de una serie cómica, es un acierto mayúsculo para concentrar gags y acción y olvidarse de los rellenos que asolan a otras series.
Puede que ‘Ash vs Evil Dead’ nazca fruto de la moda nostálgica, pero el resultado es tan divertido y satisfactorio que, esta vez sí, nos vamos a regodear un poquito. Las mejores pajas, de casado, ya saben.
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