Sesión quíntuple Grindhouse: películas de terror de los 80 de las que nunca te hablaron
Por Scott Burton
El cine de los ochenta está tan reivindicado que hablar de él o ensalzar sus virtudes de nuevo puede sonar redundante o demostrar una carente falta de originalidad, y lo dice alguien que está firmando una especie de artículo sobre películas de esa década. Desde Can it be all so simple hemos hablado en infinidad de ocasiones sobre películas de los ochenta pero intentando alejarnos de la moda de iconizar todo lo que sea de esa época (intentando ser objetivos en definitiva) y de distanciarnos de aquellos que cogen algo como el logo de Los Cazafantasmas (la biblia en esta casa) y lo banalizan llevándolo en camisetas o chapas para luego negarse a ir al cine porque vale seis euros o a comprar el blu ray de esa misma película de la que supuestamente tan orgullosos se sienten.
Podríamos decir que en este nuestro blog amamos cierto cine de los ochenta porque es la década en la que la mayoría de los redactores eramos niños (y más o menos hasta la mitad de los noventa) y por lo tanto fue el cine que más disfrutamos y nos hizo soñar, obviamente unido a una corriente creativa llena de ingenuidad que nos hizo felices en el cine y decidiéndonos entre caratula y caratula del videoclub. Lejos de elevar a las alturas todo el cine de esa época también hemos de reconocer que es el que más hemos consumido (cosas de nacer en el 82) tanto que hoy nos gustaría dejaros con una sesión de cine de películas que nos apasionaron en su flamante VHS y de las que casi nadie ha vuelto a hablar. Ese cine ochentero que no es Gremlins, Regreso al futuro ni Los Goonies y del que no veréis camisetas en FNAC. Recién salido de un ejercicio de memoria nos gustaría dejaros con cinco películas de terror de los 80 de las que probablemente no os van a hablar, una sesión ecléctica e interesante para la una tarde/noche sangrienta de verano más allá de icónicos logotipos. Rebobinen sus vídeos.
Solos en la oscuridad (Jack Sholder, 1982)
Empezamos la sesión con una película de una calidad innegable y con un reparto maravilloso: Jack Palance, Donald Pleasence, Elizabeth Ward, Martin Landau y Dwight Schultz (sí, Murdock de El equipo A). Con este hiper-carismático plantel de actores se nos presenta una especie de slasher en el que cuatro peligrosos presos se escapan de un centro en el que el Dan Potter (Scwultz) es el psiquiatra principal, sembrando el pánico en los alrededores y en la propia casa del doctor.
Película de culto pero prácticamente olvidada con una presión in crescendo rodada de manera sobresaliente. Cinta que se aleja del efectismo de otros slashers de la época y que construye sus personajes hilando tranquilamente hasta llegar al climax. Clima de tensión y agobio logrado para una película perfecta para empezar nuestra sesión de cine de terror olvidado o infravalorado. Nada de serie b, nada de curiosidades. Comenzamos con cine del bueno, aunque sea un título del que nunca te hablaron.
El carnaval de las tinieblas (Jack Clayton, 1983)
Cine de terror convincente Made in Disney con el director de El Gran Gatsby, como lo leen. El Carnaval de las tinieblas es una rareza (conocida por algo más de gente que nuestra anterior elección) que nos cuenta como a comienzos del siglo XX en un pequeño pueblo de Estados Unidos llega un misterioso y extraño circo. Más allá de la magia y diversión que prometen en sus carteles, dos valientes críos descubrirán lo que se esconde tras el supuesto espectáculo poniendo en riesgo sus vidas y las de sus familiares.
Basado en un relato de Ray Bradbury, la película tiene satanismo y momentos de terror bien logrados lo cual es sorprendente y especialmente llamativo porque al principio vemos el logo clásico de Disney en un producto que sin ser gore o excesivamente extremo se aleja bastante de lo que esperamos de una película de la casa. Los personajes son geniales, especialmente los niños que no están desarrollados como el estereotipo de este tipo de películas y que se acercan más a los infantes de las películas producidas por Lucas y Spielberg y que mediante un ritmo acompasado van acompañando al filme a lugares oscuros, siempre de la mano de una convincente fotografía y banda sonora.
El carnaval de las tinieblas es una rareza, una curiosidad que acabó con buen resultado en una productora con una guía de estilo que raramente se acerca a estos lares. Una elección acertada que se va construyendo progresivamente y que se apoya en dos niños que son una monería, un poco más light (y mucho más fantástica) que Solos en la oscuridad pero también más cercana a una fabula clásica de terror.
Yo compré una moto vampiro (Dirk Campbell, 1990)
Damos un poco de vidilla a nuestra larga sesión de cine desconocido de los ochenta con una película alejada de las dos anteriores. Divertidísima Serie B para una película que tiene tres grandes diferencias con el resto de los filmes escogidos en este artículo: la primera es que es oficialmente del año 90 (aunque rodada en el 89), la segunda es que es una película británica y no americana y la tercera es que es de bajo presupuesto aunque no por ello menos entretenida.
Con este surrealista título comienza esta no menos extravagante historia. Un jóven motero compra a un amigo una moto de segunda mano, lo que no sabe el inocente chico es que el espíritu de un ocultista vive en el vehículo, ya que este fue asesinado mientras invocaba a una especie de ente maligno. La película no es más que una bizarrada de humor básico pero realizada con encanto y con un ritmo que no decae. Lo mejor es el comienzo y el final, con un exorcismo clásico realizado a una motocicleta.
Una película realizada con el presupuesto justo para no parecer vergonzante y que se salva por estar realizada con mucho cariño y cierta habilidad. A pesar de lo grotesco de la idea no moverás los ojos de la pantalla durante los cien minutos de metraje y funciona como una especie de respiro pintoresco a nuestra sesión.
Leviathan, el demonio del abismo (George Pan Cosmatos, 1989)
Una película que debería ser mucho más conocida y reconocida teniendo en cuenta a su director (Rambo Acorralado 2, Cobra, La leyenda de Wyatt Earp) y en la que cuenta con un reparto de caras conocidas: Peter Weller, Richard Crenna, Amanda Pays, Ernie Hudson o Meg Foster en una película que funciona maravillosamente bien a todos los niveles.
Acompañados por la banda sonora de Jerry Goldsmith la película narra la historia de unos mineros submarinos al que se les cuela una especie de extraña criatura en la plataforma submarina en la que se encuentran trabajando. Una película que se preocupa en crear un ambiente óptimo, que desarrolla bien sus personajes y en la que todo encaja pero que no triunfó por ser una especie de mezcla entre Alien (1979) y La cosa (1982) que la gente no pareció entender.
Film completamente infravalorado pero que cuenta con cierto entusiasmo narrativo, una atmósfera más que lograda y unos actores de un carisma innegable. Puede que la película copie formulismos literales ya explotados pero su acabado es objetivamente bueno aunque no se trate de un filme muy original. Entretenida, efectiva e injustamente infravalorada película que desde Can it be all so simple os recomendamos sin ningún tipo de complejo.
El legado del diablo (Eric Weston, 1981)
Terminamos nuestra sesión de rarezas de la década de los ochenta con un tan interesante como olvidado filme que contiene todo lo que le podemos pedir a una buena película de terror. Con una puesta en escena fantástica y un desarrollo envidiable la película nos cuenta la desgraciada vida de Coopersmith, un marginado de la academia militar al que no le queda otra que aguantar dentro ya que es huérfano. Coopersmith juega mal al fútbol, no es agraciado físicamente y sus habilidades sociales son nulas, justo lo necesario para ser el objeto de burla de los básicos aspirantes a militares.
Lo que no se imaginarán los compañeros que hacen bully al orondo jóven es que cuando Coopersmith encuentre un extraño libro con un pentagrama en la portada todo cambiará para ellos y el odio se les volverá en contra. La venganza del jóven (interpretado por Clint Howard, hermano de Ron Howard) se tornará violenta y terrorífica.
El legado del diablo (Evilspeak en su título original) lo tenía todo para convertirse en un título atemporal y un clásico del cine de terror, pero acabó siendo injustamente olvidada. Una pequeña a joya a todos los niveles que el tiempo ha enterrado y que reivindicamos como colofón a nuestra sesión de cine de terror ochentero al que hay que quitar un poco el polvo. Terminamos nuestra sesión de recomendaciones con este climax triste, duro y sangriento y un ejercicio de cine sobresaliente del que no van a hablarte. Esperamos que hayas disfrutado tanto como nosotros.
[…] decir que he perdido miles de horas para tener sólo unas pocas de satisfacción. Del artículo de las cinco películas de terror de los ochenta de las que nunca te hablaron (poner link) visioné unas cuarenta películas durante un mes para acabar quedándome con sólo […]