Compton de Dr. Dre, nuestra opinión de unos de los discos más esperados de la historia
Por Francis Rivilla, @FRHdFcS y JD Romero, @JD_Romero23
Podemos decir sin temor a equivocarnos y simplemente mirando su discografía que Dr. Dre no es un artista muy prolífico. Solo dos álbumes en sus estanterías: The Chronic y 2001, dos álbumes que a día de hoy son considerados clásicos indispensables para los amantes del rap, eso obviando aquel experimento a base de colaboraciones que fue The Aftermath. Sus ansias por componer beats perfectos le ha hecho deshechar el que sería su tercer álbum Detox, disco que llevaba siendo anunciado desde que Godzilla era una lagartija que podías coger con la mano. De modo que cuando el bueno del doctor anunció que el 7 de Agosto tendríamos un nuevo álbum aprovechando el inminente estreno del biopic de NWA “Straight Outta Compton” el hype creado se elevó a niveles insospechados y la jugada era perfecta; se estrenaba la película que contaba su vida (y la de sus compañeros de grupo) mientras renombraba su esperadísimo disco con el nombre de un barrio que multiplicaría sus búsquedas por mil en google al coincidir con el del filme. Todo esto cuando aun estamos en la resaca de la venta de sus cascos Beats a Apple por una cantidad indecente de millones de dólares.
Andre Romelle Young aka Dr Dre (Compton, 1965) comenzó en esto de la música a mediados de los 80 en la formación de electro-hop World Class Wreckin’ Cru produciendo y manejando los platos. Poco más tarde, conocería a Ice Cube y Eazy E con los que formaría N.W.A. junto a MC Ren, DJ Yella y Arabian Prince (podéis leer nuestra reseña sobre N.W.A. aquí ). El bromance duró cinco años y acabó como tenía que acabar: Dre funda su propio sello Death Row Records junto al mafioso de segunda Suge Knight, discográfica donde grabaría su primera referencia en solitario que se convertiría en todo un clásico de la historia del hip hop: The Chronic (1992). Tras un período en el que lanzó musicalmente (produciendoles) a Snoop Dogg, Tha Dogg Pound y, aunque con menos influencia, 2Pac, Dre deja Death Row y se alía con Jimmy Iovine e Interscope Records para formar Aftermath Records. Poco después sacaría su recopilatorio Dr Dre presents The Aftermath y, tras lanzarle un álbum a Eminem, llegó el turno de su 2001 en el año 1999. Desde entonces Dre se ha prodigado cada vez menos con sus tan reconocidas producciones y cada vez más en otros ámbitos empresariales. Detox, su esperado tercer álbum, nunca vió la luz tras más de diez años de trabajo y un par de singles del mismo.
Por suerte para los seguidores del angelino, a comienzos del mes de Agosto conocimos de primera mano cómo sonaba el Dr Dre del nuevo siglo: beats muy en la línea de lo que escucháramos en el álbum de Kendrick Lamar, con unas líneas de bajo supermarcadas y un toque de funk electronico al uso que hace que el álbum sea muy fácil de escuchar a pesar de su complejidad en la producción. Para darle algo de más dinamismo a las producciones ha contado con Focus, DJ Khalil (no confundir con mi Pokemon favorito, DJ Khaled), Bink, Dem Jointz, Cardiak o el mismísimo DJ Premier como co-productores puntuales. En cuanto a rapeos, Dre suena muy distinto a lo que nos tiene acostumbrado (¿por influencia quizá de alguno de sus ghostwriters o escritores en la sombra?); este álbum puede presumir de una combinación de MCs de renombre (Ice Cube, Snoop Dogg, Xzibit, Game o el propio Kendrick Lamar por nombrar algunos) y sangre nueva (como los no tan desconocidos King Mez, BJ The Chicago Kid o Anderson Paak) a la hora de colaborar con el doctor Young en el micro.
El sonido de Compton está en la linea gigantista y casi sobreproducida de 2001 pero funciona como una evolución lógica de ese mismo sonido. Sonidos limpios donde se sigue intuyendo la linea musical west coast de un modo mucho más complejo y trabajado en un álbum donde cada canción debe tener un número de pistas que debe asustar a cualquier ingeniero de sonido. En la portada vemos una imagen muy de barrio -muy diferente de la linea que intuíamos en Detox- en un disco que es pura tecnología o, mejor dicho, tecnología y medios al servicio del barrio para un artista que hace mucho es multimillonario y cuya figura no para de reivindicarse entre negocios, producciones musicales, la película Straight Outta Compton y su recién estrenado álbum tras más de quince años de espera.
Este penúltimo esfuerzo de Dr. Dre es posiblemente su álbum más flojo pese a tratarse de un álbum notable. Tanto The Chronic como 2001 son clásicos que perdurarán en el tiempo. No estamos diciendo, sin embargo, que nos encontremos ante un mal larga duración: al contrario, es un gran álbum repleto de temas con un sonido increíble que, por desgracia, no llega al nivel creativo que tuvieron sus elepés de la década de los noventa. Compton saciará con creces a sus fans y a una industria donde los artistas aparecen y desaparecen y en la que no sabemos quien será el próximo que sobrepase los cincuenta años de edad aun estando en el candelero del rap. Compton será uno de los álbumes más escuchados este año 2015 (y probablemente de 2016) y el tiempo dirá si dentro de una década o dos podrá asemejarse al impacto causado por sus dos anteriores trabajos, cosa que se nos antoja complicada. Aun así, es más que subrayable destacar como uno de los artistas Hip Hop de los que más se habla en pleno 2015 no tiene ni veinticino ni treinta años y su música parece más revolucionaria y arriesgada (pese a respetar los cánones básicos del hip hop) que la mayoría de discos de los mc’s a los que dobla la edad. Bienvenidos al Compton de Dr Dre, el lugar donde los discos se preparan durante quince años y donde el diablo sabe más por viejo que por diablo.