Por qué mi gato se llama Barney Stinson

Por Juan Antonio Fernández, @juantoniofer

OJO: Este artículo contiene SPOILER sobre el final de la serie. Si no lo has visto y la quieres ver (o continuar), debes saber que daremos claves sobre el final de la serie.

Dentro de poco más de un mes hará el primer año que nos dejó la ya mítica serieCómo conocí a vuestra madre”, una de las series más queridas y odiadas, una serie que gustó, gusta y gustará al público en general, una serie que ahora tiene dos grandes losas: ser la eterna “secuela” de Friends (sin nunca llegar a pretender serlo) y su agridulce final. Un final que ya nos encargaremos de desvelar, comentar y analizar. Para este post, le he dado muchas vueltas a la cabeza sobre cómo hacerlo, cómo llegar al lector y cómo podría ser capaz de no quedarme en un análisis más o menos profundo de la serie en sí. Para ello, he decidido realizar un análisis sentimental de la serie, porque más allá de un final de dos capítulos que le dieron la vuelta a algo que se ha cocinado durante nueve años, ha sido precisamente esa cocción la que nos ha hecho disfrutar, reír, llorar y, por qué no decirlo, pensar.

CIBASS Como conocí a vuestra madre

Como conocí a vuestra madre

Cómo conocí a vuestra madre” a priori ha sido una serie de comedia, donde Ted Mosby le cuenta una historia en el año 2030 a sus hijos. Esa historia no era otra que cómo conoció a su madre. Aquí durante ocho temporadas, aparecen en esta historia las anécdotas, aventuras y desventuras de un grupo de cinco amigos: Marshall, Lily, Barney, Robin y el propio Ted. Durante todo este tiempo, la serie crea todo un envoltorio entre los protagonistas y el espectador mágico. De hecho, los propios espectadores podían entrar en webs reales creadas para capítulos concretos de programas, allí podríamos ver material inédito, fotografías del viaje de novios de Lily y Marshall o, incluso una subasta de ropa real donde, posteriormente, se llegaría a donar sus beneficios. Toda esta parafernalia es bastante interesante, porque no sólo ves a un grupo de amigos que se divierten sino que formas parte de él.
Además, hay que echarle otro ingrediente extra: las propias situaciones en sí. Los personajes de esta serie, han dicho, han comentado, han pensado, han visto, han hecho e, incluso, han conseguido hacer cosas que suceden en el día a día, a una persona real, sin tener que ir a un lugar lujoso, ni sentirte distante en la barrera lujosa o creando una situación inverosímil donde claramente el personaje de ficción se separa del espectador. Aquí estamos viendo cómo un grupo de chavales, recién licenciados, buscan trabajo, nada más. De ahí surgen historias bastante curiosa y agradables.

Alguna vez me he sentido Ted Mosby (Josh Radnor). Un chaval que busca a la mujer de su vida, que sueña con realizar un rascacielos en Nueva York (quizás este es el punto donde menos te identificas ya que, raramente se consigue el sueño americano). Pasa por muchas fases de desánimo, de frustración, pero también de nerviosismo, de buen humor, de querer comerse el mundo, pero también de no querer saber nada de él. Intenta afrontar todos los problemas que le viene de cara, pero sabiendo que no puede con todos ellos. Mosbito, el chaval que llora en los brindis de las bodas te hace ser un protagonista secundario que la vida le maltrata, como le maltrata a una persona de clase media, más por el corazón que por su situación real. Cuando consigue tener todo lo que ansía, su mujer…bueno de esto ya hablaremos más adelante. Como detalle, la primera vez que Ted y su mujer Tracy planean casarse, es, precisamente, en septiembre de 2015, la misma fecha de boda del autor de este artículo.

Alguna vez me sentí Marshall Ericksen (Jason Seguel)…y quise ser como él. Personaje leal, cariñoso, amable con todo el mundo. Le incomodan situaciones embarazosas y le gusta su vida en pareja. Ama a su mujer sobre todas las cosas y le apasionan los niños. Muy amigo de sus amigos, pero finalmente, se da cuenta que hay otras prioridades en la vida. Pero le gusta vivir así, con su mujer, con sus hijos y al cuidado de los demás. Llega a conseguir su meta en la vida, que no es otra que hacer todo lo posible por luchar por un mundo más ecológico.

CIBASS Barney Stinson

Neil Patrick Harris como Barney Stinson

Alguna vez me sentí Lily Aldrin (Alyson Hannigan). Porque aunque uno parezca que le encanta su vida, muchas veces siente la necesidad de desaparecer, como hizo Lily cuando se fue a San Francisco o, aún más tarde cuando le confesó a Ted que, tras tener a su hijo, se esfumó su sueño y ya no había vuelta atrás. Finalmente renunció a su sueño de estar dedicada al arte, siempre con un pequeño resquemor en su corazoncito, pero sabiendo que ya no puede hacer nada más. Es un personaje entrañable, quizás por lo cotilla y, a la vez cariñosa que él, pero cuando se pone dura…uff, toda una madraza.

Alguna vez me sentí Robin Scherbatsky (Cobie Smulders). Sí, eso de querer perseguir tu sueño hasta alcanzarlo, de estar pendiente de ti y sólo de ti. Pero ese egoísmo tan cerrado sólo puede estar en la mente de cada uno, Robin lo exterioriza de manera brillante. Conseguir las metas de cada uno, sin importar o importando muy poco lo que hay alrededor. Esto tiene una contrapartida. Cuando al final no consigues lo que realmente quieres porque, simplemente, “lo tienes ahí”, pero se te escapa, el arrepentimiento te regodea y no te sientes a gusto contigo mismo, porque no has cuidado lo suficiente a los de tu alrededor. Quizás por esta razón, porque sabemos que el final puede ser amargo, todos somos un poco de Robin Scherbatsky, pero sin pasarnos demasiado.

Alguna vez me sentí Barney Stinson (Neil Patrick Harris), o mejor dicho, muchas veces he querido ser Barney Stinson. El showman de la serie: gracioso, atrevido, atractivo, querido, odiado, hábil, con buena dote de la palabra. Todo un hombre que gusta tanto a mujeres como a hombres. Sabe donde atacar y sabe cómo crear la atmósfera perfecta para que todo el mundo le siga su juego dónde y cuándo quiere. Es la vida que todo hombre o mujer quiere llevar, ya sea más o menos en el fondo de su ser. Por cierto, mi gato se llama Barney Stinson, por mi parte, precisamente por esto que estoy comentando. Es un personaje al que aspiro, pero sé que no puedo ser como él y sé que no quiero tampoco, pero ahí está Barney, en mí para siempre porque, cada vez que recuerde a mi gato, veo a Barney Stinson haciendo de las suyas y llevando algún plan legen…espera un momento…dario.

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El final de Como conocí a vuestra madre

Tras este pequeño análisis de los personajes, quiero entrar en el ya polémico final de la serie. El final de esta serie no sería así sí se hubiese desarrollado de esa forma la misma. Me explico, si la serie se llegase a llamar “Como me enamoré de vuestra tía Robin” no tendría chicha. Pero nos crea una atmósfera de expectación sobre cómo y quién será la mujer de Ted. Aunque, realmente, poco sabemos de ella (eso sí, la actriz que interpreta a Tracy –Cristin Milioti– y será la mujer de Ted Mosby y ese sanbenito será muy difícil de eliminar). Con lo cual, lo lógico es su final: volver al principio. Ted no les cuenta a sus hijos la historia de cómo conoció a su madre, sino cómo conoció a su amiga Robin y cómo se enamoró de ella. Cómo, tras la muerte de su mujer, a la que tanto ha querido, necesita estar con la otra persona que le abandonó tantas veces, pero que sabía que estaría ahí cuando le necesitase…y el final es uno más de los momentos donde dos amigos saben que se quieren, pero que no se corresponde.
Quizás sea este, el final, el único momento de la serie donde el espectador se sienta más lejano con la realidad. Ted persigue a Robin como la mujer de su vida, después, se encuentra con ella, hasta aquí es lo que puede pasar en el mundo real. Es decir, podemos llevarnos la vida persiguiendo a alguien, pero, sabemos que renunciamos a ésta persona cuando nos encontramos a la que realmente nos va a aportar lo que necesitamos. Al final ha tenido que pasar algo muy trágico, la muerte de Tracy, para que Ted consiga finalmente lo que perseguía. Eso no mola, pero sí que es necesario para completar una historia que podía ser real, pero donde volvió a triunfar el sueño americano. Un final agridulce, con unas sensaciones muy contrariadas.

Pero si hay algo importante dentro de esta fabulosa serie, son sus nueve temporadas en sí y no su buen o mal final.


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