Superman vs Muhammad Ali: La batalla del milenio
Por Jesús López, @jelopesp
“En el rincón azul, con calzón blanco, de Louisville, Kentucky…el auténtico genio del ring y campeón del pueblo…Muhammad Ali.
Y en el rincón rojo, con capa y mallas azules, del planeta Krypton…Kal-El, luchando como Superman…también campeón del pueblo.”
La década de los 70 del siglo pasado nos hizo testigos de uno de los combates de boxeo más memorables que han existido. Olvídense del Mayweather vs Pacquiao del día 2 de mayo de 2015. Se queda en agua de borrajas. No aguanta comparaciones. En la primavera de 1978 fuimos testigos del combate de boxeo de dos de los mayores colosos de la Historia. Por primera (y última vez) se enfrentaban dos leyendas: Muhammad Ali contra Superman.
El combate tenía lugar, como no podía ser de otra manera, en las páginas de un cómic. Pero no podía ser un cómic normal. Se trataba de un one-shot incluído dentro de la serie de DC All-New Collectors’ Edition, con un tamaño de casi el triple que un comic-book normal. Aquello sobresalía en los estantes del kiosko. Entraba por la vista. Nos indicaba que no nos encontrábamos ante una historia más. Era indicador de encontrarnos ante un hito, el cúlmen de la lucha superheroica.
La (en principio) estrambótica idea, lejos de partir de la propia editorial de cómics, parece ser que surgió de la mente del no menos estrambótico Donald “Don” King. El promotor pugilístico, responsable entre otros eventos del Rumble in the Jungle (combate entre Muhammad Ali y George Foreman por el título de los pesos pesados de la WBC y la WBA en Zaire en 1974, retransmitido en todo el mundo, y con multimillonarios ingresos) vio su gallina de los huevos de oro en el mundo del cómic.
Si en 1976, el crossover entre las editoriales Marvel y DC Superman vs The Amazing Spider-Man: The Battle of the Century copó portadas de prensa y noticieros televisivos, el enfrentamiento de Superman con su pupilo, con ambos prácticamente en el zénit de su carrera (el Hombre de Acero con la película de Richard Donner y Christopher Reeve en puertas; Ali con su título de campeón y enormemente respetado –y vilipendiado a partes iguales- por su lucha en pos de la igualdad de derechos de los afroamericanos), no podía significar otra cosa que mayor fama y aún más dinero.
No sería la primera vez que en las páginas de Superman aparecieran personajes públicos reales. Mitos americanos de la talla del presidente John F. Kennedy o los actores Steve Allen, Bob Hope y Jerry Lewis, ya habían hecho su aparición estelar en la colección del Boy-scout kriptoniano. Ali incluso no sería el primer luchador en hacerlo. El wrestler profesional y Hall of Famer de la WWF Antonino Rocca ya fue representado enfrentándose a Superman en la portada del Superman #155 de agosto de 1962.
Las negociaciones para que Muhammad Ali apareciera en las páginas de Superman parece ser que fueron leoninas. El líder espiritual del púgil tras su conversión al Islam, Elijah Muhammad, tenía que dar el visto bueno a la historia. Parece ser que el anteriormente conocido como Cassius Marcellus Clay Jr. exigía ser el autor de sus propias frases en el cómic, así como ser el vencedor del combate ante Superman y descubrir su identidad secreta como Clark Kent.
Esto no era todo. También debía existir acuerdo en cuanto a la autoría del cómic. En principio quedó claro que el guión iba a correr a cargo de Dennis O´Neal. El dibujante elegido por DC iba a ser Joe Kubert, pero la portada que realizó fue rechazada por el entorno del boxeador. A pesar de la calidad contrastada del dibujante, ése no era Muhammad Ali. No captaba la esencia del Más Grande. A grandes males, grandes remedios. Dennis O´Neal había escrito, en compañía de los dibujos de Neal Adams, dos de las sagas más exitosas e innovadoras de la Historia del cómic: Batman y Green Lantern/Green Arrow. Si la dupla había funcionado maravillosamente en dos ocasiones, ¿no cabría lugar para una tercera?
Así, el primer encargo para Neal Adams fue la portada. Desde pequeños nos han inculcado que no hay que juzgar un libro por la cubierta. Pero en este caso, el dicho se equivoca. Si este cómic ha pasado a la historia del noveno arte es en parte gracias a su portada. Neal Adams se basó estructuralmente en el esquema realizado por Joe Kubert. Sobre el ring, Muhammad Ali y Superman, frente a una audiencia considerable. La novedad de esta nueva portada está en el público. Y parte del retraso en la publicación de Superman vs Muhammad Ali vino también de este público. En las gradas del combate del milenio podemos distinguir a figuras clave en la historia de Estados Unidos de la década de los 70. Así encontramos a personalidades de la talla de The Beatles (junto a Yoko Ono y Linda McCartney), Cher, The Jackson 5, Christopher Reeve (con gafas), Woody Allen, Peter Falk (como Colombo), Pelé, John Wayne (con bigote)… También encontramos en las gradas a trabajadores de DC, como los propios autores del cómic, Jerry Siegel y Joe Shuster (padres de Superman), la editora Jenette Kahn, Gil Kane, Paul Levitz… También son testigos de excepción personajes de DC en sus identidades secretas, como Barry Allen, Hal Jordan, Lois Lane, Lex Luthor, Jimmy Olsen, Alfred E. Neuman… y Batman.
Tanto fue el control ejercido desde el entorno de Muhammad Ali, que incluso la figura de Mick Jagger hubo de ser sustituída por el rostro del promotor, Don King.
Para conseguir la aparición de tantas celebridades en portada, desde DC debían obtener el consentimiento de los interesados. Esto dilató en gran medida la salida del cómic, que en principio se estimaba para otoño de 1977, retrasándose hasta la primavera de 1978. Con ello también se consiguió que “The Greatest” ya no fuese el “más grande”. En uno de esos giros del destino, la salida del cómic coincidió con que Muhammad Ali había sido despojado del cinturón de campeón de los Pesos Pesados por la WBC en febrero de 1978, en esos momentos en manos de Leon Spinks (aunque recuperado de nuevo en septiembre de ese mismo año).
Con motivo de esta anécdota, unido a las batallas editoriales (y las ganas de cachondeo) tuvo lugar un encuentro metaficcional entre Spider-Man y la editora de DC Jenette Kahn en las páginas de Amazing Spider-Man # 186, de fecha agosto de 1978 y obra de Marv Wolfman, Keith Pollard y Mike Esposito, haciendo referencia al peligro de usar personajes reales en las páginas de un cómic, ya que las circunstancias del mismo pueden haber cambiado en el momento de publicación.
En cuanto a la historia en sí, aparente simpleza y efectismo. Estamos a finales de los años 70. El grim and gritty propio de los 80 aún no ha llegado. Nos encontramos ante los últimos coletazos de la Silver Age del cómic americano. El año antes se estrenaba la primera película de la saga Star Wars. Superman: la película estaba próxima a ver la luz. Cuentas con uno de los mejores boxeadores de la historia. Qué mejor que montar una especie de space-opera que mezcle todos estos ingredientes, en la que el premio no será una bolsa multimillonaria. El premio será el planeta Tierra.
Mientras Clark Kent, Lois Lane y Jimmy Olsen recorren los suburbios de Metropolis en busca de Muhammad Ali para conseguir una entrevista en exclusiva, tiene lugar la aparición de Rat’Lar, líder de una especie alienígena conocida como Scrubb. Rat’Lar mantiene que los terrícolas, por su naturaleza beligerante, suponen una amenaza para el resto del Universo, por lo que reta a los humanos a un combate con su guerrero más temido: Hun’Ya. El vencedor guiará el devenir de la Tierra.
Tanto Superman como Muhammad Ali se presentan voluntarios para la pelea. El Hombre de Acero esgrime sus superpoderes para ser el elegido. El boxeador recuerda la naturaleza kriptoniana del superhéroe. Rat’Lar decide que el elegido para enfrentarse a su campeón saldrá de un combate entre los dos aspirantes que tendrá lugar en Bodace, su planeta natal, bañado por un Sol rojo que anula los poderes de Superman. Tienen 24 horas para la preparación de la pelea.
Dado la naturaleza mundana de Superman bajo un Sol rojo, Muhammad Ali decide mostrarle las artes de la Dulce Ciencia, la Sweet Science, los secretos del noble arte del boxeo, por lo que se retiran a la Fortaleza de la Soledad para concentrarse para el combate que decidirá el destino de nuestro planeta.
El seguidor de la Nación del Islam incluso parece que enseña a Superman su bravuconería. Ali sabía que las peleas se podían ganar incluso antes de subir al ring. Era un maestro de la guerra psicológica. Ali, como buen estudioso de sus contrincantes, tras un exhaustivo análisis de los mismos, era capaz de predecir en qué asalto finalizaría el combate. Tampoco se amedrentaba a la hora de insultar y provocar a sus rivales, hasta ridiculizarles. Esta característica del que tenía como nombre de esclavo Cassius Clay y que le dio el apodo de Louisville Lip queda bien reflejada en las páginas de este cómic.
Pero Superman vs Muhammad Ali es sobre todo un deleite visual. Significa el lucimiento de Neal Adams como dibujante. El introductor del realismo idealizado en el mundo del cómic (al que tanto deben Bryan Hitch o Carlos Pacheco) nos muestra al Muhammad Ali que “flota como una mariposa y pica como una abeja”. Es capaz de plasmar la agilidad y elegancia del púgil. Vemos al Muhammad Ali de juego de pies imponente, esquivando golpes y contraatacando continuamente con veloces combinaciones con el objetivo de acabar el combate por la vía rápida, la vía del KO. Neal Adams consigue con sus lápices evitar que la obra caiga en la monotonía a la que se podía ver visto expuesta un cómic de estas características, no sólo por conseguir plasmar en el papel los movimientos y personalidad de Muhammad Ali, sino también por lograr una narración perfecta de las coreografías de cada uno de los combates.
Superman vs Muhammad Ali es una hija de su tiempo. Es una historia aparentemente simple en la que se puede ver reflejada la época convulsa en que estaba inmerso Estados Unidos. El final de los 70 fue una especie de punto de inflexión en la historia estadounidense. Gerald Ford, una especie de recordatorio sombrío de la administración Nixon, había sido derrotado en las elecciones de 1976 por el demócrata Jimmy Carter (tanto Carter como Ford pueden observarse en la portada del cómic con sus respectivas primeras damas) cuya campaña electoral se basó en volver a la simplicidad de los valores estadounidenses, de las ciudades pequeñas. Esos mismos valores que Superman defiende con firmeza (Verdad, Justicia y Estilo de vida americano).
Por otro lado, Estados Unidos realmente ya no era tan simple como Carter o el propio Superman desean que sea. La guerra de Vietnam fue un fracaso, y los artistas más famosos de Estados Unidos, tales como Andy Warhol, Kurt Vonnegut y Jerry García (todos los cuales también están en la portada de este cómic) habían hecho carrera como figuras de la contracultura. Aún más radical era el hecho de que el deportista más famoso de Estados Unidos era un miembro de la Nación del Islam. Hasta entonces, no había existido ningún otro momento en la historia de Estados Unidos en el que los ideales de “América simple” y “América diversa” habían estado enfrentados. Puede que DC llevara esos ideales a la figura de Superman y Muhammad Ali, respectivamente, y los confrontara sobre un cuadrilátero de boxeo.
Muchas veces, la leyenda no la forja la historia en sí, la forjan las circunstancias que la rodean.