Tres factores que tendrás que tener en cuenta si quieres dedicarte a la música
Por Julio Antequera Galiano – Bajista en Carving Colours
Tu colega, el músico wannabe, te ha estado dando la brasa durante un mes y pico a través de todos los canales posibles para que vayas al concierto que su grupo da en una sala que está donde Cristo perdió la chancla, y actúa junto a otro par de bandas que no inspiran demasiada confianza. Aún así, piensas que estaría bien apoyar al muchacho en su empeño de hacer algo especial, y de paso escuchar qué tal suena la banda, porque a la maqueta no le has hecho mucho caso (para que engañarnos). Así que te decides a ir, e intentas ‘engañar’ a algún colega para que sufra contigo. ¿Qué hay entre bambalinas de un concierto de este tipo? Aquí van algunas de las claves:
1: Tu colega y el grupo se han dejado una pasta, que probablemente no recuperen
– “¿Cómo? ¿Qué pagáis por tocar? ¡Pero si le llenáis el local al tío! ¡Os tendría que pagar él a vosotros!”
Creo que la de arriba puede ser la frase más repetida de todos los tiempos. La realidad de las bandas no profesionales es esta: hay que pagar alquiler de la sala donde uno toca. Y dependiendo de la sala y la ciudad, podemos estar hablando de 100€ o de 250€, o de 600€, o una extraña fórmula que depende de la asistencia del público. Y la barra íntegra para la sala, claro.
Por cierto ¿has visto los posters que hemos colgado en alguna tienda de discos anunciando el concierto? ¿Y que en las entradas aparece el nombre de las bandas y la fecha de hoy? También han salido del bolsillo de las bandas. Normal que cobren entrada hasta por conciertos “pequeñitos”… señora, hay que amortizar como sea.
Por supuesto, también existen sitios donde no te cobran por tocar, y el trato es que “la entrada va para las bandas y la barra para la sala”, pero no sólo son los menos, sino que también suelen estár (mucho) más alejados del nucleo urbano o de otras zonas de interés, con la consiguiente dificultad (y pereza) para quien quisiera acercarse.
Ah, y claro, eso por no mencionar los garitos donde hay un “filtro estilístico” que básicamente dice que “tu banda aquí no toca“. Si, eso existe, pero es una historia para otro día.
2: Tu colega y su grupo llevan todo el día (mes) currando como cabrones
“- ¿Fiesta post-concierto? ¿Groupies y drogas? Yo sólo quiero acostarme…”
Para montar un bolo de 2 o 3 bandas hay que coordinar la agenda de la sala y de las tres bandas, y a cinco miembros por banda, esto es, 15 personas. Genial. Luego hay que decidir quién pone qué determinada pieza de equipo, y acordar el tema económico, por ejemplo si a la banda que viene de otra ciudad se le paga la gasolina, o donde se les da de comer y dormir. Imprenta para carteles y entradas, promo por redes sociales… podemos estar hablando perfectamente de dos o tres meses de organización para sacar adelante en condiciones un bolo de bandas “desconocidas”.
Y finalmente, los días de concierto son por norma general, una paliza. Si empieza el bolo a las 9 de la noche y son tres bandas, el montaje y pruebas de sonido empezó probablemente a eso de las 6 de la tarde. Como normalmente las bandas tienen que poner el backline (equipo) que va a estar en el escenario, añadele un extra de 3 horas para desmontar el equipo del local de ensayo, montarlo en el coche (o los coches) y el viaje (o viajes) a la sala. Conclusión: el sarao empieza a las 9 de la noche (si no hay retrasos, je-je-je), pero empezó a eso de las 2 de la tarde para los músicos.
Y aún más… el último concierto terminará (con suerte) sobre las 12, pero vamos, dará la una de la madrugada y entonces se podrá empezar a recoger para llevar todo de nuevo al local. Evidentemente, se monta todo otro día, pero otro par de horas no lo quita nadie. Conclusión, doce horas non-stop party people para un bolo de una hora, y (quizá) palmar pasta.
3: Tu colega y su grupo necesitas que les digas la verdad
– “Hey, ¿te ha gustado? ¿Qué tal ha estado? ¿Cómo se ha oído?”
– “Ha estado de puta madre tio, genial, me ha molado tela…”
Cuando termina el concierto y tu colega se baja del escenario y te pregunta a tí o a alguno de sus amigos, el 90% de los casos el diálogo será tal y como lo he puesto ahí. Aunque las buenas palabras, el ánimo y el cariño se agradecen, son mucho más útiles las verdades, sobre todo si le ves acercarse con cara de “algo no ha ido bien”. Si ha sonado a mierda, conviene saberlo: quizá sea de la banda, o quizá sea que el técnico de la sala sea un manta y esa sea una sala a evitar en el futuro. Sobre todo teniendo en cuenta que lo que los músicos oyen en el escenario poco o nada tiene que ver con lo que oye el público. Si algun miembro de la banda no está al nivel, hay que saberlo. Si el show es muy estático y el público se aburre, también. Si esa versión ha echado abajo el ritmo del concierto, también. Todo.
Las bandas que están empezando necesitan cuanto más feedback mejor, para saber cómo ha ido realmente el concierto, mejorar de cara al siguiente, poder ofrecer un espectáculo cada vez mejor y en definitiva poder subir de nivel. Cierto es que no todo el mundo tiene conocimiento o criterio para poder discernir algunos aspectos y “todo etá de puta madre”, pero cuando algo suena mal, es muy difícil no darse cuenta, y la sinceridad es algo que se agradece y ayuda a mejorar desde el minuto uno.
Concluyendo, o no.
Básicamente, y repitiendo algo muy manido, cuando vas a un concierto de grupos amateurs y pagas tu entrada, realmente les estás ayudando mucho. Pero no sólo necesitan la “aportación económica”, necesitan crecer como músicos, como showmen y como entidad a nivel de grupo. Se le dedican muchas horas a preparar un concierto (no he dicho nada aún de los ensayos, ojo), pero la ilusión de verte entre el público, recibir críticas constructivas, consejos, y un par de ojos y oídos frescos valen más, mucho más, que los 4 euros con consumición que te costó la entrada.
A todos los que acudís a este tipo de conciertos, gracias.
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Genial el artículo, no está de más que el público en general sepa el cuerazo que tiene cualquier “bolo de mierda” y que no es cosa de que llegar y pegar, que vale mucha pasta, mucho tiempo, y aún más dolores de cabeza.
Un artículo más que interesante.
[…] la entrevista al gran Furillo. Pedimos a un buen amigo nuestro que escribiera algo a modo de tips sobre sus experiencias en el mundo de la música. Nuestro amigo Julio Antequera (@julitrows), bajista de la banda de Rock progresivo Carving Colours […]
POR PHIN ALGUIEN LO DICE.
Parece mentira que la gente que no está en el mundillo no sepa ni la mitad de esto. Todo más verdad que tó.
Quizá el añadido sea intentar distinguir las opiniones: hay gente que, aunque haya gambas, acoples, bajones… se lo pasa bien y te lo dice. Eso es importante también. Así que yo distinguiría entre las opiniones de “público raso” y las de “colegas de otras bandas”, que pueden ser más críticos. El daño se da cuando uno de un grupo se mete en lo que opina el otro 😀
Truquete: como hace Tamariz. Al bajar, pregunta al público raso “¿qué te ha gustado más?”. Dos o tres personas aisladas. Así recoges claramente las cosas del espectáculo que son memorables y puedes realimentarlas después.