Power 4th season; sólo el fuerte sobrevive

Por Redacción CIBASS, @CIBASS_Blog

Como amantes de las ghetto movies (nuestro ranking sobre el tema lleva desde que se escribió en los artículos más leídos de nuestra web ) nos hemos sentido decepcionados con la mayoría de ofertas que se han hecho sobre el género en formato serie. Black ish es excesivamente vacía, comercial y destinada a un público familiar y masivo, Empire es una telenovela con protagonistas afroamericanos que resulta poco creíble y cuya diferencia con un producto latinoamericano para la sobremesa es el color de la piel de los protagonistas y The Get Down fue una completa decepción con una bonita estética que se quedó en sólo eso, por mucho que la produjera Nas. Dicho esto, para los que nos hemos criado con el rap de los noventa y con largometrajes como New Jersey Drive, Clockers o Los chicos del barrio, las series mencionadas hace unas líneas nos suenan a chiste, a broma de mal gusto. Productos edulcorados enfocados a que niños de papá crean que vivir en el ghetto es más cool que duro, y en el caso de Black ish o Empire ni eso.

Es por ello que la única opción respetable que nos ha quedado fue Power. La serie producida por 50 Cent es un acercamiento real, serio, sórdido y conciso a lo que puede llegar a ser el trapicheo en las calles y lo alejado que está de un juego de niños. Power narra la historia de un magnate de la droga en la ciudad de los rascacielos que pasa por ser un empresario del mundo de la noche, una vida de éxito social y reconocimiento comunitario que se entrelaza con órdenes de asesinato, tácticas para ganar (o no perder) territorios, peleas con bandas rivales, impulsos sexuales y una vida como padre de familia. La serie -aparte de por una magnifica fotografía de lo que significa Nueva York en invierno- se mueve de modo absolutamente profesional entre todas esas parcelas con unas reacciones reales y una evolución dramática coherente, alejada de la comercialidad y cercana a lo que podría ser intentar sobrevivir en esos mundos bajo el prisma de otros productos. La serie no intenta vendernos lo emocionante que puede ser vender droga en una urbe como la gran manzana sino todo lo contrario; estrés continuo, estados de depresión y paranoia y momentos de felicidad que se reducen a instantes muy puntuales. Por esa razón en cada capítulo de Power nos alegramos de no pertenecer a ese mundo de terror, una sensación completamente diferente a la que nos dan ciertas producciones mucho más accesibles y en las que la venta de drogas casi parece el status de una estrella de rock.

Todas las temporadas de Power hasta la fecha han sido sobresalientes o notables y la cuarta también lo es. Quizás las tres primeras son más callejeras y esta tercera un poco menos por -spoiler alert- encontrarse James St. Patrick aka Ghost entre rejas, pero no por ello decae la función. El protagonista sigue en su rutina de no poder fiarse de nadie, Tommy sigue siendo un hueso duro de roer pero con cierta fidelidad, Angela Valdés da una de cal y otra de arena, Tasha hace lo que puede para mantener la compostura en un imperio que se cae, Kanan sigue siendo el personaje más duro y cruel de la serie y los hijos de Ghost se hacen mayores, con todo lo que ello conlleva. Cuando una serie lleva ya cuatro temporadas como en este caso, siempre está la incertidumbre de si se volverá costumbrista, previsible o vaga y más en este caso con las amenazas de cancelación que ha tenido desde el principio. Y es que la mayor virtud de Power es también su mayor defecto; su crudeza. Una característica que la hace hipnótica, adictiva y que nos adentra de veras en las calles más peligrosas de Nueva York (y en toda la tapadera que la cubre) pero que puede resultar poco accesible para otro público.

Power es la serie definitiva para los amantes del género ghetto, siendo una producción seria que siempre tiene más y más que ofrecer, incluso cuando parece que las tramas no pueden dar más de sí o no pueden volverse más complejas. Un inmenso tablero de ajedrez en forma de venta profesionalizada de sustancias ilegales que se traduce en un estilo de vida azaroso y delicado donde cada segundo de vida vale mucho más de lo que pensábamos y en el que cada decisión puede significar más dinero, un tiro en la frente o el secuestro de algún ser querido. Curtis Jackson aka Fifty Cent nos ha traído el verdadero precio del poder, nunca mejor dicho. It’s a hard knock life.