La película más ghetto del género ghetto: Los colegas del barrio
Por Scott Burton
Cualquiera que haya seguido Can it be all so simple blog desde el principio (y no tan desde entonces) se habrá dado cuenta de la enorme influencia que la cultura afroamericana ha ejercido sobre la mayoría de nuestros redactores. De los gloriosos noventa en la NBA y el hip-hop a la moda y, por supuesto, las ghetto movies. Este género secundario tuvo su apogeo coincidiendo con la explosión cultural de los afroamericanos en el resto del mundo, de momento, el planeta descubrió que la música negra, su estética y su talento general estaba por encima de la media y que todos debíamos apropiarnos un poco de sus características. El mundo del cine no iba a ser de otra manera y a finales de los ochenta y hasta hace una década surgieron productores, directores y actores que querían contarnos como es sobrevivir en un barrio pobre de Estados Unidos y de camino hacerse con unos dólares narrándonos su realidad.
De ese modo surgieron directores como Spike Lee y John Singleton, que no sólo conocían perfectamente lo que significa crecer en un ghetto de Estados Unidos sino que tenían una reconocible habilidad con la cámara y la narración de historias. Ellos dirigieron películas maravillosas como Haz lo que debas, Clockers, He got game, Semillas de rencor, Baby boy o Los chicos del barrio y sirvieron de inspiración para muchas otras películas del estilo (algunas muy recomendables, otras pasables y otras de dudosa calidad) e hicieron nacer el género ghetto en el cine, que debemos diferenciar de la época blaxploitation en los setenta ya que lidia directamente con la explosión del rap, los pantalones baggies y la depresión general cuando Reagan decidió hacer ganar un dinero al estado con la venta de crack en las calles de su propio país.
Las películas del género tienen unos patrones básicos; familias monoparentales, fiestas y barbacoas, trapicheos de drogas, licorerías, armas y la facilidad para escoger el camino rápido del dinero mediante las pandillas y las sustancias ilegales frente a un porvenir más unido a la universidad o a lo que se entiende por prosperidad de cara a la sociedad de Estados Unidos. El contraste de la admiración de personalidades de raza negra de los años ochenta y noventa como Michael Jordan, Michael Jackson o Prince se daba de bruces con una realidad de un pueblo mermado por las drogas y la frustración que supone no ver la luz al final del camino. Coches clásicos con amortiguación trucada, complejos cortes de pelo y videoclips de MTV: Cypress Hill grababa sus videoclips entre edificios derruidos con ropa de mercadillo, Doctor Dre recogía en su casa a Snoop e Ice Cube con su eterno gesto de enfado terminaba la jornada proclamando que aquel había sido un buen día. Aquello superaba nuestras expectativas; era un mundo jodido, un día a día muy difícil. Molaba.
Y como ocurre con cualquier moda y tendencia que repite patrones y guías de estilo apareció la parodia y de manos de unos protagonistas que se convertirían en mundialmente famosos precisamente por esa vuelta de tuerca a películas serias; los hermanos Wayans. Hoy en día los conocemos por filmes tan populares (y comerciales) como Scary Movie, Dos rubias de pelo en pecho, Pequeño pero matón o El sexto hombre pero antes de eso (y tras The Wayans bros e In living color) decidieron en 1996 parodiar de forma brutal y explícita a la colección de películas sobre seguir adelante e intentar prosperar en el ghetto. Y el titulo fue nada más y nada menos que Don’t be a menace to South Central while drinkin your juice in the hood, claras referencias a algunas de las películas en las que se basa (Menace II society, South Central, Juice o Boyz n’ the hood) aunque aquí nos tuvimos que conformar con el nombre de Los colegas del barrio, en homenaje a la película del ya mencionado John Singleton y en la que basa la mayor parte de su guión esta parodia.
Los colegas del barrio nos cuenta la historia como Ashtray (Shawn Wayans) se ve obligado a dejar a su madre (Vivica A. Fox) e irse a vivir con su padre a un barrio pobre de Los Ángeles (como en la clásica Boyz n the hood). Por suerte, contará con su primo Loc Dog (Marlon Wayans) que también vive en el vecindario y le enseñará como es la vida en las viviendas de protección oficial de California, entre cupones de comida, asistentes sociales, armas, drogas y cerveza barata. Con él, descubriremos todos los tópicos de las películas del género de modo cómico y exagerado, tanto que Ashtray y su padre sólo se llevan seis meses (como demostración de a la edad tan temprana que se es padre en el ghetto), que se enamorará de una joven con seis hijos o que lo importante es combinar las zapatillas de deporte con el arma que se vaya a utilizar cada día. La película utiliza el arco argumental de Los chicos del barrio (1991) y acaba homenajeando a muchas más de las que podemos intuir por su larguísimo título: Malcolm-X, Semillas de rencor, Dead presidents, New Jack city y muchas más en un filme que el tiempo ha olvidado y que sin embargo funciona tanto como ghetto movie como película cómica. Los colegas del barrio será una película difícil de digerir para aquellos más alejados del género, que no captarán las constantes referencias a obras pasadas ni los excesos que esta ofrece y sin embargo será pura diversión para los más cercanos al tema que trata. Desde Can it be all so simple no podemos sino recomendarla, por mucha tirria que hayan podido coger a los hermanos Wayans tras su paso al lado oscuro y comercial. Otra comedia de medio pelo de los hermanos Wayans, sí, pero esta vez cogiendo todos los clichés disponibles del cine ghetto y reuniéndolos en un mismo exceso audiovisual para parodiar películas que normalmente, arrastran también multitud de excesos.
Pásame esa mierda.