Aquel laberinto de Jim Henson y George Lucas
Por Scott Burton
Corría el año 1987 y yo tenía unos cinco años cuando mis padres tuvieron la brillante idea de llevarme con ellos al cine a ver El imperio del sol. De la película apenas recuerdo nada (tampoco he vuelto a verla a pesar de ser conocedor del posterior status que cobraría la obra) más allá de un hombre comiéndose los insectos para sobrevivir y de los aviones sobrevolando las cabezas de los protagonistas, luego me enteré de que eso era Trebujena. Supongo que las dos escenas (más bien como turbias imágenes) que recuerdo eran entre sueño y sueño, ya que me pasé toda la película durmiendo al igual que cualquier otro niño de esa edad al que sus padres hubieran tomado la decisión de llevarlos con ellos a ver un filme sobre campos de concentración. Pero lo importante de llevarme a ver esa película pasó justo antes de que comenzara, cuando se apagaron las luces, todo el mundo silenció y empezaron los trailers. Fue en esos avances cuando ví un fragmento de una película llamada Dentro del laberinto y a la que justo al acabar la película de Spielberg a la que me habían llevado repetí a mis padres una y otra vez que me tenían que llevar a verla cuando se estrenara. Debí repetirlo bastantes veces porque así fue.
Lo curioso de toda la historia es que se supone que Dentro del laberinto se rodó un año antes y sin embargo yo vi el trailer en una película supuéstamente posterior, cosas de vivir en un pueblo. Pasaron los meses y llegó el estreno de aquel filme que me había maravillado en sólo unos minutos con aquel castillo en el centro de un inmenso laberinto y su historia de personajes que parecían fascinantes. Al salir del cine (con mis padres esperando en la puerta) mi cara no podía ser de mayor satifascción: aquella historia de fantasía me había conquistado de tal manera que posteriormente la grabé de la televisión en VHS, luego me hice con el DVD y posteriormente con el Blu-Ray. El tiempo puede pesar pero algunos seguimos haciendo muchas de las mismas cosas una y otra vez en una especie de loop intentando revivir los momentos más especiales de nuestra vida, intentando recrear esa sensación de felicidad absoluta y que seguramente Jim Henson (director de la cinta) y George Lucas (productor) ni siquiera podrán imaginarse que han logrado en diferentes ocasiones. O sí que podrán hacerse una idea y se lo habrán hecho saber muchas veces, pero nunca podrán sentir el calado real y profundo de algunas de sus obras en la infancia de algunos de nosotros, incluso tratándose de cuentos de hadas supuestamente infantiles.
Dentro del laberinto cuenta la historia de Sarah, una chica (maravillosa Jennifer Connelly en su adolescencia) que pasa su tiempo de ocio con su pastor inglés y su afición por la literatura fantástica. Fascinada por los goblins y la mitología de la fantasía épica y sus ramificaciones conoce perfectamente todas las frases y hechizos que narran estos libros de ficción. Como casi cada fin de semana, los padres de Sarah salen a cenar y la dejan al cargo de su pequeño medio hermano (Toby, que nunca para de llorar) pero quizás Sarah ya está demasiado harta.
Cuando los padres de las dos criaturas han salido de la casa, Sarah empieza a juguetear con uno de los encantamientos que ha leído miles de veces en sus libros favoritos. Ritual que se trata simplemente de decir unas palabras en voz alta y que será la solución ya que teóricamente si funcionara y no se tratara de una simple fábula los goblins vendrían a por su hermano de padre y se lo llevarían al castillo situado en el centro de un gigantesco laberinto. Para sorpresa de Sarah y tras pronunciar correctamente la frase el bebé deja de llorar y la adolescente corre al cuarto del niño a ver donde está. A pesar de tratarse simplemente de mitología para adolescentes que se niegan a crecer ha ocurrido justo lo que ella ha pedido y ahora tendrá que ir al laberinto (que aparece tras su ventana) en busca del pequeño. Durante su aventura, el rey Jareth y señor de los Goblins (encarnado por un genial David Bowie con su ojo de cada color y unas mallas dos tallas menos que la suya) hará todo lo posible por evitar que Sarah se acerque a su morada. Pero la joven no estará sola, contará con la ayuda del enano Hoggle, del monstruo Ludo (una especie de Chewbacca gigantesco) y de Sir Didymus y su fiel perro Ambrosius que intentarán que Sarah encuentre a su hermano sin perecer en el intento.
La película rezuma magia por todas partes, incluso al volver a visitarla a otra edad. El carisma de los personajes, los diálogos, el universo propio tan interesante y los peligros a sortear siguen siendo una maravilla disfrutable a todas las edades. Nada de placer culpable, Dentro del laberinto es una película con una calidad notable en todos los aspectos: desde la dirección a la música, el vestuario y el impresionante laberinto, unos decorados que siguen impresionándonos incluso tratándose de una película de hace casi treinta años. Jim Henson, Frank Oz, George Lucas y el resto consiguen trasladarnos a un mundo mágico donde no debemos dar las cosas por sentado y donde el cine fantástico de calidad tiene diferentes lecturas y donde la palabra aventura cobra un significado mayúsculo. Hoy no se trata de la nostalgia, se trata de la calidad y Dentro del laberinto sigue haciéndonos soñar como aquella tarde cuando teníamos cinco años y se apagaron las luces.
Una de las películas favoritas de mi infancia, sin duda en el top ten