Pero la segunda temporada de True Detective, ¿qué plan?
Por David Rodríguez, @davidjguru y Daniel Bargalló, @elleondelametro
Creo que la segunda temporada de True Detective tiende al PORT
Por David Rodríguez, @davidjguru
Si algo tuvo la primera temporada de True Detective es que supo excitarnos intelectualmente. Podríamos hablar largo y tendido sobre cualquier de sus dimensiones y seguramente nos llevaría horas cada conversación, con el añadido de que según en que nivel nos detengamos los acuerdos pueden resultar algo inalcanzables. Y no estaría exagerando.
Admitamos de una vez por todas que esa primera temporada resultó ser un constructo televisivo muy avanzado que consiguió que superásemos ese inicial desdén por ese discurso aparentemente adolescente que mostraba Rust Cohle desde el inicio para abrir los ojos y ver a través de ese existencialismo más camusiano que sartriano un desarrollo cada vez más complejo que nos mostraba un camino excelentemente lleno de pistas y de trampas. Nunca nadie hizo tanto con tan poco, y me explico: coger el esqueleto de una buddy movie y retorcerlo hasta convertirlo en otra cosa formalmente diferente e infinitamente más compleja, arrastrándonos a un viaje de interpretaciones y reinterpretaciones, lecturas, referencias y vuelta atrás para confirmar sospechas y detalles.
Un relato que facilitaba diferentes niveles de lectura y que actuaba como un libro-puerta, abriendo accesos a otros asuntos y otras bases culturales a través del uso de sus signos y sus símbolos: Carcosa, las estrellas negras, la cuarta dimensión de Hinton…y hasta las posibles rupturas de la cuarta pared auspiciadas por la sinestesia de Cohle…¿quien sabe? supongo que cada cual habrá decidido, por acción o por omisión, en que nivel (y en cada nivel, en que dirección) deseaba quedarse. Ahora sin embargo en esta segunda temporada parece más limitado el campo de lo posible…¿Qué está pasando?
Puede ser que no sea justo abrir una revisión de la segunda temporada sobrevolando algunos efectos de la primera, pero debo decir en mi defensa que la sombra creada por Hart y Cohle es alargada (y va a serlo todavía más). Esta segunda temporada carga ya sobre sus espaldas la enorme responsabilidad de superar o como mínimo igualar a la primera y de momento parece que no. O al menos me lo parece a mi, que siendo el autor de esta parte de la revisión debo cumplir con el compromiso de desarrollar prudentemente los motivos que me llevan a pensar que esta temporada es una filfa. A partir de aquí es tu responsabilidad seguir leyendo: vas a encontrar espoilers y además te aclaro que voy a dedicarme a jugar; voy a describir, poner ejemplos y todas esas cosas analíticas y razonables. Pero también voy a trenzar, manipular y enredar un poco las cosas. Tal vez aclararlo me evite alguna que otra convocatoria duelística y es posible que este desapasionado artículo al menos sirva para que echemos un buen rato.
1-La introducción
Resulta paradójico que a pesar de tener detrás a los mismos creadores de la intro de la primera temporada (la agencia Elastic y su director Patrick Clair), esta vez la producción ha perdido todo su potencial como verdadera carga de profundidad. No iré mucho más allá en el análisis de la introducción de la primera temporada, que ya comenté en un artículo anterior, pero sí debo decir que la segunda resulta excesivamente simplificada. O directamente huérfana. O carente de fondo.
Usando la misma técnica base de la doble exposición, esta construcción se ha basado solamente en la contraposición del modelo persona/entorno que si bien también estaba presente en la anterior, hay que decir que se ha quedado sola porque el resto ha desaparecido por completo. Está excesivamente simplificada porque al revisar detenidamente el briefing de trabajo de la primera temporada puede leerse el listado de conceptos que se iban a representar:
-Iconografía religiosa
-Fuerzas opuestas
-Apocalipsis y destrucción
-Fuego ardiendo
– La lucha por alcanzar “el todo”
Y todo quedaba magníficamente representado en esa secuencia introductoria. En esta ocasión, sin embargo, se han simplificado las apariciones de tantos signos y símbolos para dar lugar a esa contraposición. Seguramente el briefing de este segundo trabajo de la agencia solo contenga la siguiente línea: persona/entorno.
Está huérfana porque no se apoya explícitamente en ninguna obra de referencia como lo hacía la anterior: si antes se contaba con el trabajo fotográfico de Richard Misrach retratando las escenas lúgubres de esa ruta llamada “El callejón del Cáncer” dentro la “Petrochemical América” (usando incluso algunas de sus fotografías como referencias), en este caso no hay “padre intelectual” de la criatura: es una reutilización directa de las conclusiones del trabajo para la primera temporada que ha evitado claramente volver a la investigación para crear algo que esté al mismo nivel de particularización de la serie y su nueva temporada. ¿Menos presupuesto para investigar? ¿Menos tiempo para trabajar en la secuencia? ¿Una orden directa? en cualquier caso parece manifestarse que la secuencia de apertura de la segunda temporada esta falta de mucho mimo.
Y tampoco creo que ayude la “canción” seleccionada, la verdad. ¿De verdad que de toda la obra de Leonard Cohen había que elegir esta especie de poema? ¿Para un relato que avanza, que debe invitar al movimiento y a la lectura constante un poema cantado de despedida? ¿en serio?. No es solo que el “poema” en sí sea de las cosas más flojas de Cohen (que también), es que además esa especie de carta “crepuscular” de despedida escrita por un anciano al final del camino no creo que represente muy bien ni al espíritu de la serie ni las piezas que se están lanzando en estos primeros capítulos. Es más, resulta una especie de auto-parodia con los elementos de los que la gente ya se burló la primera temporada. ¿Es esto una broma?
Un negativo para T-Bone Burnett por esta elección y a cambio un punto positivo por la creación de la canción del bar del primer capítulo “My Least Favorite Life” y por transformar a Lera Lynn en una deprimente cantante de antro. De hecho es una canción que podía haber ido en la intro y hubiera aportado infinitamente más que la seleccionada.
Prueben a oírla:
2-Aparca el puto drone ya, copón
Puedo entender que alquilar el drone haya salido caro y que además los gastos de burocracia, licencias y trámites hayan sido una movida. Pero por favor, dejen de intentar rentabilizarlo. En serio, que paren ya. Porque si bien el paisaje puede ser un actor más y un elemento importante de la trama, al sobreexponerlo de esa manera se pierde fuerza y al final se genera un efecto “Bailando con lobos”: convertir lo que debe ser un medio en un fin en si mismo y que quede carente de utilidad. Basta ya. Ni siquiera siendo un actor más el paisaje debe tener más presencia. Ya es suficiente. Paren el drone que me bajo.
3-Mismos elementos pero distinta receta
De hecho ni siquiera parece una receta, es decir, un procedimiento. A ratos parece más bien como si hubiesen echado todos los ingredientes (y sin estimar bien las cantidades) en la misma batidora. Y dale a batir. ¿Qué funcionó bien en la primera temporada? ¿Las frases “profundas”, “interesantes”? pues dale dos tazas. Así se escuchan cosas que parecen sacadas de una producción de la Cannon:
“A good woman mitigates our baser tendencies. You got time. Have more kids.”
“Never do anything out of hunger. Not even eating.”
“When you walk, it’s like erasers clapping.”
“WE WERE WORKING FOR AMERICA, SIR.”
¿Qué más cosas funcionaron? ¿los personajes con mucha pesadumbre existencial? tiremos de eso: no importa que el padre de la detective Ani parezca la versión anciana del vecino de arriba de John Cusack en “Alta fidelidad”, o que los personajes no consigan transmitirlo bien a pesar de darles más tiempo de exposición a través de primeros planos: ni el “Gánster sensible” interpretado por Vince Vaughn (actor de comedias no demasiado graciosas en claro declive y habitual del rol “novio juerguista” ni “Ojitos de gato desahuciado” Farrell dan para más. No les sale. No pueden.
¿Y qué más cosas? por supuesto las pistas literarias. Que la escuela en la que imparte sus lecciones el padre de la detective Ani se llame igual que una antigua ciudad griega de Crimea (Panticapeo) y que ellos arrastren nombres de la mitología griega. Que el verdadero nombre de Ani sea Antígona, que en base a su historia en Tebas está relacionada con el mítico profeta Tiresias, que tenía la doble condición de ser ciego (como el desaparecido) y andrógino (como el desaparecido). Ummmm, interesante. Tal vez pueda ser una línea a seguir. Pero entonces…¿Por qué nos enseñan el Hagakure sobre la mesa? Para quien no lo sepa, esta obra es algo así como el libro fundacional de las bases del bushido, el código de conducta samurai (por decirlo de alguna manera). Un tratado que entre otras cosas viene a decir:
“Un Samurái no debe ni beber demasiado ni estar demasiado seguro de sí mismo ni darse a la lujuria“. Vaya, pues aquí hemos tocado a los tres policías a la vez. O por ejemplo:
“Reprender y corregir a alguien por sus errores es importante. Este acto esencialmente caritativo es la primera obligación del Samurái” y que me aspen (Colorado) si la detective Bezzerides sabe hacer algo mejor con las personas de su entorno.
¿Es eso? ¿Estamos ante tres samuráis fuera de control en busca de un señor que los lidere?
¿Samurais y cultura pagana? ¿esto como va? pues en mi opinión va camino de convertirse en una canción de Manolo García: una construcción aleatoria y abierta con una bonita forma incapaz de plegarse a una hermenéutica mínimamente eficaz. Interpretación libre porque no tiene nada cerrado. Bien. Vean la gráfica de rating ofrecida por la app graphtv (clickad sobre la imagen para verla agrandada en el visor):
Y por supuesto hagamos las cosas fáciles, que en la primera temporada la gente pensó demasiado. No si es causa o el efecto pero contar con el director de Fast&Furious no es que ayude demasiado. ¿Qué hace un experto en acción-tontaca (de la que necesita que los protagonistas la vayan explicando paso a paso) en True Detective?
Así me puedo explicar mejor obviedades como esta y todos esos diálogos baratos:
“Representemos que el protagonista desciende a los infiernos…¡luces rojas!”
Ah, y una cabeza de pájaro de color negro. Con todo esto, no me siento muy satisfecho. Prácticamente no creo que True Detective llegue a excitarnos intelectualmente. Llevo dos capítulos y las cosas importantes pasan a partir del minuto 00:57 (en ambos casos). No voy a asumir esa tesis de que esta temporada trae una trama “demasiado compleja” ¿demasiado compleja en cuanto a qué? si nos atenemos al esquema fundamental de la definición de un personaje los puntos de interés quedan planteados desde el principio: familia, profesión e intimidad. Y todo eso queda planteado desde el primer minuto de la serie. Tampoco hay mucho más. ¿Dónde reside esa supuesta complejidad? ¿Acaso en que en esta ocasión parezca un reparto protagonista más coral? eso no tendría que hacer necesariamente una trama más compleja (de hecho el desarrollo no puede estar siendo más previsible). Seguiremos atentos a ver que va ocurriendo.
Y dejen esa mierda del gánster sensible con ganas de redención: es de lo más aburrido con lo que se puede jugar.
Forma y vacío
Por Daniel Bargalló, @elleondelametro
Hay que tener siempre mucho cuidado con las expectativas, porque luego la gente tiene la manía de querer que se cumplan y si eso no ocurre se pasa rápidamente de la ilusión a la perplejidad y de este a la frustración y al cabreo.
Todos esperábamos la segunda temporada de True Detective con impaciencia. Habíamos afrontado la primera sin ninguna clase de idea preconcebida más allá de pensar que era otra “historia de policías”. Pero el desarrollo de la misma había ido sumando fans y voluntades a medida que pasaban los capítulos: Los personajes, los niveles de lectura, la fotografía. Multitud de estos elementos creaban un storytelling que nos enganchó en poco tiempo e hizo de la primera temporada de TD un verdadero éxito y uno de los fenómenos televisivos de 2014.
Pues bien, ahí estábamos. Sabiendo que iba a haber una segunda temporada, sabiendo que ni Rust Cohle ni Marty Hart volverían a aparecer en la pantalla, sabiendo que habría otro elenco y otra trama que no guardaría relación alguna con la temporada anterior, y empezaron los temores.
COLLIN FARRELL, ¿EN SERIO?
Los primeros datos que salieron sobre el elenco de esta nueva temporada correspondían a Collin Farrell y a Vince Vaughn. Esto ya puso a bastante gente en alerta, como a mi colega David, que coescribe este artículo. La idea de ver a Collin Farrel y a Vince Vaughn, dos actores que están un poco de capa caída, interpretar a personajes carismáticos daba un poco de miedo. Pero oye, muy poca gente habría dado un pavo por el señor McConaughey antes de verlo en TD. Así que decidí concederle el beneficio de la duda y darle una oportunidad a esta segunda temporada.
En el apartado técnico, aunque Pizzolato sigue llevando el timón del asunto, el director Cary Joji Fukunaga, que también cosechó excepcionales críticas y un globo de oro por su trabajo, se ha apeado del tren de la dirección aunque permanece como productor ejecutivo, al igual que Harrelson y McConaughey. El director de los primeros dos capítulos ha sido Justin Lin, a la sazón director de la saga Fast & Furious (¬¬)
Profecías agoreras aparte, mi intención era ver esta temporada lo más libre de prejuicio que pudiera, ahí van mis impresiones:
LA INTRO
Vale, la primera vez que la vi la intro me chocó un poco. Me resultaba raro el ritmo y me daba la impresión de que la cadencia de la música no encajaba con las imágenes. A pesar de la sensación inicial, al escucharla más veces le he ido cogiendo el gusto. Lo mejor para mí es que este tema hace referencias más claras a los personajes que aparecen en los capítulos, es más directa, más concreta. “i live among you, well disguised” Es una canción que habla sobre la trama. ¿Y Cohen tiene cosas mejores y más potentes?, claro que sí, ¡es Cohen! Pero la elección del tema no me resulta tan errónea, o al menos le encuentro justificación.
En donde si tengo que darle la razón a David es en la ausencia de profundidad y simbología de estas secuencias de apertura. Aunque por hacer de abogado de Pizzolato quizás sea porque esta segunda temporada es de hecho mucho menos simbólica y más mundana. No parece haber religión o rituales de por medio, sino una trama mucho más terrenal, más centrada en el mundo formal.
¿QUÉ TRAMÁIS MORENOS?
Y esto nos lleva directamente al meollo de la cuestión, el argumento de esta segunda temporada. ¿De qué va esta vez?
Las primeras declaraciones que Pizzolato hizo sobre el argumento de esta temporada hacían referencia al sistema de transportes y al mundo que se escondía tras él. De entrada ya parecía algo más nebuloso que la idea inicial de la anterior temporada. Tras haber visto los dos primeros capítulos puedo decir que la trama es decididamente más compleja que la primera. De hecho cuesta un poco seguir el hilo del primer capítulo dado que está casi por completo dedicado a presentar el escenario sobre el que se va a desarrollar la acción, sus protagonistas y las relaciones que se dan entre ellos. Consecuencia directa de este planteamiento es el número de personajes que podríamos considerar protagonistas: Tres policías y un mafioso. Para acabar de redondear las cosas, cada uno de los agentes pertenece a una administración diferente; tenemos a Ray Velcoro, agente de la emergente ciudad de Vinci, a Ani Bezzerides de la oficina del sheriff del condado de Ventura y a Paul Woodrugh un patrullero motorizado del estado de California. Cada cual con un pasado misterioso pero que parece haberles dejado numerosas secuelas.
En principio, una trama compleja no tiene porqué ser necesariamente algo malo. El problema viene cuando a esa complejidad se le nota cierta impostación. Dicho de otra forma: ¿La trama es compleja porque ha salido así o es un burdo intento de presentar algo complicado con visos de que parezca elaborado y original? Creo que la mayoría de lo que identificamos como aspectos negativos en esta temporada se derivan del planteamiento algo enrevesado del asunto. Como hay que explicar muchas cosas hace falta tiempo para que el espectador pueda ver todas las aristas del paradigma presentado, ese tiempo me resta narrativa para introducir a los personajes de forma progresiva, cosa en la que tampoco puedo concentrarme mucho dada la cantidad de los mismos y el origen e intereses dispares de cada uno de ellos. El resultado es la percepción de impostación o engaño que podemos tener en determinadas escenas. No es la capacidad interpretativa de los actores, el problema es la cantidad de datos que tienen que transmitirle al espectador en un corto espacio de tiempo. Todo queda demasiado abigarrado, demasiado apretado, demasiado dramático.
En su libro El Guión, Robert McKee escribe: “Una historia bellamente narrada es una unidad sinfónica en la que la estructura, el entorno, el personaje, el género y la idea se funden sin costuras”
Mckee utiliza el símil de la orquesta sinfónica para explicitar el hecho del uso comedido y justo de todos los elementos que juegan a la hora de crear un buen guión. Eso incluye también los recursos técnicos como los mencionados planos aéreos que sirven de botón de muestra del rumbo tomado por la serie. La sensación general es que esta segunda temporada abusa del recurso de este tipo de imágenes, pero lo cierto es que la diferencia no está en el número de veces que se utiliza esta técnica, sino en la duración de los mismos. Si comparamos los segundos capítulos de ambas temporadas veremos que la diferencia no es muy grande, 6 contra 8, pero estas exceden casi en dos segundos de media a aquellas y enlentecen el ritmo de la narración, fruto de, tal y como David plantea, el uso trivial de esos planos como transición entre escenas por ser considerados seña de identidad del estilo de la serie.
En esencia esto conecta con lo que se ha planteado más arriba, que hay muchos elementos y recursos que se están utilizando porque “toca” pero al emplearse de forma automática, la organicidad y la frescura del producto quedan notablemente reducidas sobre todo al compararlas con la primera temporada.
En resumen, creo que podemos decir que esta temporada (a menos que cambien variados elementos) no va a tener la magia que pudimos disfrutar en la primera. Eso no significa que no nos pueda entretener y nos vaya a dar momentos más que interesantes, pero definitivamente ha perdido potencia narrativa y credibilidad. El peso de las expectativas puede ser una dura carga.