Jurassic World, que alguien traiga de nuevo a Steven
Por Juan Antonio Fernández, @juantoniofer
Jugar con el pasado es un arma de doble filo. Por un lado están los productores ejecutivos y distribuidoras frotándose las manos con una franquicia a la que no hace falta presentar, que a los jóvenes les suena a acierto seguro ya que han visto esos logos, personajes y esas bandas sonoras en todas partes desde que nacieron y para los más adultos es fantástico en teoría; podrán volver a sentir esa magia de mundo fantástico que era el cine de los ochenta y de la primera mitad de los noventa. De ahí nacen reboots, remakes y continuaciones de sagas aparentemente muertas recuperadas veinte o treinta años después. Pero ¿Cual es la otra cara de la idea? muy sencilla, que con el tiempo solemos mitificar obras fílmicas (y de todo tipo) por la lejanía que suponen y por el impacto que tuvieron en nuestra infancia, un tiempo en que nuestra cultura y nuestro juicio cultural era limitado y fácilmente impresionable. Si encima se trata del renacimiento de una película o saga cuya calidad es objetivamente notable (en este caso, al menos en la primera), la cosa se torna complicada.
Antes que nada me gustaría avisar de que, aunque no sea un argumento muy original (y más, después de sacar tres películas prácticamente iguales), este artículo contiene spoilers, con lo cual, si estás muy interesado en la visión de la película, puede que se revele contenido importante de cara al final de la misma. A mi, como habéis podido dilucidar con el título del artículo, me ha decepcionado con lo que a modo de desquitarme destriparé algunas partes importantes del filme. Ya saben, lo que no se expulsa crece dentro y se hace más fuerte.
Ya saben (y más después de una campaña viral de trailers a cual mejor en internet) que se estrenó en cines la cuarta entrega de la legendaria saga de Parque Jurásico y muchas veces decimos que, cuando las cosas van bien, mejor no tocar nada no vaya a ser que se estropee. Pasó con el Padrino III, pasó con las tres últimas de Rocky (aunque Rocky Balboa tiene sus momentos) y cómo no, pasó con la última de la saga Parque Jurásico. Se nota que Spielberg tocó sólo la producción (al igual que la tercera) y, sobre todo, reconocemos explícitamente que estas dos últimas películas no están basadas en los best sellers de Michael Crichton. La película con mayor presupuesto, como suele pasar, es la más floja de todas en argumento, interpretación e incluso en efectos especiales diría yo, lo cual puede parecer un sinsentido.
Cuando fui a ver esta película tenía en mente, por supuesto, la primera película de Parque Jurásico, todo un clásico de nuestra infancia y una de las numerosas obras magnas del que fuera Rey Midas de Hollywood.
El argumento, a groso modo, era que un multimillonario había ideado un parque temático con la mayor atracción del mundo: dinosaurios. La extracción de la sangre de dinosaurios a través de mosquitos que quedaban atrapados en materia fósil, era la clave para poder clonarlos y crear, desde un laboratorio los extintos animales prehistóricos. Una película novedosa, con grandes efectos especiales, que combinaba el drama, terror y, cómo no: amor. Ahora, veinte años después, el parque se abría al público, pero, tras el fracaso de Jurassic Park, se tenía que reinventar, para empezar, cambiando de nombre, aunque se situase en el mismo lugar que el anterior. A partir de ahora, el parque se conocería como Jurassic World. Más grande, más peligroso, más digital y ¿mejor?
Un mega parque temático que llevaba abierto veinte años sin ningún tipo de problemas. Ahora, tras esas dos décadas, el parque necesitaba reinventarse ya que los beneficios eran cada vez menores y el nivel de satisfacción de los visitantes comenzaba a disminuir. Bien, una vez contextualizado, la trama de la película podía ir en cualquier dirección. Pero para variar un poco, la trama consiste en un dinosaurio más que peligroso que se escapa, causando el pánico que podemos imaginar. Para darle un poco más de aliciente, los protagonistas son dos niños que viajan al parque y cuya tia (a la cual no ven desde hace siete años y ni siquiera sabe las edades de sus sobrinos) era la mano derecha del jefe multimillonario del parque. La tía será clave en la película, primero le entrega dos pases vips a sus sobrinos y, segundo, les deja con una cuidadora de la que, evidentemente, escaparán y perderán de vista.
Lo que supuestamente es más interesante y lo que creo que destroza la naturaleza de la saga completa de un plumazo es que este multimillonario consigue que, desde laboratorio, creen el monstruo más grande, más fuerte y peligroso de todo el parque, un animal que le cause terror a padres y que los niños disfruten con la crueldad más sanguinaria que un dinosaurio pudiera mostrar. Este dinosaurio sería un híbrido entre T-Rex, Velociraptor y una rana que tiene la habilidad de camuflarse y no ser detectada en cámaras térmicas. Comienza a partir de aquí (sin dar muchos detalles, para que disfrutéis algo) un argumento bastante flojo, donde uno no sabe si reírse, pasar miedo o disfrutar de una aventura y es que el director Collin Trevorrow deberá explicar varias cosas. El dinosaurio se escapa (evidentemente sembrando el pánico), se come a dos personas, pero como es muy caro el dueño multimillonario dice que no pasa nada si han fallecido dos personas, pero que ese ser tiene que ser capturado sin ser dañado. Como es normal, cuando van todos los de seguridad a capturar esa cosa enorme y viviente, sin ningún tipo de arma mortal, los que mueren son todos los captores. Ya, a partir de aquí, se percata el dueño del parque que quizás sí que era buena idea matarlo directamente. Evidentemente y para dar más juego los niños se pierden, consiguen arreglar una batería de un coche que lleva veinte años sin usarse y escapan a la muerte varias veces hasta que va a salvarlos una especie de Indiana Jones y el prota de El Hombre que Susurraba a los Caballos, porque cuidaba y era el “Alfa” de los Velociraptores. Evidentemente, este señor y la famosa tía de los niños, serán los salvadores del parque, pero claro, después de tropecientas mil muertes, a cada cual más desagradable y después de un día muy duro donde este híbrido provoca la muerte de infinidad de personas y dinosaurios.
No voy a desvelar mucho más, pero sí que me gustaría recalcar la habilidad de la tía de los niños, Claire Dearing (Bryce Dallas Howard), quien es capaz de recorrerse todo el parque corriendo, conduciendo todo tipo de vehículos, saltando, trepando, ayudando a sus sobrinos en situaciones extrema y todo ello en tacones de aguja que no se rompen en toda la película. ¿Era esto el más y mejor?
La película entretiene si le exigimos únicamente eso y si eres fan de la saga tendrás que verla para completar el círculo. Puede (y creo que debería) que acabe con esta película ya que, la isla está dominada por los dinosaurios, el parque está en la quiebra y se tendrán que sacar de la manga otro argumento que ayude a éste, muy flojito. Aunque viendo la impresionante taquilla ya está confirmada una especie de segunda trilogía actual. Los efectos especiales están bien pero sólo eso, teniendo en cuenta que la primera película se estrenó en 1993 el impacto debería ser mayor y la mejora mucho más sustancial, más allá de las magistrales presentaciones y la habilidad tras la cámara de Spielberg. En definitiva, Jurassic World sería un entretenimiento decente si no fuese porque de algún modo mancilla a una película que va más allá de ser un clásico de la infancia, del cine de aventuras y de la vanguardia tecnológica en el cine que ha acabado desembocando en un espectáculo de fuegos artificiales sin alma. Que alguien traiga de nuevo a Steven.
Y salen dinosaurios.