El ministerio del tiempo, cerrado para desayunar
Por Chema de Ángel, @ChemaAR
Me pongo en modo abuelo cebolleta y recuerdo (a duras penas, cambiando fechas y la realidad, como si de un buen abuelo cebolleta se tratase) como hace un tiempo no muy lejano todo el mundo se echaba las manos a la cabeza con la noticia aquella, rara para ser de España, sobre que RTVE estaba levantando un proyecto llamado ‘El ministerio del tiempo’ con los creadores de ‘Isabel’ y que iba de un señor que trabajaba en un ministerio, cual funcionario, e intentaba arreglar cosas, muy importante y vital esta palabra para el desarrollo de toda la trama, a lo largo del tiempo histórico español.
Hagamos una pausa dramática, dura, profunda cual pozo dónde se cayó una niña en Cincinatti hace muchos años, y asimilemos lo que esta simple (aparentemente) sinopsis pueda parecernos, sin olvidar que venimos de una cultura televisiva que siempre ha abogado por la normalidad en cuanto a sus historias, y que presentaban como novedad e hito televisivo cosas como ‘una escuela de danza para chicos guapos que quieren triunfar y tienen problemas de adolescentes y hacen esas cosas’.
Una vez asimilado estos conceptos, las críticas no se hicieron esperar (sí, si, ya se, la serie no había salido, ni siquiera se sabía quién iba a protagonizarla, pero recáspita, somos españoles, no dejemos escapar un mágico momento para criticar algo que no conocemos, queramos siempre que los demás fracasen para regocijarnos en esa humillación pública al cántico futbolero del yo ya lo dije) y tres minutos y medio después de que la noticia saliera a la luz, un amante de la ciencia ficción internacional, que ese día había desayunado poco y aún estaba traumatizado por el final de ‘La cosa rara del tiempo intermostelar’ una historia sobre Móstoles y los viajes en el espacio tiempo a través de agujeros de gusano de seda, decidió que aquello de ‘El ministerio del tiempo’ era una cosa que ya se había hecho, que aquella cosa era Doctor Who, y qué demonios hacen estos españoles copiando algo que ya existe, por qué demonios (otra vez) no doblan en condiciones Doctor Who y la emiten en prime time como se merece, porque Doctor Who es una serie británica que nos representa lo suficiente como para que alguna cadena privada invierta dinero en comprarla y ponerla a combatir frente a un Gran Hermano VIP.
Después de esta crítica consensuada en un foro de internet de amantes del sci-fi, la cosa se quedó ahí, y no fue hasta que salió una segunda sinopsis, con algunas fotos del rodaje, cuando la furia del espectador medio español y amante de la ciencia ficción no decidió parar, pensar, analizar lo que estaba leyendo y viendo y decirse aquello de que quizás la serie podía estar bien. Puede estar hasta bien, se decía en algunos corrillos bajo el hagstag #puedemolar.
Esperanza.
Y avanzamos la fecha gracias a la máquina patentada para viajar en el tiempo que ha inventado el ser humano, la monotonía y nos encajamos un martes a las 22:35 delante del televisor para ver qué era aquello de Rodolfo Sancho, Aura Garrido y el de Hospital Central, también conocido como Nacho Fresneda. Antes ha habido un partido de fútbol, ya me cuesta distinguir qué equipos juegan o si eso es Liga, Copa, Champions o un solteros contra casados en el que ambos bandos han cuidado su línea y su depilado, haciendo casi imposible distinguir quién es el soltero y quién el casado.
Pues en esas nos vemos, ha empezado un poco tarde, o tal vez se me ha adelantado el reloj, no estoy seguro, Twitter ya está que arde, y el community manager de la cuenta oficial del programa de televisión se muestra como un tipo jovial, cercano y sobre todo, preparado. Sabiendo manejar las críticas, porque siempre las hay, manejando a ese fanático fandom del sci-fi español que ahora mismo abarrota internet criticando el tweet de alguien que si está viendo la serie. Todo mal, dicen algunos, mientras el desarrollo de la serie nos lleva desde Flandes hasta 2015, desde construcción del acueducto de Segovia hasta la Barcelona de 1808. Los más estudiosos en paradojas espacio-temporales, ya están haciendo gala de la multitud de fallos que tienen y de cómo se nota ese croma o lo mal que lo hace un secundario al que nunca volveremos a ver, bah, series españolas, que asco, se dice un joven de Burgos mientras hace zapping y disfruta un avance de una nueva serie española en otro canal, un melodrama sobre la guerra de otro país. ‘Bah, series españolas’, se transforma durante cinco minutos en el nuevo ‘bah, es cine español’.
En cambio, al otro lado de esta línea difusa entre el amor y el ‘yo ya lo dije’, están los que disfrutan de ‘El Ministerio del Tiempo’ con auténtica admiración; no se sabe si por las bajas expectativas o por la sorpresa y amenidad que desprenden sus diálogos y sus chascarrillos continuos a la cultura española (recuerde bello, esbelto y maravilloso lector, que somos españoles ante todo, y si hay algo que nos guste más que criticar, es que hagan muchos chistes sobre lo cutre que es ser español, dónde al final salgamos vencedores cual lepero a costa de otro europeo menor como pudiera ser un portugués).
Se ha acabado el primer episodio y pretenden que aguantemos un poco más viendo un jugoso documental sobre cómo lo hicieron todo y cómo han tratado la historia de sus personajes, conocemos de cerca de Javier Olivares, uno de sus creadores y nos cuenta la historia de su hermano Pablo, gran culpable de todo lo que ‘El Ministerio del Tiempo’ pueda traer a nuestras vidas; pero justo en ese momento, los cánticos de sirena, los yo ya te lo dije, incluso aquellos defensores a ultranza de que esto era una copia barata (más barata que la original, ojo) de Doctor Who se predisponen a comprar su primera camiseta del ‘MdT’, ya hay fans de toda la vida, un pequeño grupo de amantes de las cosas raras están buscando fecha para organizar la primera convención del ‘Minis’, nosotros la llamamos así– se dicen, que mezclaran con una de Star Trek y otra de Star Wars, ya se baraja el primer nombre, la ‘MiniCon’, algunos dicen que ese nombre les suena un poco homófobo si se pronuncia muy rápido y con la entonación correcta, otros hacen hueco en sus estanterías para la multitud de merchandising que están dispuestos a comprar. Todos han cambiado de opinión y hacen el mahometano ante la figura de su creador y sus protagonistas.
Y es que ‘El Ministerio del Tiempo’ se ha transformado en apenas dos episodios en un soplo de aire fresco a la sombría y monótona vida de la serie española, conformando una raya en el agua (al menos de momento) que formará parte de nuestra historia y cultura, demostrando que todavía hay buenos guionistas en este país, que si les dejan, pueden hacer cosas e incluso llegar a tutear a una serie de otra nacionalidad y con más dinero, porque pese a todo, el talento sigue estando en las personas y no en el presupuesto.
BOOOOM!
Hola, Berni, tengo todas tus fotos.
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