Doctor Cancamusic: Una hermenéutica para Franco Battiato
Por Doctor Cancamusic, @DRcancamusic
Hola amigos y amigas del inframundo #CIBASS, bienvenidos y bienvenidas (joder que cansado es esto del lenguaje inclusivo) a mi programa en esta vuestra emisora habitual.
He estado repasando mi bandeja de entrada y entre todos los correos recibidos tras mi anterior artículo en este sitio y apartando los que solo se interesan por saber quien soy en realidad, debo confesar que estoy impresionado por vuestros gustos musicales, propios de lúmpenes y débiles mentales. También tengo que reconocer, eso sí, que entre tanta estupidez he encontrado algo sobre lo que podría valer la pena detenerse. No sé si la intención del emisor era irónica o no, pero como es lo más interesante de todo lo que he recibido, me lo quedo.
Hoy os voy a traer una nueva luz que ilumine vuestros tristes y desesperados caminos mentales. Hoy quiero hablaros (e iré en serio) sobre Franco Battiato. Que sí, que hablo en serio. Muy en serio. Aunque ya os iré explicando poco a poco mis motivos debo deciros que es un tipo al que hay que respetar. Sí, en serio. Sé que tenéis la mente llena de ponzoñosas referencias musicales en general, incluyendo algunas que venían de Italia y habéis contemplado como se comían prácticamente una mierda en el mercado nacional: si eres joven pues tal vez Nek ¿se escribe así? o Laura Pausini. Si ya casi que peinas canas es probable que te suenen las hermanas Goggi o Raffaella Carrá. Y si eres una momia viviente pues Rita Pavone o Al Bano. Quién sabe.
El caso, y aquí hay una clave interesante, es que al ser países mediterráneos, de esos de andar cerca, pues hay dos factores operativos básicos en la historia de las transferencias musicales Italia – España. El primero es considerar que el italiano es un idioma muy parecido al español, y que con unos arreglillos y algo de traducción se puede ampliar el mercado potencial con un país más. El segundo es entender que nuestro país (el artista anteriormente conocido como España) es la puerta de entrada a ‘El Dorado’: si se triunfa en España, es posible triunfar en latinoamérica -y ahí sí que hay más millones de personas y más pasta-. El caso es que el malentendido de estos dos factores cruzados ha creado graves intentos de penetración (perdón) cultural con desastrosos resultados.
Pero de la maleta de los intentos italianos que pudieron ser y no fueron debemos sacar al maestro, al único, al irrepetible, el ser superior que merece este artículo y todos los que se le puedan dedicar: Franco Battiato. Que aunque pudiese parecer que no debe ser sacado de la misma cesta que el resto, ocurre todo lo contrario: es manifiestamente grande. Y esto a pesar de que cayese en los mismos errores que los demás: limitarse a traducir en lugar de adaptar (perdiendo toda la métrica y la musicalidad), no aprender verdaderamente el idioma castellano (‘es muy parecido, solo tienes que terminar todas las palabras con -s-’ parecen pensar los italianos).
Incluso hace poco más de un año el maestro estuvo en nuestro país promocionando su último disco en castellano y resultó que no se manejaba muy bien con el idioma. Vaya. Por favor: inviertan más en promoción y pónganle un traductor cuando salga al extranjero.
Aquí promocionando su último disco traducido al castellano ‘Ábrete Sésamo’:
Además para echar un poco más de leña al fuego lo cierto es que el aspecto y pose del maestro no ayudaron en absoluto. Aquella parodia hecha por los horribles Martes y Trece solapó por completo al original y ya solo nos quedamos con esa referencia del ‘tío raro con gabardina’. Lástima.
Sí coño, sí. Lástima. Porque el tipo es bueno, muy bueno.
Pues eso amigos (y amigas), la historia de este siciliano chiflado merece ser contada y aunque nos pueda pesar un poco, mejor salir al encuentro de su música directamente en italiano, que es donde se hace fuerte y cobra (algo más) de sentido. Buceemos primero un poco en ‘sus cosas’, en su contexto, en su estilo de vida de ermitaño refugiado en las faldas del Etna donde lee vorazmente, de sus gustos orientales y de su predilección por el autoconocimiento a través de las enseñanzas de Gurdieff y las de los sabios sufíes.
Es Battiato tal vez el más excéntrico de todos los músicos italianos y a la vez, terriblemente culto e inteligente. Esto hace que su obra resulte resistente a análisis superficiales y que intentar ponerlo bajo etiquetas o directamente encuadrarlo sea aproximadamente matarlo.
Nacido en Sicilia, la isla de la mil invasiones, justo dos meses antes de la rendición alemana en la segunda guerra mundial, nunca se ha prodigado en la vida pública más allá de lo necesario para su carrera artística: conciertos, promociones, entrevistas (en fase de promoción) y poco más. Nunca ha dejado definitivamente la isla en la que nació y en la que hasta hasta fallecer vivió junto a su madre, e incluso ha llegado a ostentar cargos honoríficos y puestos en la administración pública como consejero de Turismo, cargo del que fue cesado tras llamar ‘putas’ a los políticos italianos y recomendarles que abrieran directamente un prostíbulo durante un acto oficial en pleno parlamento europeo.
Supongo que la ofensa fue enorme para las meretrices italianas, que no merecían tal descalificación: la política italiana apesta, y mucho. Y desde siempre. Y a Battiato siempre le han dolido mucho ‘las Italias’. Así que al hilo de esto uno de sus hitos musicales que primero podríamos reseñar más que merecidamente es ‘Povera Patria’ (pobre patria), una composición integra (letra y música) del mismo Battiato. Esta dura canción formaba parte de su disco ‘Come un cammello in una grondaia‘ (como un camello en una tubería) y salió en 1991, con un claro sentimiento explícito de asco, rechazo y frustración por la sociedad de consumo occidental en general y por la italiana en particular, en un contexto en el que empezaba a explotar el caso “Tangentopoli’’ (la ciudad de los sobornos, tal vez el mayor caso de corrupción política a nivel estatal en Italia y que en su fase final, tras la descomposición de los partidos tradicionales abriría las puertas al nefasto Berlusconi) en un estado de podredumbre mafiosa que culminaría un año más tarde con los atentados mortales a los jueces Falcone y Borsellino. La sociedad italiana descendía a los infiernos mientras el maestro Battiato cantaba:
“Povera patria! Schiacciata dagli abusi del potere
di gente infame, che non sa cos’è il pudore”
(¡Mi pobre patria! Aplastada por los abusos del poder
de gente infame, que no sabe lo que es el pudor)
Ah, que gustazo. El maestro se pasa toda la canción apesadumbrado y anunciando que no, que nada cambiará, hasta que al final del tema comienza a proponer que sí, que cambiará y que podrá haber esperanza. A los italianos les tocó unas décadas antes toda esta basura que estamos contemplando nosotros ahora. ¿Os imagináis a una estrella de la música de este país proclamando esas estrofas. No, seguramente, no. ¿Ana Belén y Víctor Manuel? ¿Joaquín Sabina? venga no me hagáis reir. David Bustamente tal vez no dé la talla para eso y a Fito le sepa poco romántico. Aquí el caldo de cultivo para esos mensajes en la música es el Rock o el Hip Hop político y poco más. Tal vez allí también era así, y por eso tuvo tanta repercusión: De repente el loco Battiato, el artista que llevaba desde finales de los sesenta entretenido creando sonidos experimentales, musica progresiva y haciendo ganar dinero a las discográficas con discos que se vendían razonablemente cargados de metáforas y letras extravagantes nada peligrosas (o que directamente la gente no entendía) se volvió peligroso. El extraño payaso musical dejaba a un lado las temáticas eróticas o sexualmente explícitas para posicionarse. Se veía venir. Venía cabreandose desde una década antes y al final explotó: su imagen personal se radicalizó a la par que su lírica y comenzó a lucir una barba talibán.
Así que se le intentó expulsar del negocio anulándole conciertos y negándole diversas entrevistas para sacarlo del circuito, pero él ya estaba en otra órbita, ya empezaba a ser inalcanzable. En 1992, en el Irak embargado y bloqueado económicamente tras la invasión de EEUU ofreció un concierto con fines benéficos para los empobrecidos niños del país. Y ya era una leyenda.
De hecho venía de una década interesante en cuanto a popularidad. Los ochenta habían sido diez años bastante fructíferos (su disco de 1981 ‘La voce del padrone’ había sido el primer LP de un músico italiano en vender un millón de copias) en la carrera de Battiato, que se había lanzado ya lejos de las experimentaciones y había empezado a construirse una figura que si bien no abandonaba su estatus de rara avis empezaba a cruzarse con lo social. Pero lo social a su manera, claro: metáforas, símbolos, signos, referencias culturales importantes cruzadas en sus mensajes y la intención manifiesta de expresarse de manera global realizando acercamientos a través de sus viajes e investigaciones a cualquier país que albergase una música y cultura interesante para él. En su particular búsqueda de lo global escucha e investiga cualquier pista que le enriquezca en cualquiera de sus facetas: pintura, música, escritura…Battiato es una máquina que devora cultura, la digiere, la metaboliza y la devuelve reconstruida en formas extrañas que implican un esfuerzo investigador para el que quiera comprender verdaderamente que quiere decir el maestro.
Precisamente de ese disco legendario llamado ‘El arca de Noé’ podríamos rescatar una de sus grandes canciones: Centro de gravedad permanente.
Que arranca con una estrofa fuerte, y que aunque pudiese parecer algo inconexa e incluso surrealista, está cargada de referencias y metareferencias. Atentos:
“Una vecchia bretone
con un cappello e un ombrello di carta di riso e canna di bambù.
Capitani coraggiosi
furbi contrabbandieri macedoni.
Gesuiti euclidei
vestiti come dei bonzi per entrare a corte degli imperatori
della dinastia dei Ming.”
¿Qué es esto? parece que el maestro se va hasta siglo XVI y realiza un repaso cultural: el mar (astutos contrabandistas macedonios, la novel ‘Capitanes Intrépidos’ de Rudyard Kipling), la historia de la colonización y la diáspora: jesuitas enviados a propagar la palabra de Dios por el mundo, llegando hasta China y Japón. ¿Jesuitas euclídeos? atentos, porque uno de los jesuitas que marchó a oriente fue el italiano Matteo Ricci (1552 – 1610) un experto en matemáticas y geometría euclídea enviado por la orden a China donde predicó el cristianismo durante treinta años, mientras era valorado como un sabio occidental por la corte imperial. Y Battiato sabe todo esto.
Al final el maestro solicita irónicamente (irónicamente ya que su primera condición es la de investigador incansable y ecléctico) su derecho a no volar, a renunciar a soñar pidiendo un ‘centro de gravedad permanente’ que limite sus movimientos, rechazando por el camino corrientes y novedades:
“Non sopporto i cori russi
la musica finto rock, la new wave italiana, il free jazz punk inglese.”
“No soporto los coros rusos
la falsa música rock, la new wave italiana ni el free jazz punk inglés.”
Es básicamente una canción de humor, con una interpretación mayoritaria en clave de broma e ironía: declara prácticamente que lo que necesita es no moverse de sus puntos de vista u opiniones sobre las cosas y la gente (Cerco un centro di gravità permanente che non mi faccia mai cambiare idea sulle cose sulla gente), parodiando a la gente que prefiere mantenerse en la misma posición toda su vida de una manera conservadora. Y así lo histriónico de Battiato empieza a pasar a un segundo plano para empezar a pedirnos un poco de respeto. Que el videoclip nos resulte francamente bizarro es algo natural, aunque le concederemos la posibilidad de usar atenuantes: fue hecho hace muchos años y además, siempre puedes pensar que en el mismo momento en el que Battiato vendía un millón de copias o tú o tus progenitores estábais escuchando a Manolo Escobar, ya que todavía no habíamos salido del cascarón musical en el que nos sumergió la dictadura. Un respeto.
De su disco posterior ‘L’Arca di Noè‘ de 1982, remarcaremos el clásico, el éxito, la marca universal de Battiato, el himno: Voglio vederti danzare
¿Qué decir del himno? sin duda mucho mejor en italiano que en castellano, conservando los efectos del lenguaje, el ritmo y una mejor métrica. La canción que todos tenemos en la cabeza, el temón al que todos asociamos a Battiato instintivamente si alguien nos pregunta por él. La música para la música, el compendio de las culturas y las fiestas de los pueblos conocidos e investigados por Battiato, su atlas musical particular incluyendo su fascinación por el mundo árabe. Éxito absoluto traducido al castellano y al inglés. Ritmos de violines, teclados y programaciones (fase Hard-Casio de Battiato) irrepetibles. Y a ritmo de siete octavas.
*Franco Battiato fotografiado por Giovanni Canitano
Quisiera terminar este primer capítulo del camino inverso hacia atrás en el tiempo sobre el maestro con este himno que seguro os resulta de grato recuerdo. Recorrer las sucesivas etapas y fases de Battiato es un ejercicio complejo y muy, muy laborioso. En cada estrofa hay un enigma, un enlace, una clave que anuncia su siguiente transformación, un reto de composición de la hermenéutica de ‘lo Battiato’ que puede hacernos llegar más allá en el viaje a través de los universos de este irrepetible creador mediterráneo.
Nos veremos en la próxima entrega amigos (y amigas).
Saludos desde la consulta.
[…] Sésamo”, “tal vez uno de los mejores trabajos adaptados a nuestra lengua” de Franco Battiato y más reciente, pero sin ser novedad, Alberto nos habló del “The Art of Sampling” […]
Me encanta tu artículo. Sólo comentarte que “Pobre patria” dónde preguntas irónicamente, si podemos imaginar esa letra aquí en España, por crítica es de Manolo García del Último de la fila.
Qué ironía no?
Un abrazo y gracias por tu artículo.
Yo también he pedido siempre respeto por este gran artista