Cinco razones para volver a ver Anchorman, la leyenda de Ron Burgundy
Por Redacción CIBASS, @CIBASS_Blog
Seamos honestos: nosotros tenemos Torrente y ellos tienen Anchorman. Podremos intelectualizar todo lo posible, extraer capas de lecturas posibles, ofrecer datos acerca del elenco cómico protagonista y sus trabajos anteriores y posteriores…pero lo cierto es que la ¿inolvidable? película cómica del año 2004 que hoy nos ocupa es una pieza muy “amiguetes productions” donde todos los amigos y contactos posibles se suman a este descerebrado proyecto para levantar algo que -por suerte- no nos dejará en la indeferencia.
Pero prácticamente porque entendemos que fue diseñada a medio camino entre hacernos reír e incomodarnos. Tal vez sea por el trabajo conjunto desplegado por este set de actores protagonistas venidos de Saturday Night Live (el legendario programa cómico de la NBC), por la escuela de sketchs y gags que son su background profesional (esta película es una concatenación de escenas, prácticamente) o bien por su absurdo nivel de humor espeso, sal gorda y caspa ancha (chistes y tópicos elementales, visuales, poco elaborados y efectos directos), Anchorman (en sus dos partes) consiste en algo difícilmente defendible desde el punto de vista del espectador medio, así que o dejamos pilotar al niño o niña interior (borrando el disco duro para no juzgar) o bien le abrimos paso al cuñado que todos llevamos dentro. En ese caso tendremos una opción de disfrute entre sus aspectos más bizarros y vulgares, dentro del encaje de las chifladas aventuras de su protagonista y su equipo de tarados…Ron Burgundy, el Anchorman.
¿Qué es un Anchorman? ¿Qué significa? aunque en castellano se tradujo como “El reportero“, la palabra Anchorman en inglés apunta de manera figurada a un jugador estrella, al elemento más capacitado en el terreno de juego para liderar al resto del equipo y permitir que todos se vayan apoyando en él como eje: ese es el rol que representa Burgundy dentro de otro escenario diferente. El plató de televisión.
Ron Burgundy es un presentador estrella de informativos rodeado de un equipo de colaboradores dislocados donde se cruzan un hombre del tiempo con déficits, un golfo y un vaquero sureño con pulsiones homosexuales que luchan por abrirse paso. Todo va bien en esa visión que comparten sobre los informativos: el objetivo es dar al pueblo estadounidense cuanta más mierda, mejor. Y cuanto más trivial y estúpida sea una noticia, más tiempo debe recibir en el programa. Con esa premisa (apuntemos un tanto a la película, por si viene a decir que el fin de los informativos es distraer de lo importante y seguir atontando a la población), las cosas saltarán por los aires en cuanto se incorpore a la plantilla una nueva periodista ambiciosa que viene a romper el universo íntimo reaccionario, machista y bizarro del equipo original. Hoy proponemos – en una huida hacia delante – cinco motivos para revisitar este claro caso de cine majareta y mientras sonreímos pensando en la escena en la que Jack Black lanza al perro de Burgundy por un puente con una fuerte patada, os dejamos con cinco motivos para volver a lanzarse a este vacío. Que ustedes disfruten. No digan que no avisamos.
-La historia
A pesar de los momentos surrealistas y absurdos, Ron Burgundy cuenta más que eso. Es básicamente una radiografía de la sociedad de los setenta con sus pros y sus contras; si por un lado vemos que el sentimiento de equipo y unidad es mucho mayor en cuanto al equipo inicial de noticias, por otro tenemos que el machismo estaba tan latente aún en los setenta que resulta ridículo, todo aderezado con unos comportamientos exagerados en una historia que se va moldeando a la perfección.
La historia evoluciona maravillosamente bien para tratarse de una de esas comedias que solemos denominar como “estúpidas”, encajando sus piezas como un puzzle. Y es que desde la supuesta desaparición de Baxter (el amado perro de Burgundi en las dos películas, con el que incluso se comunica fluidamente) toda su vida empieza a desmoronarse, dando lugar a un segundo y tercer tercio del filme aun más divertido; la caída en desgracia del presentador. Y esa es una constante en las películas de Will Ferrell (al igual que en Pasado de vueltas o en Semi-profesional), el momento en que se hunde su carrera y asistimos a momentos tan tronchantes como estúpidos. Pero la gran diferencia en esas películas que terminan en “Movie” y a las que suele asistir el público español en masa es que aquí los momentos disparatados son fruto de unos actores sensacionales (Will Ferrell, Paul Rudd o Steve Carell) y de la improvisación, por eso son esenciales las tomas falsas en las películas de este equipo y que suelen aparecer en los créditos o en los extras del DVD y el Blu-Ray.
-Los actores
A Will Ferrell le acompaña la guapísima Christina Applegate (que también tiene su gran vis cómica), el hoy conocidísimo Paul Rudd (gracias a Ant-Man), el genial Steve Carell y un inseparable de Ferrell: David Koechner. Apoyados por un buen casting de secundarios, hoy en día -a más de doce años del estreno de la película- los protagonistas han demostrado tener un talento para la actuación (incluyendo el drama) de reconocimiento mundial, pero su habilidad para el humor sigue sobresaliente. Tal como mencionábamos antes, la imaginación para la improvisación en los diálogos es desbordante, hasta tal punto que al visionar los extras en las películas y ver todas las opciones de diálogo que se plantean en una misma situación es casi imposible saber cual es la mejor; la más brillante y descacharrante. Si algún día alguien dice que estos tipos no tienen una agudeza por encima de lo normal que se ponga estas escenas y quedará impresionado.
-Los cameos
Una de las muchas cuestiones que han convertido a Anchorman en una película (aunque hoy en día son ya dos partes) legendaria para los amantes del humor son los constantes cameos de máximo nivel; Vince Vaughn (que casi se le podría considerar actor secundario), Ben Stiller, Tim Robbins (ahí es nada), Luke Wilson, Danny Trejo, Jack Black o Seth Rogen. Un listado de apariciones en gran parteimpredecible y que en la segunda parte de la película (Los amos de la noticia) es incluso superada; el rapero Drake, Harrison Ford, James Mardsen, Kristen Wiig, Sacha Baron Cohen, Marion Cotillard, Will Smith, Kirsten Dunst, Jim Carrey, Liam Neeson, John C. Reilly (la mejor pareja cómica para Ferrel, como vimos en Hermanos por pelotas y Pasado de vueltas), Kanye West y de nuevo Vince Vaughn.
Aun siendo mucho mayor el elenco de cameos de la segunda parte, la primera y original es mucho mejor. Y es que aunque respetable se antoja mucho más perezosa y recure a situaciones mucho más predecibles, diálogos inferiores y se disfraza de algo más deslumbrante para acabar ofreciendo menos. Es por ello que el título de este artículo habla casi en exclusiva del primer filme.
-Los gags
Maravillosos, unos por tratarse de humor clásico de máximo nivel (si es que eso no es bastante subjetivo) y otros por ser incoherentes, irracionales e insensatos, que son los que nos encantan. Y es que Ron Burgundy es una película que no se vende como gamberra (y que si lo hacen muchas otras destinadas a un público más jóven y en las que se limitan a decir tacos, fumar marihuana y a mostrar semi desnudos) y sin embargo es tan irreverente y políticamente incorrecta que nos sigue pareciendo igual de genial con el paso de los años que en su fecha de estreno.
-La escenografía
Aunque se trate de una película de humor que sólo con el tiempo ha conseguido su sitio, la escenografía de la película es sobresaliente, así como todo lo relacionado a situarnos en la época. El vestuario, los sets en el plató, las calles y coches, los peinados e incluso el modo de pensar (que hoy nos parece bastante primitivo) es calcado al de la época. Sin embargo, y como diferencia a la previsibilidad de la mayoría de películas fáciles de humor contextualizadas en otro tiempo, tanto las ropas como los peinados no están exagerados para hacer chistes fáciles, sino que son bastante fidedignos. Y es que al igual que con otras películas de Will Ferrell tanto el entorno como las prendas de vestir, peinados y similares suelen ser discretos y fieles, lo que convierte aun en más absurdos a los protagonistas con un comportamiento estúpido y excéntrico en un entorno normalizado, lo que amplifica el efecto.