¿El ocaso del guerrero? CM Punk vs. Mickey Gall
Por JD Romero, @JD_Romero23
Durante mucho, mucho tiempo la compañía de wrestling o lucha libre más importante del mundo (la archiconocida WWE) estuvo detrás del luchador más completo, respetado y carismático de los circuítos menores, entendiendo como inferiores a compañías como “Ring of Honor”, “Total non stop action wrestling” o “Pro Wrestling Guerrilla”, empresas de lucha bastante respetables y con notable base de seguidores pero cuyo impacto mundial es ínfimo al lado del gigante World Wrestling Entertainment (antes World Wrestling Federation) del magnate Vince Mcmahon. Punk – cuyo nombre real es Phillip Brooks- estuvo durante varios años negándose a ir al gigante del ‘entretenimiento deportivo’ debido a que en esas otras compañías más pequeñas se daba un wrestling más real y puro, ya que la calidad de las luchas (sin censuras en movimientos más arriesgados) era mejor y la importancia de los storylines o guiones estaban en un segundo plano en contraposición a la WWE en la que es tan importante una cosa como la otra debido a su magnitud a nivel mundial.
Pero pasó el tiempo y la insistencia de los McMahon fue tal que CM Punk acabó cediendo, aunque sabíamos que no sería fácil. Un luchador que prefiere quedarse durante años en ligas menores con una diferencia salarial y de fama mundial notable a la baja (sólo porque la calidad de las luchas es mejor según su opinión) dice bastante de su personalidad, alguien con criterio que antepone otras cosas a lo que la mayoría de la gente prefiere. Pero CM Punk en la WWE lo tuvo todo desde el minuto cero; en su primera aparición fue vitoreado y aplaudido como ninguno -y es que era notorio el empeño de la WWE en el luchador de Chicago- , fue campéon durante casi dos años seguidos, su legión de fans era inmensa y las ventas de merchandising iban viento en popa. Sólo hay que oír el estruendo de la muchedumbre al oír las primeras notas de su canción de salida al ring (‘Cult of personality’ del grupo de funk metal Living Colour) para darse cuenta de lo querido y valorado que ha sido Punk entre los fans de la WWE durante todos estos años.
Pero más allá del tirón entre los fans, desde la directiva se le dio su sitio (a grandes rasgos) justamente de acorde a su talento y tesón (al contrario que a muchos otros grandes luchadores como Alberto del Rio o Dolph Ziggler), tuvo feudos con Edge, William Regal, Rey Mysterio, Daniel Bryan, Randy Orton, John Cena o Chris Jericho y sus momentos de gloria más que ser muchos fueron continuados, Punk salía al ring y era tan querido que no se podía hacer otra cosa desde la directiva. Pero la WWE no deja de ser algo así como un campo de recogida de algodón de Missouri a mediados del 1.800 disfrazada de majestuoso espectáculo de lucha; los wrestlers tienen tres programas grabados a la semana (NXT, Raw y Smackdown), alrededor de tres ‘House shows’ semanales (shows no emitidos en televisión) y un Pay Per View al mes, además de todos los eventos benéficos y para fans acordados. No son pocos los wrestlers que estando arriba y con un buen salario acaban dejando la compañía extenuados por un ritmo de trabajo tan asfixiante como incompatible con un matrimonio fuera de la compañía y una vida que se parezca a cualquier cosa que entendamos como ‘normal’. El luchador Ryback dejaba la empresa hace poco y formulaba unas declaraciones bastante duras contra la WWE y lo mismo pasó poco antes con CM Punk y muchos otros: todos repiten las mismas quejas sobre los mismos patrones laborales. El propio Punk acabó agotado tras (y siempre según sus propias palabras) acabar luchando con una infección, con costillas rotas, varias contusiones, rodillas malheridas así como padeciendo de un notable insomnio. La extenuación del luchador y verse frustrado por ser durante demasiado tiempo algo así como ‘el mejor de los segundones’ (ya conocemos la pasión de Vince McMahon por los luchadores mucho más corpulentos -aunque menos técnicos- que Punk) acabaron por hartar al de Illinois, que acabó recibiendo una carta de despido que él mismo había buscado, curiosamente el mismo día de su boda.
Tras la salida de CM Punk de la World Wrestling Entertainment (y la consabida decepción por parte de los fans del wrestling al perder a uno de los mejores) se anunció -tan sólo un mes después- su fichaje por Ultimate Fighting Championship, lo que sería todo un caramelo para la empresa de MMA, teniendo en cuenta la propularidad de los luchadores de la WWE a nivel mundial. Punk comenzaba a entrenarse y todo el mundo parecía tener una opinión al respecto. Duke Roufus, Anthony Pettis y Ben Askren entrenarían al ex-wrestler durante dos años (inicialmente serían seis-siete meses) para sus primer combate en el ring octogonal
Pero el tiempo pasa volando y Mickey Gall fue el elegido para enfrentarse a la antigua leyenda de la WWE. Con trece años menos y ocho más en experiencia en MMA, el de New Jersey derrotó a Punk en poco más de dos minutos y el desconocido pero experimentado acabó con la leyenda que cambió los cuatro lados por ocho. Punk erró intentando llevar la iniciativa y atacar a Gall que aprovechó el propio impulso de su oponente para tirarlo al suelo y vencerlo ante la atónita mirada del público que había pagado para disfrutar un poco más de este combate que se antojaba histórico por morboso.
CM Punk dio una rueda de prensa post combate que lo honra. Su arrogancia se convirtió en serenidad y coherencia y, tal como decía Sylvester Stallone en Rocky Balboa; “había acabado con la bestia”. A Punk se le quedó pequeño un tipo de lucha-espectáculo en el que era vitoreado y querido en todo el mundo y en el que vendía figuras de acción y camisetas en casi todos los países del globo. Hay personas cuyo espíritu (del mismo modo que se resistió durante mucho a ir a la WWE) está por encima de los placeres del resto de los mortales; podía haberse quedado ganando millones de dólares en su zona de confort de fama y dinero pero decidió cambiarlo por un lugar en el que no era nadie y podía no serlo nunca, al fin y al cabo tiene ya 38 años y acaba de debutar. Pero a pesar de las mofas y críticas por su sonada y rápida derrota, Punk representa el espíritu del que prefiere ser humillado retándose a sí mismo y demostrándose que tenía agallas a seguir sintiéndose explotado en una multinacional que construye (y destruye cuando toca) súper héroes a los que explota. Amamos la WWE, hemos crecido con ella y nos encanta su espectáculo pero también damos su sitio a un luchador que prefiere ser apalizado por un tipo mucho más joven que seguir el juego del monopolio de un negocio tan antiguo en México y Estados Unidos. Punk ha perdido la lucha contra Gall pero muy probablemente es la derrota más exitosa de sus últimos años.