Los hijos de Scott-Heron se reunen para poner bocabajo a la vieja América
Por David Rodríguez, @davidjguru
Al principio parecía haber dos caminos para llegar al mismo destino. Uno podía acercarse desde el Rock de corte socio-político, ya saben, esos grupos que venían a tronar diciéndonos que este sistema era una mierda como de aquí a Cincinnati de grande. Ello te llevaba a cosas reivindicativas, un grupo te llevaba a otro y de repente habías dado un salto a BodyCount y ya estabas dándole caña al máximo al cassette del antiguo grupo de Ice-T. Ya tenías casi todo el camino hecho.
Podías también haber llegado desde la MTV, con aquella mandanga del Yo! MTV Raps, te ponías a flipar con la negritud del contenido, los videoclips de escasa producción pero llenos de arrogancia, coches con amortiguaciones trucadas, capuchas, pantalones chinos color crema, gorras negras y camisas de franela a cuadros. Joder, no tenías todavía el suficiente nivel de inglés como para entender aquellas letras vomitadas a medio camino entre un inglés con pronunciación Nigga y el puro slang de la calle. Pero como molaba todo. Ya estabas predispuesto a enfricarte.
Si te ponías a investigar ibas descubriendo que cualquiera de estos caminos recorridos de manera inversa llevaba siempre a los mismos padres y madres. Tocabas con la punta de los dedos al viejo Gil Scott-Heron y su “Revolution will not be televised” y empezabas a comprender que aquello realmente iba de decir cosas, y que la mayor parte de los trabajos iniciales iban de quejarse y reclamarle al poder lo que debía entregar de manera justa. Antes de que el Gansta de California lo cambiase todo con sus armas, joyas, drogas y prostitución, todo aquello era campo. El bonito campo de la reivindicación y el Fight the Power. Era la época en la que Ice Cube era íntimo de Public Enemy y salía en su vídeo “Burn Hollywood Burn”, antes de que estuviese a punto de iniciar una guerra civil en Los Ángeles debido a su beef con Cypress Hill. Cosas del rap como negocio. Que no son los mismos asuntos del rap como carga contra el establishment. Aunque la mayor parte del tiempo convivan juntos.
No en vano hablamos de un género que se queja de la pobreza pero considera imprescindible mostrar la reputación a través del consumo de zapatillas de baloncesto de más de doscientos pavos. Pero esto ya lo aclaró JD Romero en otro artículo aquí en CIBASS, así que no me repetiré. Esas son las enormes contradicciones del género y en cierta manera uno de los motivos por los que nos enamoramos de él. Contaba historias, ponía coraje, andaba siempre de contradicción en contradicción. Casi como cualquiera de nosotros. Por eso tal vez lo adorásemos. Esa extraña puesta en escenas de relucientes estrellas del Rock con cadenas de oro enormes y joyas de miles de dólares clamando contra la soledad y la pobreza de la vida en el guetto.
Hoy -quiero decir desde hace poco tiempo- nos levantamos con una enorme noticia. Tres figuras fundamentales del sector se reúnen para formar un supergrupo y de nuevo se enciende esa vieja llama que empezó a arder a finales de los años ochenta. Tres proyectos diferentes pero complementarios se unen en un tremendo combo brutalísimo y listo para cantarle las cuarenta de nuevo a esta basura de sistema injusto y autoritario. Y a tenor de los resultados provisionales que van teniendo parece que la idea no podía haber ido mejor. Tenemos a B-Real de Cypress Hill, a Chuck-D de Public Enemy y a Tom Morello con sus acólitos Tim Commerford y Brad Wilk gritando aquellos temazos legendarios que dieron sentido a nuestra rabia durante décadas. El resultado no es Public Enemy, ni siquiera RATM. Lo resultante tiene nombre propio y personalidad suficiente como para convertirse en una puta bomba nuclear lanzada directamente a nuestros recuerdos y a nuestros odios domados: Prophets of Rage, el megaproyecto que nos tiene alucinados y a la espera de que venga a rescatarnos emocionalmente de este aturdimiento social que padecemos. La medicina.
Sigue habiendo motivos más que suficiente para que continúen lanzando sus viejas proclamas. Siguen existiendo el racismo, el clasismo, el machismo y por supuesto el militarismo que siempre lleva a según que países a proclamar guerras e invasiones de manera periódica. Si con el paso del tiempo los problemas no solo no se han resuelto sino que además se han incrementado, está más que justificado entonces que volvamos a usar los viejos medios para denunciarlo y combatirlo todo. Juntos andan ya de gira proclamando las viejas canciones más potentes en un repertorio combinado de los tres grupazos y que quieren que les diga…prefiero a estos tres cincuentones maldiciendo el status-quo que a otros grupos de rap jóvenes que persisten en el ego-tripping habitual del mundillo. Ellos siguen agitándome en cada escucha.
Cierto que Cypress Hill no ha ido nunca en esa línea tan explícita, siempre tan metidos en el latin-gansta y la yerba, pero también es cierto que su música y sus construcciones siempre han tenido una personalidad muy fuerte. No es necesario acudir a su tétrico Cypress Hill-III (Temples of Boom) para identificar que siempre han cultivado su camino propio y eso mola. B-Real tiene los galones ganados para haber conseguido el derecho a formar parte de esa superbanda. Los otros, por derecho propio, están en su propio camino. Incluso un desapasionado Zach de la Rocha sabe (por boca de Chuck-D) que tiene un sitio en la formación si así decidiese hacerlo, a pesar de haber respondido a la invitación y al honor con un lacónico “lo pensaré, gracias”. Tal vez lo recuperemos cualquier día y volvamos a ver a este proyecto mucho más enriquecido.
Ahí andan animando la campaña presidencial con la gira Make America Rage Again, llenando espacios y resolviendo unos directos brutales. Bienvenidos a estos tiempos oscuros para revolvernos un poco la conciencia y dado que estamos en la época del reciclaje de idas, de los reboots, de las secuelas y de la sequía de nuevas propuestas, al menos esto viene con energía y ganas suficiente como para hacernos levantar del sofá.
Así se reúnen los distintos estilos, hijos de Scott-Heron que desde el rap-metal, lo político y el gansta de California han venido a crear esta reunión familiar de familiares distantes en el mismo escenario, demostrando que en el rap, todas las contradicciones pueden aunarse si el grito es suficientemente fuerte y tiene un objetivo bien determinado. Fight the Power.
Lo necesitábamos. Al fin y al cabo, desde hace treinta años a esta parte las cosas solo han ido a peor.