El odio: aquel estudio universitario que te sacó del “haterismo”

Por Chema de Ángel, @ChemaAR

Lo mismo se nos ha ido, eh.

No se, llamadme raro (u ódiadme directamente, con lo cual el resto de toda esta juntera de letras te sobra. Adiós amigo, cierra la puerta al salir. Sí, cié-rra-la, pero por fuera); tal vez aquello empezó como una gracieta y un escape a las modas, convirtiéndose en un punto de encuentro entre aquellos que opinaban distinto de ESA COSA, un lugar dónde convivían la habitación del ‘oj’, la cocina del ‘ofú picha’, con una terraza con vistas hacia ‘qué coraje, coño’ y una plaza de garaje para ese cochazo del que todos dijimos ‘pfff, vaya bacalá’.

El hater, conocido así por los mundos de internet (somos carajotes, y siempre sonará mejor una palabra en inglés que una del diccionario de la RAE, pero claro, eso es de muy ‘cuñao’ y hay que huir rápidamente de esos fueros) no nace, se hace.

Yo, que siempre he sido una persona con muchas horas de imaginación al volante, pienso que el hater surge tras una experiencia mala en la vida. Lo mismo que ese perro que sufre una situación traumática con el agua y ya nunca más se acercará a una botella pequeña de Font Vella. Ese es mi pensamiento; en cambio, el de un profesor de una universidad muy prestigiosa de EE.UU (joder, que cabrones, esos sí que saben, con sus batas, sus becas y sus cosas de hacer estudios) dirá que el haterismo es una de las características más identificativas del ser humano, y a continuación te pone un power point con gráficos de colores y transiciones muy necesarias que te dejan maravillado. Es lo que tiene la archiconocida universidad de Wisconsin (¡Qué cabrones son en Wisconsin, que listos los hijos de puta!), que cada vez que sale con un estudio, aciertan de lleno.

CIBASS La noche del cazador

Pero tranquilos, porque del haterismo se sale.

O eso dice otra universidad prestigiosa europea, quizás sea de Finlandia o Noruega, uno de esos países civilizados que en el día del padre solo saben regalar bufandas, porque claro, ponerse una corbata con -15 grados centígrados no es de molar mucho. Pues esta universidad B (joder, que cabrones los finlandeses, los hijos de puta, esos sí que viven bien, con sus cosas de finlandeses y sus rubías potentes, yo les daba a todas, joder) que siempre es rival de la universidad A y cada vez que puede quiere dejarla en ridículo, dicen que se puede salir de esa espiral de autodestrucción personal, que gira en torno al ‘no me gusta nada’, ‘todo esto es cuñao’ o ‘una polla como una olla para tu opinión’.

Yo, otra vez y siempre por encima de todos vosotros, que aprendí finlandés, o noruego, en el fin de semana que me quedé encerrado en Ikea sin poder salir, os voy a detallar, y a complementar, la información que recogió la revista ‘Vöguel’ (joder, tiene una diéresis, seguro que es una revista super jo-di-da de importante) en su edición de Noviembre de 2015, dónde esa universidad B, la de Finlandia o Noruega, dice cómo se sale del haterismo en 3 sencillos pasos.

Sino le gusta lo que lee, póngase a correr. Tal vez, deseoso de unir puntos en común con tu opinión formada sobre ESA COSA decides mirar, y ojear, internet con el afán de ver que alguien ha tenido la misma opinión, bien formada por supuesto, que tú. Y no. Eso no pasa. Es más, alguien dice todo lo contrario –¿Quién es ese alguien?. ¿Qué demonios hace diciendo cosas?. ¿Por qué no opina igual que yo?. ¡Será!. ¡Ojalá se muriese!– y claro, te envalentonas y le das al teclado como si el mismísimo Beethoven estuviera componiendo al piano otra magnífica pieza de música clásica que acompañe a la programación del fin de semana matinal de La 2.
Cuando eso pase, esa universidad B con una opinión tan bien formada como la tuya, propone que haga otra actividad que le aleje del ordenador y de las opiniones contrarias a la suya. Desde aquí, proponemos que esa actividad sea salir a correr, pero cuidado, no se transforme en un runner, en tal caso tocaría los límites del paradojismo hater y podría caer en una espiral para la que no hay salida y todavía ninguna universidad se haya pronunciado al respecto.

Lo cuñao. Esta universidad B, finlandesa o noruega, pero de Europa ante todo, toca un tema que está vetado más allá de internet. Es más, se dice que fuera de allí, este género, como puede serlo la comedia o la ciencia ficción, no es reconocido y nadie sabe a qué nos referimos si decimos ‘uf, que cuñaos esos comentarios’. Decir ‘esto o aquello es cuñado’ te convierte automáticamente en un hater. Que no lo digo yo, que recuerden que todo eso lo dice aquella universidad rival de la universidad A. Si a mí me preguntan, yo les diría que el término ‘cuñao’, estuvo bien como broma durante un tiempo, pero que decir ‘esto o aquello es cuñado’ se ha transformado en el nuevo ‘chiquitazo’. Ya saben, ese momento en la España socialista en el que todo el país hablaba como el genio del humor nacido en Málaga, convirtiendo a todo aquel que lo imitaba en un auténtico genio de la risa, dónde un ‘comorl’ y un ‘no puedorl’ no podían faltar en ninguna buena conversación típica de aquellos tiempos.
Para salir de lo cuñao, la ya mencionada universidad, propone esperar lo suficiente hasta que un nuevo género sobresalga en nuestra sociedad (joder, que hijos de puta la universidad esta, anda que se han lucido mucho, joder).

El hater gra-cio-oso. Hay una estadística muy refutada por la universidad esta (que seguro que es privada, si fuera pública se encargarían de joder con cuestionarios de calidad que no servirían de nada), que enuncia que 1 de cada 10 de los contactos que poseemos en alguna red social es un hater. Si usted no tiene a ese contacto entre los suyos, no busque más, el hater es usted. Esta universidad insigne, de la que todos nos estamos cansando ya un poquito, dice que la forma de lucha contra esa persona es el amor. Algunos hombres ha llevado esa máxima demasiado lejos, y se presentaron en casa de su hater favorito con los pantalones por las rodillas, un clavel en la boca y una botella de champán con dos copas. Es por ello necesario aclarar que si se encuentra a esa persona por la calle, avísele de que va hacia él y abrácelo. Ponga su cara en su hombro y acaricie esa nuca de pelo vetusto.

CIBASS Radio Raheem Love Hate

 

Tranquilo, shhh, todo va a pasar’ diga con tono y voz calmada para sí. Se recomienda repetir este proceso de dos a tres veces al día, durante el periodo de un mes. Pasado este, notará como ese sujeto que antes derrochaba humor y odio a partes iguales, en alguna de sus redes sociales, vuelve a derrochar humor, pero eso sí, sin gracia alguna, ya que ese tipo nunca fue gracioso.

Para acabar este conjunto de consejos, más o menos efectivos, para afrontar una mejor vida en ‘lo internet’, la revista ‘Vöguel’ de Noviembre de 2015 acaba con una ilustración, que por problemas de copyright no podemos adjuntar en este post (joder, los putos derechos de posesión de cosas. ¿Sabes qué? Dejo los putos paréntesis estos y me voy a twitter a quejarme muy fuerte sobre algo – con un gesto pesado aleja la silla del escritorio, dirigiéndose al baño, desde el cual tuiteará muy alto sobre algo con su smarthphone–).


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