Terry Pratchett, la muerte con mayúsculas
Por Jesús Sánchez, @jsbalsera
“La vida de una persona sí pasa delante de sus ojos antes de morir. El proceso se llama ‘Vida‘ ”
Es difícil escribir un artículo sobre la muerte de Terry Pratchett. Es difícil en parte, para empezar, porque todos los medios están escribiendo al respecto, porque las redes sociales están llenas de lamentos y porque, además es difícil escribir sobre él.
Terry Pratchett es una rockstar de la fantasía, el segundo autor inglés en ventas tras J.K. Rowling, como seguro que ya sabéis. Su principal obra, la prolífica saga de Mundodisco, es desde hace muchos años un icono: me resultaría complicado creer que, gente culta como sois los lectores de CIBASS, no conocéis la mítica imagen de la Gran Tortuga A’Tuin que nada por el universo, portando cuatro gigantescos elefantes que soportan el peso del Disco, con cascadas de agua que rebosan por sus bordes. Y, por supuesto, si no habéis leído nada de su obra os recomiendo que os pongáis a ello. Hay múltiples artículos que sirven de guía para empezar con Mundodisco, y muchos otros que os recomendarán algunas de sus otras obras.
Aquí, sin embargo, vamos a intentar contaros que significa Pratchett y su muerte para nosotros. Más concretamente, para mi.
No se puede ir por ahí construyendo un mundo mejor para la gente. Sólo la gente puede construir un mundo mejor para la gente. Si no, es solamente una jaula.
Lo primero que leí de Terry Pratchett fue El Éxodo de los Gnomos, hace tanto tiempo que no recuerdo cuando. Tres libros sobre unas pequeñas criaturas humanoides que miden la décima parte que nosotros, pero viven diez veces más rápido. Ante nuestra aparente torpeza y lentitud no pueden evitar pensar que somos realmente estúpidos: capaces de grandes cosas, pero sin una auténtica inteligencia detrás, como las hormigas. Aunque corrientes modernas y revolucionarias de pensamiento dicen que los humanos son inteligentes. Algunos se atreven a decir que casi tan inteligentes como las ratas.
El Éxodo de los gnomos es una de esas obras que pueden leerse a muchos niveles. Una aventura divertida y enternecedora, cuando eres más joven; un inteligente análisis de la vida y del ser humano más adelante. No hace mucho escuchaba en un podcast hablar de la relativa modernidad de este tipo de obras, poniendo como ejemplo series modernas de dibujos animados: este tipo lleva haciéndolo desde hace décadas, con una facilidad, un humor y una sutileza exquisitas.
Presté el Éxodo de los Gnomos hasta la saciedad. Lo leyeron mis hermanos, mis padres, mi cuñada, infinidad de amigos y, milagrosamente, nunca nadie me los robó: los terminé regalando, gastados y destrozados por el buen uso, cuando me hice con otra copia.
Avanzamos unos años. Estoy acercándome a la treintena y paso por una mala racha, una de esas rachas que a veces pasamos las personas en las que cada pensamiento es un acto de autodestrucción, de tortura. Por aquella época ya conocía de sobras Mundodisco: había leído El Color de la Magia, el primer libro de ese universo y quizás uno de los más flojos, del que existe una adaptación de la BBC con Sean Samsagaz Austin haciendo de Dosflores, el primer turista del Mundodisco. Había leído otros cuantos libros, algunos mejores y otros simplemente buenos. Y es aquí cuando vuelvo a leer sus libros, y se convierten en mi única medicina, en la única solución que encontré para que actuara ese único remedio para estas situaciones: el tiempo. Porque Terry Pratchett no es solo un autor gracioso, más de hacerte leer un libro con una permanente sonrisa que de provocarte carcajadas. No es solo un tío inteligente, capaz de empezar parodiando el género de fantasía para terminar tratando diversos aspectos de nuestra sociedad exponiendo lo imbéciles que somos como raza. Encima escribe historias que enganchan. Y las escribe bien.
Así que ayer nos dijo adiós un autor que me ha acompañado durante gran parte de mi vida, que me ha enseñado a sonreír y me ha ayudado a olvidar, que me ha hecho pensar y analizar la sociedad desde otro punto de vista. Ayer nos dejó un genio.
Se supone que las tres brujas buenas tienen que hacer tres regalos al niño, como belleza, sabiduría y felicidad. El dinero no lo es todo, si sale a su padre ya será guapo y la sabiduría la tendrá que aprender él solo. Al final dijeron: -Que haga amigos con facilidad. -Que tenga una memoria estupenda. -Que siempre sea quien cree ser.
Pero mis simples experiencias no bastan para abarcar su figura. No bastan para esbozarla, siquiera. Para transmitir un poco mejor quién era podría descubrir algunos de los personajes que nos ha legado, como esa Muerte con guadaña obsesionada con el ser humano y que siempre habla en mayúsculas. Podría hablar de Lord Vetinari, el maquiavélico Patricio de la ciudad de Ankh-Morpork. Podría hablar de Vimes, el honrado guardia; Zanahoria, el guardia enano de dos metros; Yaya Ceravieja, la más poderosas de las brujas cuya principal virtud es el uso de la “Cabezología”; El Equipaje, un baúl con patas hecho de madera de peral sabio, capaz de seguir a su dueño con sus cientos de patitas y que muestra tendencias de maníaco homicida; Ponder Stibbons, el joven mago de mente científica; La Muerte de las Ratas, un pequeño esqueleto de rata con túnica que, entre otras cosas, hace compañía a la Muerte; Húmedo Von Mustachen, el estafador reconvertido en funcionario; Y-voy-a-la-ruina Escurridizo, el vendedor de Salchichas con Panecillo. Os hacéis a la idea: la lista de personajes memorables no tiene fin.
Nosotras somos hadas madrinas de las otras, somos de las que dan a las personas lo que saben que necesitan, no lo que creen que deberían querer.
También podría intentarlo a base de citas y extractos de sus libros, algunas de las cuales complementan este artículo. O a través de los mensajes de twitter y artículos que le han dedicado los autores más destacados de fantasía, como son Patrick Rothfuss, Brandon Sanderson, Neil Gaiman (coautor de Buenos Presagios con Pratchett) o George RR Martin.
También podríamos hablar de su sombrero, o de que se hizo una espada a partir de un meteorito una vez que fue nombrado caballero. O de su renuncia a la candidatura del premio Hugo de 2005, porque él ya era famoso y vendía mucho, y sabía que a otro autor le podía ayudar mucho más.
Te llamas diosa señora, y no sabes nada. Nada. Lo que no muere no puede vivir. Lo que no vive no puede cambiar. Lo que no cambia no puede aprender. La criatura más diminuta que muere en la hierba sabe mas que tú.
Sin embargo creo que el mejor resumen es el siguiente. Cuando Robert Jordan, autor de la saga La Rueda del Tiempo, murió sin publicar el desenlace, su esposa y ayudantes fueron capaces de encontrar a un autor que, usando todas las notas que Jordan había preparado al saber de su enfermedad, pudiera concluir la saga de una forma satisfactoria. Y, con sus detalles y diferencias, Brandon Sanderson hizo un gran trabajo en los tres libros que publicó, de tal manera que sientes que forman parte de la misma gran obra.
Creo que de todo lo que pueda escribir sobre él, lo que mejor lo define es lo siguiente: no puedo imaginar a nadie más capaz de escribir sobre Mundodisco y que siga pareciendo lo mismo.
Por otro lado… el mundo no se movía por los héroes o los villanos ni aún por los policías. Más valiera que se moviera por símbolos. Todo lo que él sabía era que no se podía esperar una oportunidad para el premio gordo, como la paz mundial y la felicidad, pero siempre tendría que ser posible un pequeño acto que hiciera el mundo, de una forma pequeña, un lugar mejor.