‘Dos días, una noche’, crisis económica y adicción a la tristeza
Dime amigo, ¿la vida es triste o triste soy yo?
– Amado Nervo
La tristeza es un estado anímico temporal de contenido negativo donde el afectado siente abatimiento y baja su autoestima, pero ¿Qué ocurre cuando ese estado se prolonga?, ¿Es lo mismo la adicción a la tristeza que la depresión?. Por naturaleza hay personas alegres o tristes y seres humanos que sin ser una explosión de felicidad se ven arrastradas a las catacumbas del sentimiento y el vacío por el contexto en el que les ha tocado vivir.
Ambientada en la actualidad más cruda de la realidad económica en Europa y con la acertada -acertadísima- elección de Marion Cotillard como protagonista “Dos días, una noche” se convierte en el espejo más duro de la crisis, una historia tremeda y pretendidamente sencilla que te agarra y no te suelta. No hay mejor manera de expresar como la crisis destroza a las personas que con una historia cotidiana y los hermanos Dardenne escogen un retrato asequible en el que todos podemos vernos o ver reflejados a nuestros vecinos y amigos.
La historia es -a priori- bastante elemental: el jefe de Sandra (Cotillard) da a elegir a los compañeros de trabajo de la misma entre despedirla a ella o perder la paga extraordinaria (mediante votación de una u otra opción), durante todo un fin de semana tendrá que intentar convencer a sus compañeros por la opción de conservar su puesto en la compañía, visitándolos uno a uno junto a la compañía de su marido, elemento antagónico a la asidua tristeza de Sandra. Un guión que puede parecernos poco ambicioso y que sin embargo tiene su mayor acierto en esa falta de pomposidad y maquillaje.
Los belgas Jean Pierre y Luc Dardenne exponen la parte más despiadada del ‘Pobre pero honrado’ de la clase obrera de su país (extrapolable por desgracia a casi cualquiera de la Unión Europea) con un relato donde la vida, la sociedad, y la situación económica ejercen su violencia de manera más feroz. Durante el ‘viaje’ de una fin de semana a las casas de sus compañeros Sandra se encuentra a personas admirables y de elevada moral a otras frías como un trozo de escarcha y al elemento más terrorífico de la cinta: aquellos quienes desearían votar por que la protagonista conserve su trabajo pero su situación precaria hace que tengan que votar lo contrario. Los niños tienen que comer.
Retrato íntimo y estremecedor debido a lo esencial de su historia ‘Dos días, una noche‘ acierta en su cercanía cámara al hombro y con escenas largas, porque la vida real no es de otra manera, y lo que podía haber resultado en una obra tediosa acaba convirtiéndose en uno de los mejores relatos sobre la melancolía adscrita a la persona y sobre la tristeza debido a la época en que nos ha tocado vivir. Un fin de semana de visitas a personas que se convierte en una épica epopeya debido a la situación emocional de la protagonista, y es que la película tiene su mayor baza en esa bestia parda que acaba siendo Marion Cotillard y que además, se aleja de los panfletos de obras similares ofreciendo una historia sencilla y sincera, bazas que hacen que esta pequeña película nos acabe pareciendo grande.
‘Deux jours, une nuit‘ da en el clavo con una historia sin manifestaciones ni quemas de contenedores, sin políticos ni entramados de grandes corporaciones, sin estadísticas ni macroeconomía. La crisis ha creado una legión de zombies que deja a las películas de George A. Romero en el Walt Disney más blanco y clásico. De la apatía en la búsqueda de soluciones a las ojeras y los tranquilizantes, pero hay luz al final del túnel y Sandra tiene un buen final. La bondad es la única inversión que nunca falla.
JD Romero
Muy Interesante