El diablo en una botella: los ricos también beben
Editado originalmente en 1979 podríamos considerar a ‘El demonio en una botella’ de Iron-Man (¿título inspirado en el cuento de Robert Louis Stevenson?) como el cómic más clásico y legendario del vengador dorado; una historieta atemporal a la que siempre es apetitoso volver.
Escrito por David Michelinie y Bob Layton y dibujado por el fantástico John Romita Jr (con ayuda del propio Layton) en esta saga Tony Stark se enfrenta al mayor de sus enemigos, y no nos referimos a ‘Hammer’ o a ‘El Mandarín’, sino al alcohol. El guión, como cabe esperar hizo historia en la época (llegando incluso a ganar el premio Eagle en 1980) y fue un pequeño gran paso más en la evolución de los cómics hacia algo más serio y adulto, además de humanizar aun más a otro de los personajes de la casa de las ideas.
La historia comienza directa al grano, en un avión en el que vemos a Stark pidiendo una copa tras otra -su excusa es la de que tiene que beber por dos: Iron-Man y él mismo- y a partir de ahí es pura diversión -con mensaje- non stop: Namor, Justin Hammer, James Rhodes (antes de ser máquina de guerra) o Whiplash, todos tienen cabida en esta fantástica aventura mezclada con alcohol, en la que se pierde la cuenta de los tragos que se echa el bigotudo (ahora con perilla) y multimillonario ingeniero.
El cómic no sólo supuso esa evolución para el género que hemos comentado, también brindó a Stark de una de sus características (o debilidades) más asociadas a la persona tras Iron-Man. Aunque lo más fascinante no es el mensaje moral (ideal para jóvenes de cierta edad que leían la historia), sino la agilidad y ritmo narrativo de las aventuras de esta saga, todo bajo una linea de estilo con cierto tono adulto, además de reivindicar la figura del coronel Rhodes como eterno mejor amigo de Tony.
John Romita Jr. (1956, Nueva York) y Bob Layton (1953), en un perfecto estado de gracia, dotaron a esta aventura de unos dibujos tremendamente dinámicos y ágiles, y más valor tienen los mismos sabiendo la fecha de edición de la historia; toda una joya -en mayúsculas- del noveno arte. Y es que nunca pasar por el infierno de Tony Stark fue tan divertido.
J.D. Romero
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