¿La peor gala de los Goya de toda su historia?
Por Doctor Cancamusic, @DRCancamusic
En un país que se cae a trozos, en una situación tan horrible como la actual, en mitad de todo el temporal que estamos viviendo y que repercute directamente sobre la gran mayoría de esta población tan castigada y tan vuelta a castigar, la gala de los Goya de anoche me produjo un asco y rechazo infinito.
Ya que otro redactor de este sitio ha escrito describiendo lo mejor y los motivos para alegrarse y tal, yo quiero escribir sobre lo que vi la noche del sábado desde otro punto de vista. No puedo soportar que algo así pase desapercibido y menos aún que sea loado y validado por todo el mundo. Al menos por mi, no.
Soy seguidor de esa gala desde que era adolescente y lo que se hizo el sábado cruzó la línea que separa la dignidad de la ignominia. Aprovecho la patente de corso que me brindan en este blog para exponer mi desacuerdo y mi cabreo.
Para mi no es fácil transigir con todo esto y así lo cuento. Ya estoy acostumbrado a oír a la gente comentar que si no se debe mezclar política y cine, que si tal o cual edición “estuvo muy politizada” y cosas de este tipo. ¿Y sabéis qué? pues que la del sábado bien pudo ser la gala más politizada de la historia de los Goya. Lo digo en serio. No basta con que a diario pongan directamente e indirectamente a todos los medios a sus pies, este fin de semana pasado también han puesto al mundo del cine. ¿Cómo han podido politizar los Goya si no se han escuchado gritos ni se han visto pegatinas a favor del gobierno? fácil amigos, muy fácil. Ya que gente como Norma Duval, Moncho Borrajo o Arturo “guapín” Fernández cotizan a la baja en el negocio del cine, no puede permitirse las reclamaciones en voz alta durante la gala. Así que apuestan por silenciar el resto de voces. Ponga usted un guión cerrado, haga firmar cláusulas anti-espontaneidad a presentadores y entregadores de galardones, fiche como presentador al hombre de moda entre los cuñados y las cuñadas (que se reirán por cualquier soplapollez sin percatarse de lo que de verdad está ocurriendo) y déjelo correr. La entrega de premios de este fin de semana pasado ha sido tal vez la más controlada y comisariada políticamente de toda su historia. Detecte usted, querido cuñado ibérico, la politización de una gala cuando le retiran del escenario a un Willy Toledo. ¿Cómo? ¿Puede hacerse?
Sí. Claro que puede hacerse. Veamos algunas claves.
La asistencia del ministro Wert
Era raro que asistiese el ministro. Ya desistió el año anterior alegando “motivos de agenda”, tras el bochorno sufrido en la gala. ¿Qué animaría al ministro a venir? Sin duda el que estuviesen cautivos y desarmados todos los equipos críticos de RTVE que viven en plena era del NODO ha ayudado bastante. Ha permitido que en este caso el desarrollo de la gala estuviese específicamente cerrado, contenido y controlado. Desde hace unos años ya tienen claro que aquella gala del “No a la guerra” no debe volver a ocurrir. Y si bien últimamente hacen a los presentadores y participantes firmar un contrato de cumplimiento exhaustivo del guión, este año ha sido realmente demencial. Esto explicaría bastante bien la presencia del ministro más odiado del gobierno (con permiso de Montoro) que acude sabiendo que solo encontrará confort.
¿La única cesión? se permitió hablar del IVA. No en vano desde la recepción se abrió ya el tema con una pregunta del reporter enviado por RTVE a la gala, que le comentaba al ministro si estaba preparado para recibir quejas sobre el IVA. Desde el principio las cartas estaban marcadas. Era la única reclamación posible que había quedado admitida en los guiones.
De ahí el vacío absoluto en otras cuestiones. Ni las desahucios, ni las cuentas en suiza, ni Bárcenas, ni la Hepatitis C, ni el desempleo, ni el estúpido canon AEDE, ni nada. Absolutamente nada. Sólo el tema del IVA para darle algo de naturalidad a la gala. El comisariado político en manos de la productora del evento se encargó de todo. Y a más de uno también le pareció de lo más extraño:
El asunto del IVA
La reclamación más general, la que nos afecta a todos por una u otra cosa. La más “neutra” políticamente hablando porque puede defenderse con el argumento simplificado de la necesidad de recaudar (como aclaró Wert al inicio de la gala durante las cómodas preguntas del reporter de RTVE). La salida fácil para no castrar completamente el encuentro, para darle algo de pátina “democrática” “¿Lo véis? les dejamos quejarse” parecen querer decir. La única cuestión permitida en los guiones. Del IVA hablaron desde González Macho hasta el Langui. Y sin salirse de las pautas permitidas.
Lazos naranjas
El lazo naranja como signo de las reivindicaciones de los trabajadores de RTVE que además se manifestaban a las puertas de la gala de los Goya. Al parecer dentro del guión y los contratos se eliminaba la posibilidad de lucirlos o al menos se limitaba el margen de acción “reivindicativo” de los participantes. Solo así se explica el lazo “de quita y pon” de Alberto Rodríguez.
Al inicio de la Gala:
Al recoger el Goya:
¿La solución más creativa? sin duda la de Gervasio Iglesias. Si algo bueno tiene la censura es que al menos ayuda a potenciar la creatividad:
El caso de Carlos Areces
Expulsado de la gala, literalmente, por negarse a firmar el contrato de ejecución del guión. Había participado en los ensayos y tenía que entregar el premio a la actriz revelación. Tras negarse días antes, le salieron al encuentro a la entrada y le exigieron que firmase. Al no hacerlo, lo sustituyeron sobre la marcha, le negaron un sitio en el backstage y al no tener entrada le pidieron que se marchase. Así de sencillo. Todo tenía que estar atado y bien atado. Como les gusta a ellos.
Y en esta entrega de premios que más bien parecía una gala de esas producidas por José Luis Moreno no faltó de nada:
Enrique Cerezo en cada plano posible, demostrándose así quien manda en el negocio del cine de este país.
Chistes de baratillo para dinamizar el encuentro, de un nivel absolutamente lamentable.
Los discursos de González Macho, que siguen a años luz de distancia de los de alguien razonable como Alex de la Iglesia. Al menos este año no se paró en aquello de “La piratería y las descargas”, aunque las nombró veladamente como “esos enemigos que todos conocemos”.
Vender las cifras como una victoria. Veinte millones de espectadores de cine español no deja de ser la mitad de la población yendo una vez al cine a ver una película española durante un año. Una cifra realmente triste. Y más triste aún es que no hablen desglosando esa cifra en bruto. ¿Cuántos espectadores acuden en proporción los días más baratos? ¿Y esas jornadas de cine a tres y cuatro euros como están aportando espectadores a las cifras globales? ellos siguen sin querer hablar de los verdaderos problemas en público. Vamos bien.
Número musicales verdaderamente ponzoñosos que incluian a Massiel, Eduardo Noriega o Fran Perea. Evidentemente ni somos EEUU (en la cuestión del show business quiero decir) ni tenemos aquí a un Neil Patrick Harris. Pero de ahí a ver sobre el escenario a Lolita y Miguel Poveda cantando juntos “A tu vera” bajo un vídeo de Lola Flores va un rato. O cincuenta años. Lo que se tarda en pasar a Sepia en sentido contrario.
¿Qué han pretendido? ¿someter al sector del cine? en ese caso, tal vez esa especie de gag tróspido de ver al presentador de la gala en calzoncillos frente al director de la academia tenía que haber sido al revés. El presidente en ropa interior frente a toda la audiencia. De todas maneras, este gobierno ya demostró el sábado que puede meter en cintura a un sector tan contestatario como el del cine. Y dejarlo en pelotas.
Menuda mierda de gala.