Spielberg de HBO: el niño grande y el talento
Por JD Romero, @JD_Romero23
Aproximarse a una figura titánica como la de Steven Spielberg (Cincinnati, 1946) puede ser tan complicado como pedante o reiterativo. Ninguneado por la crítica en sus inicios y amado por público y estudios (excepto por ese pequeño gran detalle de que suele excederse en tiempo y presupuesto), no cabe ninguna duda de que Spielberg es el director más comercial de la historia del cine pero también probablemente el mejor al coger una cámara.
De ese modo y tras miles de entrevistas, reportajes, especiales, making ofs y -en definitiva- ser el mayor foco de atención del mundo del cine en los últimos cuarenta años, HBO se decide a realizar un documental de más de dos horas sobre la figura clave en la historia moderna de la gran pantalla. Y es que desde JJ Abrams (presente en el documental) a Michael Jackson y sus videoclips, Steven Spielberg ha significado una influencia tremenda para todo lo que signifique tomar una cámara y rodar. Su sentido del espectáculo unido a una calidad objetiva como narrador sentó las bases de un cine comercial pero con fundamento (y que en muchas ocasiones ha trascendido) que se intenta emular una y otra vez copiando un estilo o creando franquicias (caso de Indiana Jones) que raramente le llega a la suela de los zapatos a la peor producción del protagonista de este documental.
En Spielberg de HBO vemos un acercamiento a su infancia, sus amigos, su familia (incluso a sus padres -aun vivos-) y hermanas para intentar comprender la mente, el talento y las influencias del genio que hizo mejor nuestras infancias. Y la historia que encontramos es el patrón exacto en este tipo de biografías: niño retraído, debilucho e impopular sin ningún interés en deportes ni juergas se sumerge en el cine para protegerse del sufrimiento causado por la separación de sus padres y de su propio fracaso escolar. Practicando con su cámara y con sencillos (y aun espectaculares en lo prematuro e imaginativo) el jóven Steven rodaba películas de aviación utilizando sus propias imágenes montadas con vídeos reales de la segunda guerra mundial, del mismo modo que creaba sus efectos especiales artesanos con tablones, arena y todo tipo de recursos a su alcance. Y esa -de las imágenes menos vistas de sus primeras creaciones caseras- junto a los detalles y anécdotas de su amistadas forjada con George Lucas, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Brian de Palma es la parte más jugosa de un documental tan interesante como complicado por contar con la necesidad de intentar encontrar detalles, flecos y piezas de un puzzle sobre un personaje sobre el que se ha dicho todo una y otra vez.
En las más de dos horas del documental asistimos de manera -relativamente- ordenada a la creación de todas sus películas y aunque muchas de las curiosidades, fotografías e historias que se nos narran ya las conocíamos o nos sonaban, siguen siendo deleitosas debido al propio material del que tratan y debido al propio personaje (y sus amigos directores, aquí invitados a la fiesta) sobre los que centra. Las entrevistas al propio Steven Spielberg nos permiten escudriñar en su mente e intentar descubrir sus inspiraciones e influencias, su opinión sobre otras películas (fue cinco veces a ver Lawrence de Arabia en el cine) y lo más importante; intentar dilucidar sobre el origen de su entendimiento a la hora de contar una historia, por eso de si somos capaces de absorber aunque sea un mínimo.
Spielberg habla con naturalidad y sencillez, describe sus pocos batacazos comerciales (1941) y también sus éxitos con la misma espontaneidad con la que coloca sus cámaras y grita acción en sus películas: la de una persona que ha nacido con un don de tal modo que casi no tiene otro recuerdo que el de grabar y editar imágenes. Y eso es lo mágico y lo triste de este documental, mientras Christopher Nolan intenta explicarnos absolutamente todos los aparatos de Batman y no deja ningún lugar a la imaginación ni a la sugerencia con la frialdad del empollón de la clase que no tiene talento, Steven Spielberg es capaz con una simple alegoría de emocionarnos y de hacernos volver a esas imágenes una y otra vez, cada año, cada década hasta que nos vayamos del todo.
Y es que es imposible haber nacido en los ochenta -caso del firmante del artículo- e ignorar un documental sobre la figura de Spielberg. Sus películas han ido unidas a toda nuestra vida y las recordamos con una sonrisa en la cara por su facilidad de llevarnos a un mundo mejor, del mismo modo que cuando tuvimos en la mano nuestro primer cómic de Marvel o nuestra Master System II. Por esas razones estamos ante un documental de una potencia objetiva por la persona en la que se centra y su calado en nuestras vidas. Y del mismo modo hay que reconocer que no estamos ante una obra maestra en forma de documental como The jinx (Andrew Jarecki, 2015) o Hermanos y enemigos (Michael Tolajian, 2010) pero el objeto que trata es tan poderoso que resulta igual de atrayente y estimulante que obras mayores.
Spielberg de HBO es un documental que nos acerca un poco más a la figura de uno de los nombres propios claves para ayudar a entender gran parte del mundo moderno y de la propia industria de Hollywood. Una pieza atrayente de más de dos horas que se pasa volando, que se goza y que nos retrotrae a un tiempo en que eramos más felices. No es perfecto, pero va sobre Spielberg y eso es más que suficiente.
Toda la razon, spielberg es un gran director!