It: Stephen King vs. Los Goonies
Por JD Romero, @JD_Romero23
Que el blockbuster del verano haya acabado siendo la nueva de versión de It de Stephen King no es ninguna sorpresa. Se trataba sencillamente de la nueva adaptación en pantalla grande de uno de los libros más populares de uno de los autores más conocidos del globo, con lo que la apuesta tampoco resultaba complicada. Si a ello le sumamos que aun nos queda en la retina como un pequeño trauma de la infancia a Tim Curry vestido de payaso (de la caduca mini serie de 1990) el éxito quedaba casi asegurado en un verano de estrenos cinematográficos en que era lo más estimulante. Quizás -y con menos hype- junto a La guerra del planeta de los simios, Dunquerque, Wonder Woman, Verónica, la enésima versión en pantalla grande del hombre y araña y muy por encima de Piratas del caribe: la venganza de Salazar, La momia y de la vergonzosa Transformers: el último caballero. Viendo el listado de remakes, reboots y nuevas partes no parece que en Hollywood estén en su mejor época creativa.
Dicho esto, el éxito de It no parecía imprevisible. A pesar de que Mamá, el anterior film del argentino Andrés Muschietti, era tan honesto como previsible y ruidoso en su último tercio, en Warner Bros decidieron apostar una de sus mejores bazas del año en un director relativamente jóven e inexperto. La imagen de la anterior adaptación del mismo relato adjunta a la sensación de que se podía hacer algo mejor con tan poderosa fábula del rey del terror han dado lugar a una película mejorable pero que se disfruta, cuyas piezas encajan a la perfección y que rezuma amor por el proyecto y por sus personajes desde el minuto uno. Y es que It son tres películas en una, alguna mejora a la otra pero que en conjunto forman un todo gozoso para ver en la butaca, palomitas en mano.
El primero de estos tres filmes que forman uno mismo llamado It sería un maravilloso drama preadolescente. Stephen King ya demostró en Carrie y en Cuenta conmigo (ambas con sobresalientes versiones cinematográficas, la primera de la mano de Brian De Palma y la segunda de Rob Reiner) saber narrar magistralmente la época más complicada de un jóven, esa en que no se es niño ni hombre ni se encaja en ninguna parte. Siempre contado desde el punto de vista de un grupo de impopulares, primero porque suponemos que el propio King identifica más su infancia con la pertenencia a este sufrido grupo y segundo porque siempre crea más empatía que con los abusones de colegio. Muschietti traslada las inseguridades, miedos y situaciones del grupo de niños de modo tan magistral que en su descripción y desarrollo nos encontramos con diferencia en la mejor parte de la película. Una suerte de nerds ochenteros mucho mejor perfilados que en la sobrevalorada Stranger things de Netflix que nos hace echar de menos a este grupo de colegas tal como salimos del cine.
La segunda bebe directamente de películas como Los Goonies y que lo haga es completamente justificable, ya que se trata probablemente de la mejor película de aventuras juveniles de todos los tiempos. Aquella joya atemporal dirigida por el maravilloso Richard Donner, escrita por Steven Spielberg y guionizada por Chris Columbus (ahí es nada) sigue siendo el referente, el patrón a seguir si queremos contar una historia de aventuras protagonizada por niños a los que no odiar en su versión en pantalla grande con unas personalidades definidas, diferenciadas y que evolucionan con el devenir de las complicaciones. Andrés Muschietti toma aquella obra de arte comercial de 1985 como referente y el resultado es notable; aprendemos a amar a ese grupo de chicos, nos preocupan sus problemas y sufrimos y nos alegramos con ellos, algo tan sencillo y tan difícil en el cine con expectativas económicas de hoy día.
La tercera es básicamente el género en que englobaríamos a la película si hiciéramos un análisis a grosso modo: el terror. Y curiosamente es donde flaquea más el producto; It es capaz de crear imágenes crudas y postales de horror cuya presentación es etérea y previsible. Subidas de volumen tras momentos de calma absoluta, apariciones sorpresa y un repertorio de sustos que funcionan como acelerador de nuestro corazón por unos segundos pero no como un terror que pueda grabarse en nuestra mente y darnos pesadillas. Se olvida la parte psicológica y se centra únicamente en el sobresalto fácil, algo que Muschietti debería aprender del James Wan de Expediente Warren, por citar a un realizador actual que si sabe moverse por esos terrenos con una soltura magistral.
Con pros y contras y lejos de ser una obra maestra absoluta de su género (ese terreno se reserva para El exorcista, Psicosis, La semilla del diablo o Carrie del propio King, entre muchas otras), It es una película más que decente que eleva la media de lo que esperamos del cine palomitero que se estrena en verano. Un largometraje disfrutable durante todo su metraje -a pesar de extenderse hasta los 135 minutos- que nos deja unos niños con los que conectamos y en los que cabe el amor, la ternura y los descubrimientos pre adolescentes con igual o más peso que el mismo terror por el habíamos pagado la entrada. Merece la pena.