Cinco razones para revisar la filmografía de Bud Spencer y Terence Hill
Por Scott Burton
En Can it be all so simple nos gusta escribir sobre -casi- cualquier cosa que se nos ocurra, aunque hay un tema que se repite más frecuentemente que el resto; el cine. Sea por lo que supuso para la mayoría de los redactores del blog crecer en los ochenta con ese boom de cine comercial de calidad o bien por la accesibilidad que tenemos hoy a la mayoría de películas (o bien por ambas cosas). La cuestión es que amamos el cine en todas sus vertientes y variables: pantalla grande con palomitas gigantes o en casa revisando grandes clásicos, el séptimo arte se ha convertido para nosotros -al igual que la lectura- en un modo de escapismo útil que supera al mejor psicólogo.
Hay una constante en la afición por el cine de la mayoría de redactores de este reconocidísimo blog; el amor por las películas de Bud Spencer y Terence Hill. Estos dos súper actores de origen italiano (nacidos como Carlo Pedersoli y Mario Girotti) significaron una de las piedras angulares de la evasión en nuestra infancia y con el tiempo y cuando nuestra cultura cinematográfica se fue desarrollando, descubrimos un mundo de mensajes sutiles sobre la frialdad del capitalismo, la alienación del hombre o la mujer en la moderna sociedad postindustrial o la soledad del individuo envueltas en unas interpretaciones memorables, unas bandas sonoras históricas y unos secundarios de lujo. Unos dramas deconstruidos en narrativas que dejan a Ken Loach a la altura del betún. Unas obras artísticas redondas que podrían mirar de tú a tú a Caballeros sin espada, La ventana indiscreta o Senderos de gloria. Dios se llevó a Bud Spencer y la RadioTelevisión Italiana se llevó a Terence Hill. Dos entidades con supremos criterios humanos y artísticos como para saber bien a quien conviene fichar. Dios y la RAI saben reconocer a los genios.
Por todo ello hoy nos gustaría rendir homenaje al gran cine de calidad, a esas obras atemporales cargadas de simbolismo que hoy (en un mundo que se cae a pedazos) tienen más fuerza y significado que nunca. Resumir las grandes virtudes del cine de Bud Spencer y Terence Hill en sólo cinco puntos no es tarea fácil, pero lo hemos intentado y aquí el resultado, al Cesar lo que es del Cesar:
1-Los guiones
No cabe ninguna duda de que los guiones en las películas son sublimes y una de las partes esenciales del éxito de la filmografía conjunta de estos dos grandes actores. La sutileza de los detalles, la construcción progresiva del guión, los sucesivos niveles de lectura a modo de muñecas rusas que se anidan cada cual dentro de la siguiente capa, las claras metáforas sobre el Übermensch, la eterna lucha entre el bien y el mal, el ansía de justicia, el viaje iniciático del héroe…sí, el cine de Bud Spencer y Terence Hill es una integración perfecta de todos los elementos fundamentales de la filosofía occidental a lo largo de sucesivos siglos, encuadrados dentro de historias secundarias plagadas de mensajes subliminales que hacen que revisar las películas de Spencer y Hill una y otra vez sea todo un placer, principalmente para descubrir las nuevas capas, metáforas y mensajes atemporales que pueblan sus películas. Arcos principales y complementarios, tramas en paralelo, resoluciones inesperadas, plots de guión debidamente justificados, personajes que crecen y se transforman a lo largo de la película…dentro de construcciones orientadas a relatos totalmente diferenciados donde cada película establecía un mundo distinto y un modelo particularizado, creando un multiverso de escenarios posibles, donde era dificil establecer analogías entre un film y otro.
2-Las actuaciones
James Stewart, Marlon Brando o James Cagney estaban bien, pero nada que ver con la exquisitez interpretativa de Bud Spencer y Terence Hill, sobre todo el primero. Lo que estos dos actores eran capaces de transmitir con un mínimo gesto es imposible para la mayoría de compañeros del gremio (de antes y después) y el hecho de que Dios -o algún avispado productor italiano de segunda- los haya puesto juntos en un momento de la historia sólo puede ser la prueba de la existencia de lo divino. Nunca se llegó a niveles interpretativos más elevados sin pasar por el Studio de Lee Strasberg y Stella Adler, puro método, caracterización, preguntas para definir las sucesivas y diferentes psiques con las que trabajaron nuestra singular parejas de actores, siempre en roles complejo, ásperos y de mucha profundidad en esas complejas historias que comentábamos anteriormente, listas para facilitar la evolución dramática de los personajes.
3-El enemigo es el enemigo
En la filmografia de estos dos titanes de la interpretación, los enemigos a veces van con trajes de mafioso de los años treinta, sombrero tipo fédora y suelen fumar grandes puros. Lo que para mucha gente sería una prueba de pereza o desgana a la hora de desarrollar a los enemigos basándose en los arquetipos más rancios es simplemente un paralelismo de la realidad: Bárcenas, Blesa o Mario Conde cumplen con ese perfil de personas remilgadas y que eran respetadas por gran parte de la sociedad por el simple hecho de tener una maneras personales y estéticas supuestamente refinadas. Hasta el abrigo de Bárcenas era el clásico modelo de gánster estadounidense. De nuevo los guionistas de la mayoría de películas de Spencer y Hill se anticiparon al futuro creando una realidad que quizás sea apreciada en todo su esplendor en generaciones venideras.
Dicen ciertas teorías que la mejor manera de definir un héroe es construyendo un villano superior contra el que el protagonista pueda definirse de manera exhaustiva a través de la confrontación directa. ¿Quiénes son esos magníficos villanos? gánsters que atacan chatarrerías (…Y si no, nos enfadamos, 1974), peligrosos esbirros en pleno Río de Janeiro (Dos super dos, 1984), peligrosos bandoleros del oeste (Tú perdonas… yo no, 1967)
…malos muy malos a los que vencer. Sí, ahí se miden nuestros héroes.
4-Las coreografías de lucha
Que la sincronización de movimientos es importante lo han teorizado y ejercitado sublimes creadores como Giorgio Aresu o Valerio Lazarov, por lo que consideramos que con estas dos referencias fundamentales se hace parcialmente innecesario ampliar más el corpus teórico sobre la trascendencia de la organización del movimiento en la narrativa audiovisual. Es innegable que el cine protagonizado por Pedersoli y Girotti beben en ese sentido de las mejores escuelas de coreografías cinematográficas, como también lo es el hecho de que cada baile en cada escena de sus films son realmente espectaculares, mágicas, casi oníricas. Pura danza. Escenas impresionantes en que Spencer y Hill demostraban su habilidad y conocimientos de lucha con una velocidad pasmosa. Como si fueran un Baryshnikov y un Nureyev de las hostias contudentes, esta pareja de acróbatas implementan pieza a pieza una larga coreografía de diferentes estilos y clases. Estas coreografías fueron el germen de muchas otras posteriores como Tigre y dragón, Kill Bill vol 1, Matrix, Ong Bak o El ultimatum de Bourne, todas ellas claramente inspiradas en las habilidades psicomotoras de nuestro completo dúo de actores italianos.
5-La dirección
Una dirección sublime en la mayoría de películas en las que la posición de la cámara y sus movimientos de acorde a lo que la historia necesitaba era fruto de debate y discusiones diarias durante las sesiones de grabación de estos grandes clásicos. David Fincher, Michael Mann, Darren Aronofsky o Paul Thomas Anderson han bebido claramente de filmes como Dos super dos, Dos super policías, Y si no nos enfadamos o Banana Joe. Negarlo sería un ejercicio de ignorancia.
Las peliculas de Bud Spencer y Terence Hill son una mierda, pero una mierda maravillosa a la que queremos volver una y otra vez.