¿Qué invadimos ahora?: Michael Moore ataca de nuevo
Por Scott Burton
No cabe ninguna duda de que si tuviéramos que buscar una estrella de reconocimiento mundial en el género documental ese sería Michael Moore. Y no ha debido ser fácil, muchos otros como el olvidado Morgan Spurlock (encargado de las interesantes “Super size me” sobre el mundo de las hamburguesas y la comida rápida o “La historia más grande jamás vendida”) lo han intentado con todas sus fuerzas. Quizás Louis Theroux es el único que se puede acercar a Moore, pero su estilo contemplativo y mucho más televisivo (además de políticamente correcto) lo alejan de la figura del orondo realizador nacido en Flint. El revuelo que levanta cualquier nuevo trabajo de Moore es incomparable en el género a prácticamente cualquiera, algo que ha construido a base de intentar sacar a la luz todas esas mentiras y medias verdades sobre las que se cimienta Estados Unidos; las guerras, la sanidad privada, los atentados, las grandes corporaciones o el gobierno. Estamentos separados pero unidos por intereses comunes que han conseguido hacer de EEUU la primera potencia mundial pero también un país ignorante que se mira su propio ombligo mientras sus habitantes se endeudan de por vida si tienen la mala suerte de caer enfermos… o de acceder a la universidad.
Moore tuvo su primer momento de fama mundial con el documental ” The big one” (1997) cuando consiguió sacar a Phil Knight (fundador de la multinacional Nike) unas declaraciones en las que decía que no es igual un niño del tercer mundo que uno americano, ya que los primeros maduraban antes y podían estar capacitados para el trabajo de forma prematura (ahí es nada). Pero no fue hasta 2002 con “Bowling for columbine” cuando el realizador alcanzó éxito y reconocimiento internacional. En la multipremiada cinta, Moore abordaba el tema de la excesiva violencia en Estados Unidos y de la facilidad para hacerse con un arma en el país de las barras y estrellas, para ello entrevistaba a Charlton Heston o Marilyn Manson en el que fuera el primer documental del realizador de Flint que alcanzara impacto mundial.
En “Fahrenheit 9/11”, Michael Moore se mojaba aun más en su particular idea de intentar que el norteamericano medio pensara en algo más que comprar un coche más grande y ver el último episodio de los Kardashian y para ello se tiró al charco sin ningún tipo de miedo. Con una labor de documentación sobresaliente, narraba el ascenso de George W. Bush, de polémico, vago y poco talentoso a presidente de Estados Unidos y también nos explicaba las relaciones empresariales de su familia con la de Osama Bin Laden. En este punto y tras “Fahrenheit”, la carrera de Moore parecía estabilizarse a modo de un documental cada uno o dos años. En “Sicko” (2007) veíamos las entrañas de la sanidad estadounidense, en “Slacker uprising” viajábamos en campaña a favor de los demócratas en el tiempo de George W. Bush contra John Kerry y en “Capitalismo, una historia de amor” denuncia la tiranía de los tipos de traje y corbata de Wall Street y como la crisis económica mundial es utilizada (si no creada) para que unos pocos se enriquezcan.
Pero tras una década incansable de trabajo, Michael Moore paraba el carro y desaparecía durante cinco años, hasta que en 2015 empezamos a ver sus inteligentísimas (nunca exentas de polémica ni de creación de expectativas) campañas de marketing, el director había vuelto a la carga y el mundo entero tenía que enterarse. En “¿Qué invadimos ahora?” (Where to invade next, 2015), Moore utiliza su lenguaje sarcástico y sigue en su efectiva zona de confort con un montaje dinámico y un ritmo narrativo accesible, aunque esta vez se nos hace un poco más light en su discurso, ya sea por motivos de edad, porque le place o por razones méramente comerciales. “Qué invadimos ahora” narra un viaje de Moore por Europa y África conquistando ideas que hacen que los habitantes de esos países seleccionados vivan considerablemente mejor que en su Estados Unidos natal. La alimentación en la escuela, la sanidad, pública, el tratamiento más humano a los presos, la relajación en las leyes contra las drogas, las condiciones laborales… el viaje de uno de nuestros obesos favoritos no sólo sirve para que el americano medio deje de mirarse al ombligo, sino como descubrimiento de curiosas y novedosas formas de entender el trato a la sociedad (caso del aborto en Túnez o la ley antidrogas de Portugal) que han significado mejoras en la calidad de vida de los habitantes de los países en los que se han aplicado, a pesar del miedo que siguen suscitando para los yankis al sonar a conjuras liberales o socialistas.
Michael Moore vuelve a la carga en un trabajo un poco menos polémico aunque igual de reflexivo (y subjetivo en muchos casos) que sus anteriores trabajos. Para los que quieran ver al documentalista más subversivo y deslenguado la obra puede saber a poco, para aquellos que quieran disfrutar de una cinta más relajada aunque igualmente interesante sin duda la encontrarán un acierto. Un Moore igual de mordaz aunque con un tono conciliador que auyentará a los fans que busquen al más agresivo, picajoso y directo. “Where to invade next” es la prueba de que Moore sigue hilando fino y en el que pone el foco en una Norteamérica predecesora en numerosas ideas finalmente desechadas o desdeñadas por un capitalismo tan salvaje que acaba convirtiendo a gran parte de sus habitantes en una suerte de zombies con casa con porche, jardín y canasta sobre la puerta del garaje.