Kobe Bryant inmortal
Por Jorge Cruz, @jazzpive
Dice que se va, que su cabeza puede más que su corazón, que ya es el momento de dejar veinte años de juego, que no quiere estorbar a una generación que viene pisando fuerte y sobre todo que el físico ya no le permite dar más después de todo lo que nos ha dado él.
Ayer estaba preparándome para ver como siempre uno de los partidos de la NBA (curiosamente el Indiana Pacers contra los Angeles Lakers, el equipo de un futuro heredero suyo como Paul George). De repente empiezo a leer por las redes sociales una carta de Kobe diciendo que lo que muchos presagiaban – que se retiraría al final de esta temporada- tras dos años en dique seco, podía ser cierto: era el momento de replantearse lo que era inevitable, ni incluso el último contrato que firmó en el que se quedaría como púrpura y oro toda su vida ha hecho que se lo pensase.
Es paradójico escribir sobre una retirada cuando todavía le queda más de media temporada regular y a nosotros muchas noches de televisión para verlo y aunque su forma física no está ya para mucho espectáculo, sé que cuando llegue el momento de su adiós, cuando el número veinticuatro se suba al cielo del Staples Center se escribirá mucho sobre él, sus hazañas, sus títulos, su persona, o como veía y entendía el baloncesto…y yo, desde aquí, desde mi rinconcito de CIBASS quería escribirle y darle mi humilde homenaje a uno de los jugadores que más me han hecho disfrutar del deporte y sobre todo de este juego llamado baloncesto, pero para ello empecemos desde el principio de todo; por sus orígenes y como hizo de estandarte deportivo a una generación como la nuestra. Ahora mientras todos hablamos y nos sentamos delante del televisor cada noche para ver al nuevo chico de oro (Stephen Curry) y su magnífico equipo de la bahía de Oakland (los Warriors de San Francisco) quiero hablar de su comienzo y del mágico draft del 96.
Nacido como Kobe Bean Bryant el día veintitrés de agosto en Pensilvania (Filadelfia) hijo de Joseph Washington Bryant, un jugador de la NBA en la década de los setenta y ochenta que pasó por varios equipos como Golden State Warriors, Philadelphia 76 Sixers, San Diego Clippers, hasta su salto en Europa donde desarrollo una trayectoria continuada por Italia hasta mil novecientos noventa.
En ese periodo el pequeño Kobe ya daba muestras de su gusto por este deporte, su deseo era ser jugador profesional, y sobre todo poder compartir cancha con su ídolo, un fulano llamado Michael y de apellido Jordan, para muchos el mejor jugador de la historia, ganador seis veces de la NBA, MVP varias veces y según los expertos creador del básket moderno. Kobe no es el tipo de jugador modelo que viene del ghetto, tampoco fue especificamente el hijo de una superestrella de la NBA, y tuvo que superar sus dificultades, no fue beneficiario de una beca especial deportiva y tampoco estuvo en la universidad.
Kobe simplemente era diferente, no le hizo falta ser el número 1 de su promoción para dar el salto desde el instituto Lower Merion de su Filadelfia natal hasta el draft de mil novecientos noventa y seis. Fue seleccionado en la primera ronda por los Charlotte Hornets en el número trece (por cierto uno de mis favoritos) pero el que fuera General Manager y unos de los más grandes de todos los tiempos mister “Logo” Jerry West no se lo pensó y se lo llevó a la ciudad de las estrellas.
La irrupción de Kobe en la NBA se hizo notar muy pronto, su juego descarado, su muñeca y sus tiros a media o larga distancia y sobre todo sus vuelos sin motor hacia el aro contrario empezaron a copar las primeras páginas deportivas y televisiones del país. Desde entonces los expertos dicen que la elección del draft 96 (elección de jugadores universitarios al profesionalismo) es la confirmación de un antes y un después en la NBA; Allen Iverson, Steve Nash, Ray Allen, Stephon Marbury, Shareef Abdur Rahím, Marcus Camby o Antoine Walker entre otros se convirtieron en estandartes de la liga en sus respectivos equipos.
Dieron un aire nuevo al juego aportando una forma de jugar distinta y sobre todo mucho, pero mucho espectáculo. Otro momento importante en la carrera de Kobe que dejó grabado su nombre con letras de oro fue en el fin de semana del All Star de Nueva York de 1998: discípulo y maestro se enfrentarían en el partido de las estrellas… Jordan tenía su heredero más parecido, sus innumerables caras y respuestas a través de canastas llegaron a poner el pabellón en pie.
Desde entonces, para muchos de nosotros aquello pasó por ser el mejor partido de las estrellas nunca visto…
Kobe Bryant & Michael Jordan All Star 1998
Pero no solo dejó huella en el partido: el día anterior se llevó el concurso de mates con vuelos imposibles y escorzos jamás visto, Kobe presentaba sus credenciales para dominar la liga a lo largo de toda la siguiente década. Una década que vino con una dinastía nueva y un compañero de viaje que también quiere ser el emperador de los tableros, el gigante Shaquille O’Neal con el que permaneciendo a su lado consigue ganar tres anillos consecutivos: 2000, 2001 y 2002, devolviéndole a la franquicia Angelina una época dorada, comparándola con la de los Magic, Worthy y Abdul Jabbar. Todo ello bajo el mandato de un gran entrenador convertido en un ícono y conocido como el señor de los anillos el señor Phill Jackson, que dirigió al conjunto en dos etapas sacando lo mejor de él y su potencial como líder de equipo.
Durante la segunda parte de la década yo seguía viendo partidos del equipo y lo cierto era que el espectáculo continuaba pero hubo sequía de títulos hasta la llegada de un chico espigado de San Boi llamado Pau Gasol, con el que consigue ganar dos títulos seguidos y guía al equipo durante toda la temporada con un baloncesto muy vistoso, bien armado, jugadores de primerísimo nivel, y por supuesto sus jugadas imposibles plagada de efectos especiales.
Mientras escribo veo fotos de sus partidos, vídeos, su legado, su vehemencia muchas veces con los medios…y me pregunto ahora ¿Qué le espera a los Lakers?
Como dije al principio todavía no se ha ido, nos quedan muchas noches para verle en las canchas. Esto solo ha sido un pequeño homenaje del rey antes de que cuelgue las botas, y solo quería decirte: Kobe muchas gracias por todo lo que nos ha dado, y a mis compis de CIBASS prometerles que volveré pronto con nuevas historias.