Del revés, los sentimientos del revés (Inside Out)
Por Alberto Pérez, @NoUso
Por fin he podido ver Inside Out. Después de oír hablar mucho de la película, de lo fantástica que es, de lo mala que es, y de todo lo que hay en medio de eso. He de decir que me ha gustado mucho, aunque con algunos matices.
Lo primero que tengo que decir acerca de la última producción de Pixar es que continua en un gran nivel técnico, desde el guión hasta la producción final, vuelve a ser una auténtica obra total.
La idea es absolutamente genial, introducirnos en el funcionamiento del cerebro a través de las sensaciones generales. Alegría, tristeza, miedo, asco e ira. Evidentemente podríamos sumar muchísimos más, pero que esos 5 personajes sean el eje central de las emociones que rigen nuestro comportamiento es un buen punto de partida.
Pero ¿de qué va? Bien, como he adelantado, Inside Out (del revés en castellano) es la historia del cerebro de una niña pequeña, un cerebro que funciona bien, sin distorsiones, como buenamente se espera de la vida de una niña, alegre, feliz, sin preocupaciones, todo normal, perfecto, “another perfect great day” llega a decir Joy (Alegría) en uno de los momentos de la película.
Esa perfección, ese “todo atado y bien atado” de la felicidad infantil se ve desbordado por el traslado a otra ciudad. En ese momento en el cerebro de Riley (así se llama la niña) comienzan a pasar cosas extrañas. Las construcciones que dentro de él se habían hecho comienzan a desmoronarse, y lo que habitualmente servía para volver a dejarlo todo como estaba no funcionan.
Entonces es cuando comienza el periplo de los 5 protagonistas. El liderazgo (aunque cierto amigo la llama fascista) de Joy se ve sustituido por otras emociones que, en teoría, sólo deberían ser complementos a ésta. La Alegría se ve abandonada, en una suerte de peligrosa aventura mientras se quedan, como conductores del cerebro de la niña la Ira, el asco y el miedo.
La aventura de Joy, acompañada de Sadness (Tristeza) trata de buscar los recuerdos que forman el core (núcleo) de la personalidad de Riley. Este núcleo estaba formado por 6 recuerdos, todos ellos alegres (cada recuerdo tiene un color diferente, el color del protagonista), que han sufrido un accidente porque Sadness hizo que uno se pintara de Azul y se convirtiera en un recuerdo triste.
Es, durante toda esa aventura donde la película me ha parecido alucinante. El mundo cerebral que han conseguido imaginar me parece alucinante. Un cuartel general, donde trabajan los cinco protagonistas. Una especie de islas de seguridad, que se basaban en una serie de recuerdos reconfortantes (Familia, amistad, honestidad, diversión, deportes) son las que forman la personalidad de Riley. Un gran almacén de recuerdos, otros que se desechan y van precipicio abajo hasta que se deshacen, y muchos trabajadores con una misión específica.
Desde el principio, lo único que ocurre en la película es el empeño general en que Joy siga manteniendo su statu quo de mandamás y regente de todos los recuerdos, evitar que los demás tengan protagonismo, poner el “sentido común” frente a ellos para ganar la partida. Evitar que Sadness entre en el juego aunque sea de refilón. En el momento que ella se va a buscar los recuerdos del Core central junto a Sadness, los demás, que han tomado el mando, no saben cómo manejar la situación y se dejan llevar. El mito del pensamiento positivo, del todo tiene solución, el Wishful thinking y toda esa basura buenrollista que nos comemos se va literalmente a la mierda.
Riley no es alegre, no tiene razones para ello, y Joy no está para tomar las riendas de los cambios que están desconcertándola. Mientras se van fuera, las islas de seguridad se van cayendo, ni el deporte, ni los amigos, ni, sobre todo la familia son ya elementos de seguridad y fiabilidad en la cabeza de Riley y todo se va desmoronando.
La película en sí es un canto a la generalidad de la vida. No siempre hay que estar alegre, no siempre se pueden cumplir las expectativas, propias o ajenas que tenemos sobre nosotros mismos. Esta vida, este mundo que nos venden, esa dictadura fascista (como bien decía mi amigo) de la alegría. Sueña y lo conseguirás, se feliz y lo conseguirás. No, señores, no. A veces es necesario enfadarse, estar triste, sentir asco por las cosas que lo dan no es nada malo. De hecho, eso debe formar parte de la vida cotidiana y de la personalidad de todos y cada uno de nosotros.
He visto la película sin esperar nada, pero realmente, si tuviera una hija o un hijo de la edad de Riley, le pondría una película como esta, le diría cómo no es malo sentir ninguna de esas emociones prohibidas socialmente, esas que no queremos para los demás, pero que son necesariamente compañeras de la vida. Que lo que hay que saber es afrontarlas, que hay que saber cuándo y cómo almacenarlo. Y, sobre todo, que no saber lidiar con ellas nos pasa a todos, que perder el rumbo no es algo vergonzante ni que haya que esconder. Sólo algo que forma parte de nosotros.
Seguramente me haya encantado porque estoy perdido, porque mi panel de control del cerebro ahora mismo está comandado por Ira y Tristeza, no lo se. Quizá mis islas de seguridad estén apuntaladas y esperando reconstrucción. Pero la película es una auténtica gozada, para niños y para adultos. Y de verdad, hay que acabar con la dictadura de Joy.