Pizzas, teléfonos y éxito: La biografía de Leopoldo Fernández Pujals

Por Antonio Añón Oñate

Leopoldo Fernández Pujals es el fundador de Telepizza y presidente de Jazztel (casi nada) pero su historia está lejos de la del empresario ficticiamente hecho a sí mismo con el dinero heredado de sus antepasados, de hecho, casi podríamos definirlo con algo parecido a lo que los estadounidenses llaman “El sueño americano“.

Cubano de nacimiento, se exilió junto a su familia a Estados Unidos tras la llegada de Fidel Castro, buscando un futuro mejor y una estabilidad que no tenían mucha esperanza de encontrar en la Cuba comunista. A su llegada a EEUU estudió en la Suffield Academy y posteriormente ingresó en la universidad de Stetson, en la que (y esto nos suena de tantísimos otros grandes líderes y empresarios) no llegó a terminar la carrera. Fernández hizo algo durante su aventura americana que nos suena del cine: ingresó en el ejército estadounidense y participó en la guerra de Vietnam, al igual que Robert Kiyosaki con el que comparte ciertas similitudes. Allí aprendió que hay dos grandes enfermedades que dañan a los seres humanos: una es la excusitis, es decir, la inflamación de la excusa y la otra enfermedad, es la mieditis, es decir: la inflamación del miedo, citando textualmente. Luego retomó la universidad y se graduó en contabilidad y finanzas.

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Leopoldo Fernández Pujals

En el libro, Leopoldo se sorprende de que no exista ninguna universidad que enseñe técnicas de venta a sus estudiantes, a pesar de que este es uno de los factores que más le ha ayudado a triunfar en la vida. El -ahora- escritor piensa sinceramente que vender ideas con naturalidad y soltura debería enseñarse desde el colegio y perfeccionarse a nivel universitario, cuestión que se da más en cursos y pequeñas charlas que de manera académica y formal, aunque pese tanto en casi todos los niveles de los negocios.

Uno de sus primeros trabajos fue en Procter & Gamble aunque previamente había estado trabajando en la cadena McDonald’s, una experiencia que le sirvió para averiguar cómo se opera en una compañía de éxito dedicada al fast food y experiencia que le nutrió para algunos de sus éxitos posteriores. Fernandez narra como pronto consiguió captar la atención de los clientes gracias a su mentalidad empresarial y, como no, a vender el olor del filete sin enseñarlo, técnica que aprendió en los tan denostados cursos de ventas.

De aquella experiencia aprendió que, en efecto, cuando se vende el olor del filete, el cliente te pide carne a la parrilla a gritos. Y de ese modo, además, fortaleces la relación con él, que empieza a considerarte una especie de “socio” en lugar de un vendedor interesado. Tras diversos trabajos en los que ya despuntaba comenzó a trabajar para la gigante Johnson & Johnson, compañía con la que llegó a España a principios de los ochenta.

Como decía pablo Picasso “cuando me llegue la inspiración, que me encuentre trabajando“, cita el señor Leopoldo Fernández demostrando un eclecticismo propio de alguien que va más allá en casi todas las facetas de la vida, empezando por las profesionales. “A mí no me entierran sin haber montado mi negocio propio“, este fue el pensamiento que le motivo a emprender. Desde siempre le había llamado la atención el popularísimo negocio de las pizzas e inmediatamente se dió cuenta de que se trataba de un trabajo en el que él podía comenzar por su propia cuenta, de modo que empezó a indagar e investigar toda la información disponible sobre las tres cadenas de pizzerías más grandes del mundo: Pizza Hut, Domino’s Pizza Y Little Caesars.

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El once de noviembre de 1987 inauguró su primera pizzería, a la que llamaría Pizza Phone ya que sus socios inversores opinaban que ese nombre sonaba más americano. Él era el único que prefería Telepizza, y parece que acabó teniendo razón. Un año después abrieron el primer Telepizza en la calle Cochabamba (Madrid).

Llegados los primeros éxitos ya dentro de la hoy popularísima franquicia, cuando le preguntaban qué era lo que más temía, siempre respondía: que la única competencia que me preocupaba era nuestra propia incompetencia, porque era fácil que nuestros gerentes, todos jóvenes, se emborracharan de éxito y se olvidaran de implementar las estrategias, de modo que gestionar equipos humanos para inspirarles y que tengan la automotivación necesaria para que superen sus propias expectativas se fue convirtiendo poco a poco en una de sus especialidades.

Podríamos decir que la filosofía del popular empresario responde a la siguiente lógica: a quien no sabe le enseñas, a quien le faltan medios se los proporcionas, y a quien no quiere o no es capaz de cumplir con sus objetivos, le invitas a salir de la empresa haciéndole ver que probablemente será más feliz en otro lugar. Curiosamente, en octubre de 1999 vendió su participación cuando la empresa contaba con 800 tiendas físicas, probablemente buscando una nueva aventura empresarial, un nuevo reto que alimentara su sed de emprendimiento (palabra tan desgastada que raramente le damos el valor que se merece).

A mediados de octubre de 2004, Leopoldo Fernández entra como presidente en Jazztel, comenzando otra aventura empresarial llena de nuevas metas que le motiven. Esta vez en un sector relativamente nuevo (el de las telecomunicaciones) convirtiéndose en accionista de referencia de la compañía. A veces en la vida conviene copiar mejorando, pero en otras ocasiones innovar y esto segundo fue lo que hizo en Jazztel.

Lo cierto es que en aquel momento se encontraba con ganas de emprender un nuevo proyecto y, de hecho, algunos comentarios que había escuchado sobre el éxito de Telepizza había sido solo una cuestión de suerte le estaban motivando para implicarse en una nueva aventura empresarial y demostrar su talento más allá de un golpe de suerte o de la agudeza de alguien que había vivido en Estados Unidos y podía preveer el éxito de las franquicias de pizza a domicilio.

La filosofía gerencial que ha aplicado para alcanzar su sueño es fundamentalmente la adquisición de hábitos adecuados; el hábito no hace al monje, pero si al hombre: no importa tanto la vestimenta como la actitud. No importa el origen familiar, lo que importa son los hábitos que se han adquirido a lo largo de la vida. Un jefe no lo es porque vista de una determinada manera, tenga un despacho y una secretaria que lleve su agenda. Un jefe debe ser un guía, un apoyo, y saber vender ideas e inspirar, al mismo tiempo que se hacer respetar por sus empleados consultándolos y consensuando con ellos las estrategias que se van a implementar en el negocio. Según Fernandez Pujals, para llegar a formar un líder es imprescindible la práctica de la venta, la formación de mandos, hablar sabiendo motivar a la audiencia y ser capaz de soñar en grande a través del proceso de pensamiento y del ciclo gerencial.CIBASS telepizza

Por lo general, los seres humanos nos acomodamos en nuestra zona de confort y dejamos de luchar por realizar nuestros sueños. Normalmente, aquellos que te quieren y te rodean te aconsejan según ellos piensan o como ellos se comportarían, habitualmente de manera ultra conservadora y arriesgando lo justo. La mayoría de los que no son emprendedores intentan convencer a los que sí lo son de que están equivocados porque no son conscientes de que esto supone un freno para algunas de las personas que cambiarán el mundo (o al menos en el mundo de los negocios y las empresas) acaben haciéndolo. Si te rodeas de estrellas, brillarás, pero si te rodeas de lodo

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