El viento se levanta, Hayao Miyazaki se despide con una obra magna
Por JD Romero, @JD_Romero23
“La mayor parte de la cultura moderna es superficial y falsa, pende de un hilo, y no es algo que se haya de tomar en broma”
-Hayao Miyazaki
Hayao Miyazaki se negó a recoger su óscar por ‘El viaje de Chihiro’ porque en aquellos momentos Estados Unidos estaba bombardeando Irak, una decisión moral que la mayoría de directores e interpretes no americanos ni siquiera se plantearon, metáfora del pensamiento genuino de unos de los últimos genios vivos. Pero mucha gente desconoce que Hayao Miyazaki (Tokio, 1941) comenzó trabajando en Heidi, Marco, Ana de las tejas verdes e inlcuso llegó a dirigir episodios de la serie animada de Sherlock Holmes para luego dar el salto con obras completamente suyas como ‘La princesa Mononoke‘, ‘Mi vecino Totoro‘, ‘Porco Rosso‘ o ‘Nausicaa en el valle del viento‘ (filme de inspiración para Avatar), todas ellas bajo Studio Ghibli y consideradas más que obras maestras a día de hoy.
Con la mayor parte de su carrera centrada en los niños y con un potente mensaje antibélico, Miyazaki también aborda temas como la relación del hombre con el medio ambiente, el individualismo o la responsabilidad, alejándose de la imagen superficial que la masa tiene sobre el mundo de la animación con una estética preciosista mezclada con aparatos tecnológicos variados. Una armonía personal hiper reconocible que ha hecho del director japonés todo un icono cultural cono premios como el Oso de oro y el Óscar en 2002 o el reconocimiento a toda una trayectoria en el Festival internacional de cine de Venecia.
Con ‘El viento se levanta‘, Miyazaki dice despedirse del gran público con un filme inspirado en ‘El viento se alza’ de Tatsuo Hori (escritos en el 36 y el 37) la pasión por volar hecha película con un magnetismo que raramente encontramos en obras de animación gestadas por otros realizadores. Rodeada por la polémica, la película fue criticada por la cantidad de tabaco que aparece en la misma, y es que el protagonista y su compañero se pasan la obra -literalmente- fumando. Por si fuera poco los grupos de izquierda criticaron la cinta por dar el protagonismo a un jóven que fabrica aviones para la guerra. Entre la controversia generada y el hecho de que la película fuera una carta de despedida del propio director se nos antojaba inverosímil que desde Can it be all so simple nos quedáramos sin ingerir el adios de uno de nuestros japoneses (junto a Kurosawa) que más nos ha extasiado frente a una pantalla de cine o de televisión.
Basada libremente en la vida del diseñador aeronáutico italiano Caproni, la cinta nos cuenta la historia de Jiro, un jóven japonés (de los años veinte) corto de vista e incapaz por ello de volar que decide dedicarse al mundo de la aviación mediante la ingeniería. Pronto se le reconoce su talento y se le considera uno de los mejores diseñadores aeronáuticos de la época. A través de la pasión de Jiro por la aviación viviremos algunos hechos históricos del Japón de la época, como el terremoto de Kanto de 1923, la Gran Depresión, la epidemia de tuberculosis o la entrada del país Nipón en la segunda guerra mundial. Un momento histórico crudo visto desde los ojos de un jóven y apasionado idealista y narrado con el estilo marca de la casa.
Miyazaki alterna los lienzos de los paisajes naturales más hermosos con la tecnología tosca aérea de la época en un equilibrio majestuoso e hipnótico, adornado con los viajes oníricos del jóven Jiro (en forma de sueños) junto a su admirado Caproni. Con una animación magistral la obra se muestra mucho más contenida que el resto de la filmografía del director, incluso comparándola con ‘Porco Rosso’, filme con el que comparte temática a grandes rasgos.
‘Kaze Tachinu‘ (título original) es una especie de despedida con las obsesiones de Miyazaki de siempre, con los códigos y recursos del estudio y que aquí se nos hacen más maravillosos aun, bien por la inmejorable técnica del Ghibli en pleno 2014 o bien porque en las despedidas uno no puede ser neutral. La película pasa de puntillas por los momentos históricos escabrosos en que se sitúa y se centra en la vida de Jiro, siendo el contexto un simple aderezo en una historia de superación narrada de manera soberbia.
Jiro surca los cielos tanto en sueños como en la realidad, y nos lleva con él en la única película del maestro en que no narra una fantasía, sino una biografía de modo libre. Da la impresión de que esta película se contienen todas y cada una de las anteriores del genio japonés y sin embrago nos hace volar más alto, Miyazaki se despide de un modo más comedido y sin embargo nos conmueve más que en cualquier cinta del resto de su filmografía. Ahora no nos queda sino disfrutar de la obra que nos deja y maravillarnos con su hermoso universo propio. Muchas gracias, maestro.
JD Romero