Battling Boy, el superhéroe según Paul Pope
Por Jesús López, @jelopesp
Paul Pope es uno de los genios vivos del mundo de la ilustración. No sólo del cómic, de algo que va más allá. Es una especie de estrella del rock del dibujo. Y es que al oriundo de Filadelfia lo mismo lo reclaman para guionizar y dibujar tebeos, que para diseñar colecciones de firmas de moda punteras, como Diesel o DKNY.
El sueño del bueno de Paul era que DC Comics le dejara hacer una revisión de Kamandi, el último superviviente, la historia post-apocalíptica creada por el MITO Jack Kirby. Y es que Pope quería realizar una incursión en el mundo del cómic infantil, el cómic dirigido a los niños, à la Golden y Silver Age, alejándose del grim and gritty propio del cómic de los 80 en adelante. Kamandi, el joven personaje procedente del Cuarto Mundo de Kirby, parecía el óptimo para afrontar este reto.
Pero DC, o algunos de sus directivos, no tenían la misma opinión que Pope. Según éstos, ya tienen en su catálogo títulos dirigidos al público infantil, como son Scooby-Doo o Bugs Bunny, no necesitan que alguien mancille el nombre de un personaje icónico de la compañía.
La cortedad de miras de los dirigentes de la megacorporación del entretenimiento hizo que Pope abandonara su idea con respecto a Kamandi, pero no mermaron la necesidad imperiosa que tenía de dirigirse al futuro de la industria del cómic: los niños.
Y qué mejor que crear un personaje desde sus orígenes y cimentarlo en su propio Universo, sin tener que estar anclado en la compleja continuidad del Multiverso DC.
Así surge Battling Boy, un niño de 13 años recién cumplidos, hijo de un Dios, y que es enviado a Arcópolis con una misión: acabar con los monstruos que asedian la megaurbe y que secuestran a sus niños. Esta prueba supone el viaje iniciático de Battling Boy y una nueva esperanza para Arcopolis y sus habitantes, que acaban de perder a su tecnificado héroe local, una suerte de Rocketeer, Haggard West.
De esta manera, Pope hace una revisión del héroe o, mejor dicho, del sidekick. Vemos así al proyecto de súper, su iniciación, sus errores, su falta de control, sus dudas… Todo ello necesario e ineludible para convertirse en lo que se espera de él: un auténtico superhéroe de acción.
Nada nuevo bajo el sol. Historia mil veces trillada y leída. Desde Hércules y sus trabajos, a Invencible (de Robert Kirkman, el creador de The Walking Dead -por proponer un cómic contemporáneo-), la historia de la creación del héroe la tenemos más que asimilada en nuestro subconsciente colectivo. Esto ya nos lo han contado.
Pero entonces, ¿qué hace especial a esta historia? Su dibujo. Ahí es dónde está la fuerza de Paul Pope. Y lo que le convierte en un autor especial. Él no sigue modas. Las crea. Se aleja de cualquier cosa que pudiésemos esperar en el mundo del comic-book americano y abraza e integra en su obra la parsimonia narrativa y la cinética en la acción del Manga (no hay que olvidar el paso de Pope por la editorial Kodansha en los inicios de su carrera) con el detallismo gráfico propio de la Bande Dessinée franco-belga (aquí no busque fondos vacíos y sin detalle alguno; si las casas tienen antenas, ahí las verá colocadas). Con todo ello, Pope consigue que nos veamos inmersos en la acción como si de una película se tratase, rompiendo (casi) los límites que imponen las viñetas.
Battling Boy se convierte, por tanto, una maravilla visual en cuanto a continente. En cuanto a contenido se queda algo corto, algo coherente dado la orientación al público infantil-juvenil de este cómic. Lo sesudo y transcendente lo dejamos para otra ocasión. Este cómic es un divertimento, una evasión de la realidad, un reencuentro con la Silver Age del cómic americano. No sólo de crítica y razón vive el hombre.
Battling Boy ha sido editado en Estados Unidos en octubre de 2013 por First Second (y en España por DeBolsillo), y este mes de julio pasado consiguió alzarse con el codiciado Premio Eisner 2014 al Mejor Cómic Juvenil en la San Diego Comic-Con.
Joder, qué interesante. Y yo sin conocer a este hombre.