Habano y Vitola: el arte de lo bien hecho
El arte, como forma manifiesta de la expresión, de la virtud o de la habilidad, da lugar a realidades como ARCO (Feria Internacional de Arte Contemporáneo de Madrid), o “Las Meninas” del sevillano Diego Velázquez (1599-1660).
No obstante, y dentro de cuanto se podría hablar acerca de arte, tema candente y subjetivo, cabría mi referencia a lo “sofisticado” y al “anonimato”.
Lo sofisticado es el culmen de la excelencia, el rebasamiento de lo complejo, el cuidado del detalle y el reflejo de una personalidad de arduo criterio en busca del buen hacer
El puro Habano de Cuba, con causa en su proceso artesanal de elaboración, se ha convertido en una de las máximas expresiones del arte sofisticado del mundo: una obra exclusiva por su calidad, cuerpo y vitola.
La climatología, el suelo y las diferentes variedades de tabaco negro cubano juegan un papel determinante. Sin embargo, la diferenciación con el resto de puros convencionales se alcanza gracias a la sofisticación de los “torcedores” cuando, con delicado ahínco, ejercen su labor artesanal.
El puro Habano es género y emblema. Posee un fuerte contenido sociológico asimilado a momentos de historia, de bienestar y de felicidad que afecta a todos los estratos sociales del planeta.
Su referente máximo es el COHIBA BEHIKE, el estándar más alto de Habano que llega a ser tratado por más de 120 manos antes de alcanzar su estado definitivo. El Habano Montecristo, Partagás o Romeo y Julieta siguen siendo una exquisita referencia dentro de la denominación de origen cubana.
Esta labor y arte, que también es éxito, basado en hacer llegar al mundo un producto sin igual elaborado por personas anónimas denominadas “torcedores” es algo digno de alabanzas y aplausos.
Las grandes obras de arte universal son obras del hombre, su único causante. No hay limitaciones ante la falta o escasez de recursos, el arte es maña, astucia.
Convertir una hoja de tabaco en un bien diferenciado y exclusivo a nivel mundial solo puede ser obra de un artista, y son numerosos los artistas anónimos que, gracias a su valor, talento y “sofisticación” nos permiten disfrutar de los grandes placeres de la vida, no sólo un placer momentáneo, también el símbolo del éxito.
Habano y vitola, una gran obra de arte.
Carlos Ríos León