Mansilla y los Espías desde una azotea

Por Ana María Prieto Pérez

Yo que soy algo fóbico así en general, que no tolero bien las multitudes, que no me siento cómodo entre codazos y pisotones, que como sureño no sirvo para el folklore y que en definitiva tengo ciertas ínfulas sobre lo sublime y lo especial, no soy apto para grandes y medianos conciertos (entre otras muchas cosas).

CIBASS Cartel Redetejas vol07Pero no renuncio completamente a experiencias musicales y artísticas aunque siempre accedo solo si el quorum me parece óptimo y por supuesto casi siempre prefiero vivirlo sentado. La paradoja de algunos que siendo de clase obrera nos sentimos algo marquesitos en según que ámbito.
No me encontrarán en conciertos masivos en estadios deportivos ni en ninguna de esas aglomeraciones, pero intentaré no faltar a eso que bautizaron como Redetejas. Cosas como Redetejas suele compensarme con creces mi natural distancia a la cultura de masas: me sentiré como en casa en esa comunidad de azoteas particulares dispuestas y autoorganizadas para hacer un circuito de actuaciones durante una noche a lo largo del centro de la ciudad.

El Redetejas no suele fallarme: actividades cortas y bien concentradas en escenarios interesantes: azoteas al aire libre bajo el sol de primavera o la luna (según el momento del día) y un público reducido (casi siempre entre veinte y veinticinco personas en el mismo sitio a la vez. En esta ocasión no solo no me defraudó sino que además me dio en todo el pecho. Desconociendo la programación de este volumen 07 de Redetejas, de nada me servía consultar el programa porque de nada conocía a los artistas nombrados allí. El caso es que todo iba bien entre baladas Soul y Música balcánica en las dos primeras azoteas cuando en la tercera y última del circuito pasó algo que me lanzó un golpe en mitad del pecho. De repente ahí estaba mi pequeña epifanía: Mansilla y los Espías.

Contrabajo, saxofón y la voz de Fernando Mansilla. Se encendieron las luces de la azotea y el cuerpo frágil del protagonista absoluto de la noche empezó a declamar unos fraseos contundentes articulados con una voz fuerte y un cierto tono severo. Sus escuderos lo seguían en ritmo y coros y repetían “Nevermore dijo el cuervo”, “Nevermore dijo el cuervo” mientras repasaba situaciones fracasadas y volvía a preguntarnos frente a frente que se dice el perdedor de las oportunidades diarias a si mismo cuando vuelve a su casa…“Nevermore dijo el cuervo”. Frente a su música y su cadencia me preguntaba yo de donde salía aquello, como era posible que nos lo conociera y que había estado haciendo yo sin experimentarlo antes. Pero seguramente mi exilio interior habitual y mi pequeña dosis de misantropía tuviesen la respuesta.
Harto de mirar alrededor admirando la obra del teatro cantante de Giorgio Gaber en Italia y consumiendo tanto el trabajo de storytelling de los crooners blancos como el de los proto-raperos como Gil Scott-Heron en EEUU, por fin lo encontré aquí. Dentro de un pequeño y aparantemente frágil cuerpo ví las posibilidades del recitado de fraseos en castellano mientras se trataban temas urbanos, callejeros, y en definitiva sociales.

Por lo que pude investigar posteriormente mediante cómodas preguntas y algún que otro Googleo, Mansilla es un superviviente de la calle, un espejo puesto frente a la película Grupo 7 de Alberto Rodríguez y que explica el desarrollo de esta ciudad desde el otro lado, desde la oscuridad de la droga y el lumpen, testigo presencial de como la heroína entró en nuestras ciudades para quedarse y antes del repliegue llevarse sin misericordia ni compasión la vida de miles de jóvenes. Es la historia viva de esta ciudad aunque bien podría ser la de cualquier urbe de este país en el tránsito de los 80 hasta el final de la década de los “grandes eventos”. Aterrizó por aquí con la excusa de una novia que quiso aprender flamenco y aquí se quedó.

CIBASS Mansilla y los espías

Imagen de Fernando Mansilla en directo durante una actuación

Se curtió en ese vertedero social que llegó a ser la Sevilla pre-Expo 92 y que vaya usted a saber donde hubiese terminado de no ser por el faraónico proyecto. En ese momento a la gentrificación ni estaba ni se la esperaba y algunas zonas del casco histórico de la ciudad, lejos de ser el parque temático que son ahora, eran más bien unas regiones invernales donde tu madre te prohibía ir. En ese sentido Mansilla atesora ese recuerdo y esa sordidez entre los huesos y la piel, pareciendo recién salido del túnel del tiempo para que no se nos olvide de donde venimos y mientras su voz dura pone los railes sobre los que empezar el viaje.

¿Recita? ¿canta? ¿rapea? no lo sé exactamente, en parte porque es un poco de todo y en parte porque realmente tampoco me he preocupado de intentar aprisionarlo en algún molde, lo que en este caso podría ser intentar matarlo. A fin de cuentas solo me importó la puesta en escena, la ejecución y el efecto conseguido. Y ha sido realmente inmejorable: sentir la concentración absoluta mientras lo escuchas y en cuanto giras la cabeza ver al resto de asistentes a tu alrededor con el mismo efecto, formando parte de la misma liturgia, una especie de ritual en el que Mansilla es el shaman y sus compañeros Luis Navarro y Daniel Abad son los sacerdotes que se aseguran de la correcta integración de las partes para formar un constructo completo, bien ensamblado, elegante, duro y eficiente.

CIBASS Mansilla y los espías dibujados por Inma Serrano durante Redetejas vol07

Mansilla y los espías dibujados por la ilustradora Inma Serrano durante Redetejas Vol.07

Yo pasaría a declararme fan incondicional sin problema alguno y a intentar volver a verlos actuar. Bien vale la pena experimentarlo de nuevo y si usted todavía no lo ha hecho, amigo o amiga, ¿a que espera? no se apure con la posible interpretación de que tal vez los asuntos que trata Mansilla desde el escenario sean demasiado “micro” o muy locales; no hay que olvidar que casi todas las viejas ciudades tienen no solo estructuras parecidas, sino además vicios similares y por supuesto, colmados donde ir a comprar cuando el mes se ha terminado hace mucho en la cartera. En esos lugares comunes no me cabe duda que podrá encontrarse con estos señores de traje, corbata y sombrero. Y sentirse como en el sótano de un cabaret, donde pasan las cosas importantes: Literatura de baile.
Una de los mejores artefactos que nos ha devuelto Cataluña a cambio de tanta emigración. No es un mal trato.

Bienvenidos sean Mansilla y los espías a mi mundo.

Ilustraciones cedidas por Inma Serrano, la genial ilustradora de las azoteas.
http://dibujosypegoletes.blogspot.com.es/

 


One thought on “Mansilla y los Espías desde una azotea

  1. María Rey says:

    Que hombre más interesante!

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