McConaughey y los Dragones: El Imperio del fuego

Por David Rodríguez, @davidjguru

Desde la ruptura de moldes que supuso ‘True Detective’ la mayoría nunca volveremos a ver a Matthew McConaughey de la misma manera. Todo en ese artefacto cultural es refinado, pensado, medido e integrado en diferentes referencias y metareferencias. Sería inabarcable describir todos los niveles de lectura de la serie, así como plasmar las claves literarias y terroríficas de sus autores, así que simplemente me quedaría en un plano relativamente básico: True Detective es excelente. Parte de esa responsabilidad la tienen las interpretaciones de sus protagonistas y el nivel de representatividad elaborada por McConaughey para el personaje de Rust Cohle. Simplemente genial.

De repente el actor de comedias románticas se había transformado. Pero un momento. En el mismo año salía El Lobo de Wall Street y Matthew volvía a dar un registro interesante, trabajo y diferente interpretando a Mark Hanna, tiburón hambriento de capitales y de vicio . O ese entretenido Ron Woodroof del ‘Dallas Buyers Club‘.
Creíamos en definitiva, que el hombre había atravesado su propio desierto personal y auspiciado por una carrera decadente, se decidía a dar el salto a papeles más arriesgados, más complejos y más profundos.
Y en ello estábamos cuando hace unos días el compañero Toni García Ramón nos sacó de nuestro error. En un artículo publicado en JotDown y a modo de retrospectiva de la carrera del actor, destacaba allí una primera fase del actor, mucho antes de su etapa ‘hard-romantic’. Antes que sus ponzoñosos roles de atractivo y sensible deportista llegasen a nuestros televisores, hubo un momento en el que tuvo roles interesantes. Resulta que primero hizo trabajos interesantes que no se comieron un rosco en taquilla, luego decidió reducirse a las historias románticas, y luego el salto a la redención que todos conocemos (o deberíamos conocer).

CIBASS Christian Bale y McConaughey en El Imperio del Fuego

De esa primera fase comentemos amistosamente ‘El imperio del fuego’ (Reign of fire, 2002), ¿Por qué? bueno, sale nombrada en el artículo, decidí verla el mismo fin de semana y justo ese domingo la ponían en televisión. ¿Casualidad? no lo creo. Hay que respetar las serendipias. Sincronicidades de Jung aparte, tal vez la película valga la pena para ser comentada desde nuestra sección “videoclub”. Al fin y al cabo tiene mucha tela que cortar.

Lo primero que me llamó la atención fue el castigo al que sometió a la película desde las principales comunidades: las críticas en Filmaffinity (no ya la valoración que es algo más amable) son un despelleje continuado de la obra y su planteamiento. El caso es que creo que razones no faltan, pero lo mismo es necesario mirarla desde otra óptica. Porque desde el punto de vista del blockbuster post-apocalíptico está claro que no decretaríamos nunca su salida del Gulag cinematográfico. Y tampoco es eso, oye.
La historia es básicamente un cruce de futuros post-nucleares y una monster movie: los dragones se despertaron desde el fondo de la tierra, destruyeron toda la vida, y tras batallas militares fracasadas la tierra es una extensión de terreno humeante y ceniza donde solo sobreviven algunas colonias de humanos auto-organizadas como comunidades. Hasta aquí todo bien, al fin y al cabo unos dragones no tendrían que estropear ‘Mad Max’ ¿o sí?…

CIBASS El imperio del fuego 2002

Seguramente las pretensiones de los productores fueran más allá de los resultados que se obtuvieron. Y no me refiero materialmente (apenas unos millones más por encima de lo invertido, lo que ya suele dar para tildarla de ‘fracaso en taquilla’) y en ello va el planteamiento y la búsqueda de un posible nuevo hito del cine post-apocaliptico. Y con dragones. Lástima, tal vez no haya mayor frustración para los participantes en un proyecto cinematográfico que pasar a formar parte del olimpo de la serie B sin haberlo pretendido. De un proyecto para moverse en primera división, se pasa a una película en la cima de la serie B. Pero ahí va, tampoco es para tanto. Hay que reconocer que la promesa era buena: tres actores en un relativo buen momento: Christian Bale, Gerard Butler y Matthew McConaughey, un planteamiento cargado de efectos especiales, monstruos, destrucción y armamento. ¿Qué podía salir mal?

Bueno, el guión no salió muy bien, la verdad. Ver salir de esos actores tal cantidad de frases de 0’60 flojas y desconcertantes no ayuda mucho a darle empaque a la película. Frases y diálogos como:

“Solo hay una cosa peor que un dragón: los americanos”

“-Si pasa algo ya sabes que hacer.
+No tengo ni idea.
-Yo tampoco.”

“Yo lidero, tú me sigues”

Y son una muestra muy representativa del nivel de las conversaciones durante la película, lo cual no ayuda mucho a explotar al personaje de McConaughey, ese enloquecido militar llamado Van Zan que está obsesionado con la guerra, con la muerte y que viene incluso con su gran epifanía recibida en los campos de Texas. Es Van Zan una especie de Capitán Ahab obsesionado por su particular versión de la ballena blanca que existe en forma de dragón macho al que aniquilar. Al igual que él persigue a la bestia en una carrera obsesiva y destructiva para alcanzar su gran meta, y desgraciadamente poniendo a toda su tripulación en peligro. No conocemos la razón, el nudo gordiano que une a Van Zan con el gran dragón. Tal vez no exista ninguno, pero eso dejaría al personaje relativamente debilitado desde el punto de vista de nuestra empatía: nada nos hubiera hecho comprender y asimilar su locura y su violencia que saber que el gran dragón mató a su familia, o devoró a su pelotón, o algo así. La fijación de nuestro particular Ahab no tiene asideros y eso se nota, aunque intente compensarlo con acción y ritmo (que lo llevarán a superar todos los records de salto de longitud en una escena final memorable).

CIBASS Matthew McConaughey contra el dragón

Christian Bale está en un papel de ‘líder de la resistencia’ (nos suena) y hace lo que puede con sus miradas, Gerard Butler también como segundo de a bordo de esa colonia de humanos refugiada en las ruinas de un castillo, y entre los dos le dan un cierto toque ‘Naif’ a la historia (que no es expresamente vocacional, la verdad), construyendo un liderazgo conjunto e interpretando ‘Star Wars’ para los niños de la colonia como si de un clásico de Shakespeare se tratase. Menos mal que la peli tiene a Van Zan para compensar toda esa dulzura. Menos mal que está McConaughey, que es lo único que anima una fotografía suficientemente oscura como para no distinguir bien el resto de elementos de la ceniza que lo cubre todo (aunque se atisbe el cielo azul y despejado, curiosamente todo sigue oscuro). Así que gracias le doy.

¿Qué nos importa que su discurso de recogida de los Oscars fuese realmente el de un texano alucinado e integrista religioso? Realmente estamos ante un actor excelente, y mientras no le haga daño a nadie, lo seguiremos respetando. O hasta que se haga miembro de la asociación del rifle y empiece a defender el derecho a la autodefensa armada. A veces le pasa a los mejores actores.

 

 

CIBASS Puntuación CIBASS Dos puntos


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