(Des) encanto: la nueva aventura de Matt Groening

Por JD Romero, @JD_Romero23

De algún modo, atribuimos a Matt Groening (nacido en Portland a mediados de los cincuenta) el mérito de haber cambiado la historia de la animación; de un producto enfocado a menores de edad y con una carga de profundidad, referencias y recursos estilísticos menores a todo lo contrario, y en parte es así. Recordemos que décadas antes en Japón y su envolvente cultura del anime ya llevaban mucho dando un tratamiento adulto a la animación (a pesar de ciertos tics inherentes a sus personajes) y haciendo de ello una cultura para todas las edades, rangos sociales y tocando todas las temáticas posibles, algo que desde hace veinte años además es un fenómeno global.


Lo que Groening hizo con Los Simpsons para el público occidental es encapsular algo accesible y cercano como una sitcom que gira en torno a un hogar familiar tradicional e ir adornándolo de modo ecléctico. Por eso Los Simpsons eran el producto perfecto a su tiempo y lo volverá a ser en una sociedad que maltrata cualquier tipo de progresismo: introducir picardía, gags que funcionan, (algo de) crítica social, personajes bien definidos y unos maravillosos secundarios en un entorno absolutamente tradicional: padre, madre, niña, niño, bebé, perro, gato y casa con jardín delantero. De esa manera, Groening empatizaba con millones de americanos y de camino los criticaba. Del mismo modo que Tim Burton recreaba las tristes -por impersonales- casas de su infancia en Eduardo Manostijeras para reivindicar la individualidad, el creador de Futurama hace lo propio y de camino que guardaba un sitio en la Fox en la que cabe lo que cabe y se acepta lo que se acepta. De hecho, si en Los Simpsons hemos visto alguna vez atisbos de crítica al partido Repúblicano (incluso representados como vampiros) es por el simple hecho de que son una pieza tan principal del puzzle de la cadena que apenas se cuestiona a Groening; mandan los ideales, pero si hay dinero éste va antes.

La cuestión es que tras las dos creaciones del de Portland vinieron otras que cogían lo mejor de las mismas y las mezclaban con muchas otras, dando lugar a evoluciones y metamorfosis que además resistían mejor el embiste de los años y las temporadas; caso de Family guy en primer lugar y muchas otras que beben de diversas fuentes y son absolutas obras de arte; Rick & Morty la primera y luego un sinfin: Más allá del jardín, Hora de aventuras, Bob’s burgers, El maravilloso mundo de Gumball, Bojack horseman, Final space, Clarence, King of the hill, Gravity falls y una lista interminable.


Con los síntomas de agotamiento de Los Simpsons y con una pequeña parte de la sociedad que amaba Futurama y otra gran parte que sencillamente la ignoraba conociendo su existencia (mucho más compleja, rica y con más influencias mucho menos conocidas por la masa), Groening decidía seguir creando pero esta vez en el nuevo gigante Netflix. El nombre del artista ya quedaba para los anales de la historia, aun así decidía seguir arriesgando y volver al tajo ahora en un nuevo contexto; (Des) encanto sería el nombre de la nueva producción.

Y estrenada la serie y vista completa (las virtudes de Netflix) podemos sacar conclusiones. La primera es que Groening y sus colaboradores reciben cierta influencia actual (como los flashbacks de Family guy o The Cleveland show) pero siguen firmes en un ritmo más parecido a la animación relativamente tradicional como Los Simpson y sus antecesoras. La segunda es que la historia es contínua y no sólo son capítulos autoconclusivos, la tercera que es mucho más agresiva y explícita que las otras creaciones del autor (sin llegar ni mucho menos al nivel de las otras series mencionadas) y la cuarta que es mucho más rica que Los Simpson pero también más accesible para el gran público que Futurama.


Basada en la fantasía épica y con clara base en clave de comedia en El señor de los anillos, Willow, Cristal oscuro, Dentro del laberinto, Conan el bárbaro, Lady Halcón, Furia de titanes o Excalibur, con claras referencias pop actuales, unos personajes bien definidos y que encajan perfectamente, unos secundarios marca de la casa y un espíritu de aventura que hace que se convierta en un producto que encantará a muchos y decepcionará a otros, ya que en muchos momentos (y aunque no deja de haber gags) la construcción de la historia primará por encima de los chistes. Una vez presentados casi todos los personajes y establecida la base de la serie (los tres primeros capítulos), la última creación de Groening va in crescendo y se convierte en una producción estimulante, maravillosamente dibujada (esos fondos con todo lujo de detalles), rica en matices, divertida y más cercana al ritmo y cadencia de un largometraje que de la explosividad efectiva que buscarán los millenials.

A pesar de las tibias críticas que ha recibido, (Des) encanto es una pequeña joya para amantes de Groening, la fantasía, Tolkien, la buena animación y toda una declaración de intenciones: no se rinde a los nuevos ritmos y prefiere -suponemos- entregar un producto de calidad cuya primera temporada promete y mucho: contiene todo lo bueno de Los Simpson y Futurama y no tira por el camino fácil de South Park y similares para contentar adolescentes y conversaciones de botellón. Matt Groening se sitúa en un contexto riquísimo y aprovecha todas las posibilidades en una nueva serie que hemos disfrutado absolutamente. (Dis) enchantment nos ha encantado.


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