30: la verdad detrás del mito

Por Chema de Ángel, @ChemaAR

Lo que podría parecer el título de una película underground de la movida madrileña, es una pregunta que cada vez suena más fuerte en mi cabeza y en la de, prácticamente todos aquellos que ronean con ese marco de edad.
El caso es que un día estás ahí, triunfante, cual Cid campeador luchando en una de esas batallas locas que se hacían antes con los musulmanes. Tienes 29, juegas entre la línea del protoadulto y el uberchavea. Sabes de qué va todo eso de lo que hablan, de ‘las moderneces’ y nada se te resiste en el smartphone, pero amigo, un dia llega y tienes 30. Todo está más lento, incluso tu. El flow y el funk ya no se siente como antes y tu plan de viernes noche es ‘Netflix y mantita’. Incluso eso de salir los jueves te suena a bailar con el diablo a la luz de la luna y ahora solo sales los sábados, porque el trabajo que tienes – si es que lo tienes- te agota tanto que salir un viernes te apetece menos que la segunda parte de El Señor de los Anillos.

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Has pasado de ser Peter Parker a ser la Tía May. Las noches de juerga y lucha contra el Doctor Octopus han pasado a ser un mero recuerdo lejano, como lo que pasó con Tuenti, Hi 5 – si desconoces el nombre de esta última, solo decirte que tú sobreviviste al holocausto- o los bocadillos de cochinillo con mojo picón.

Ahora las canciones de Iván Ferreiro tiene un sentido más allá de la ruptura mensual con esa persona especial que has conocido durante esta semana. Sé que suena incongruente en cuanto a fechas, pero eh, estás entre la franja de edad de los 20 a los 29, cada día es una nueva aventura. Tu te comes el puto mundo, puto crack.

Al llegar a los 30 piensas que tu vida iba a ser como una canción de folk country, algo rollo ‘me gusta la carretera y la surco con mi Camaro del 62 por la Ruta 66’ pero cada día se parece más a ir en un Seat Ibiza del 95, mientras escuchas a Ismael Serrano por la N-IV. Pero tranquilo joven adulto, esto no es culpa tuya. La culpa es de la sociedad, que te hizo pensar que con estudios y una sonrisa, podrías ganarte el mundo, crack. Que eres un crack.

La masa social, ese ente sin cuerpo ni cara que tu familia y amigos ejemplifican a la perfección, te va empujando cada vez más al precipicio de lo socialmente aceptado. Muchas horas de terapia y capítulos de ‘Las chicas Gilmore’ serán necesarios para sacarte de ese agujero nefasto en el que te han metido ellos, porque que no se nos olvide que la culpa es de Los Otros – no, la película de Amenábar no, aunque a veces sí- aquellos que se empeñan en que seguir el ‘american way of life’ es válido para todos. Porque, joder, esto es España, cuna de la democracia, país ‘requeteliberal’, campeona del mundo de fútbol y muchas más de otros deportes menores que no le interesan a nadie.

Por ello, tras años de pasarlo mal, de poner mi cuerpo al servicio de la ciencia, he conseguido desarrollar los 5 puntos que harán comprender mejor por qué ‘los nuevos 30’ están lejos de ‘los 30 de siempre’ establecidos por tu cuñao. Puntos que conseguirán sacar tu mejor kung-fu y harán que la llegada a los 30 sea como espera del nuevo disco de Joaquín Sabina para ‘los sabineros’ – os juro que se hacen llamar así- por ello, tomad papel y bolígrafo y empezad a tomar buena nota, ya que estamos ante:

Cinco puntos para afrontar la adultez al estilo cinematográfico

1- Mi vida no está dentro del canon o Un día de Furia

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Como Michael Douglas – antes de contraer cáncer de garganta por castigo a regalar tanto sexo oral a su mujer – nos demostró en la película de Oliver Stone, un mal día lo puede tener cualquiera y puede llegar a romper esos pequeños mimbres que impone el establishment más jodido: casa, perro y trabajo.
A menos que tengas una recortada -que es una escopeta que hace ‘pum’ muy fuerte- y te líes a darlo todo como el bueno de Michael, el tripartito de vida perfecta ya no existe. Ni nos hemos hecho viejos al llegar a los 30 ni la vida es menos mala por no tener un perro fijo o un trabajo de raza. El nuevo modelo social, y los tiempos para cumplirlos, han cambiado incluso más rápido que la sociedad.

2- Voy a emprender mi negocio o 1997: Rescate en Nueva York

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Snake Plissken. El protohombre; aquel que no se doblegó ante Lee Van Cleef, decidió jugar su papel de antihéroe y rescatar al presidente de los USA de los insurgentes. Pero Snake – el que consiguió ser Leiva de Pereza antes que Leiva de Pereza – pese a los pasos dubitativos y las hostias bien dadas, no se rindió en su cruzada y salió victorioso al estilo Plissken, eso sí.
El trabajo fijo y estable, de señor grís de las praderas, se ha convertido en una especie de unicornio. Afrontar que existen otros caminos, la mayoría por explorar, es otro modelo de alcanzar la madurez y la autosatisfacción más allá del discurso del ‘cuñao emprendedor’ de ser tu propio jefe, ya que establece un nuevo camino lejano al trabajo de oficina de 8 horas. Otra manera de afrontar cómo pagar facturas y poder usar la frase ‘soy autónomo, necesito 25 horas al día’ sin que suene pretenciosa.

3- Ser mujer hoy o Death Proof

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Las chicas son guerreras’, a parte de ser la canción más mal usada de la movida – a nosotros nos gusta más reivindicar a Vulpess y su ‘Me gusta ser una zorra’- puede ser el resumen más simple de la película de Tarantino que demostró que lo de ‘mujer al volante, peligro constante’ es cosa del pasado más rancio y con color sepia.
Iba a meterme de lleno en el barro, a involucrarme con la lucha del Vagina Power, pero tengo mucho miedo a decir algo fuera de lugar y que sea malinterpretado hasta la misoginia más cruda, pero la vida no está hecha para los cobardes.
Si de por sí ‘la cosa está malita’, únele el hecho de nacer mujer y llegar a los 30 sin la seguridad de un contrato fijo – gracias reformas laborales que tanto bien has hecho- que te has ganado durante los tres últimos años y con otros contratos de becaria, o parecidos. En tu caso desde que naces es una carrera constante contrarreloj, por llegar a la hora y al momento adecuado, porque el peso social se magnifica en tí y acabas como el Conejo de Alicia, con esa sensación de llegar siempre tarde. Si has logrado crear tu propio escudo de adamantium, alcanzado la edad fatídica con éxito, o con la fuerza suficiente como para que todo te importe una mierda, solo darte las gracias. Poco podrán enseñarte ya, es más, es hora de que tu le enseñes los caminos de la fuerza a todo el mundo, porque tu historia sí que merece la pena.

4-Estamos embarazados o Cariño, he encogido a los niños

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Rick Moranis, el eterno secundario del cine de los 80, dejó el star system para dedicarse a sus hijos tras el fallecimiento de su mujer. Es lo que menos podía hacer tras encoger y agrandar a sus hijos. Con su lucha nos enseñó que ser padre con el sueldo de un científico que trabaja desde casa, es complicado y muy estresante.
La vida sigue su cauce y como toda evolución natural del ser humano, la solución es seguir acaparando y creando cosas. ‘¿Para cuándo vosotros?’ o ‘Se te va a pasar el arroz’ son doctrinas fascistas que van más allá de las tías del pueblo y llegan al lado más moderno de la ciudad.
Porque todos habremos escuchado lo de ‘Yo a tu edad ya tenía tres hijos’ existen dos respuestas factibles:

– Usted a mi edad tendría tres hijos y más problemas que Jay Z.
– Mire usted, que le arregle este iPhone uno de sus tres hijos.

La escuela de Frankfurt defendía muchas cosas, pero nunca se les oyó decir nada acerca de la necesidad social de tener hijos cuando aún no se han copado otros estratos.
En el Nuevo Régimen, la decisión de tener hijos está vinculada a otros aspectos que poco o nada tienen que ver con la fertilidad o sentir la llamada, pero no dejemos de creer y de luchar. Los perros también hacen muy buena compañía.

5- El día de la boda o Blanco Humano

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Jean Claude Van Damme lo petó en un momento de la vida. Todos recordaremos sus mullidas greñas que intentaban huir de un juego diabólico de gente rica cuyo hobby era la caza de seres humanos porque se ve que África y los rinocerontes se les había quedado pequeño.
Las bodas de amigos, conocidos o de compromisos, se convierten en el momento en que todos todos queremos huir como JCVD -o eso o liarnos a patadas voladoras a cámara lenta mientras la orquesta Sensaciones toca una canción de Antonio Orozco- y el lugar perfecto para que todos nuestros miedos se hagan realidad.

Esquivar frases apócrifas como si fueran estrellas ninja será el ejercicio que más hagamos, por suerte, nuestros años de buena vida y comercio, aquellos en los que éramos reyes del mundo y nuestro pelo brillaba como ungido por un óleo místico, habría que pensar qué haría el bueno de Jean Claude en este caso. Pasar de todos y seguir adelante porque sus clichés sociales están tan pasados de moda como bailar ‘El Venao’. Seguro que eso sería lo que haría nuestro belga favorito junto con bailar muy sensualmente.

Mientras todo esto pasa, mientras las frases hechas siguen azotando el casco de mi embarcación hacia la madurez excelsa, palabras que en el fondo, se perderán como lágrimas en la lluvia, hasta que agotemos a la siguiente generación con nuestros propios miedos, pero acortando la edad límite con diez años menos al grito de ‘los 30 son los nuevos 20’.


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