Destino terrible. De la ninfa Eurídice a la playmate Anna Nicole Smith

Introducción. Por David Rodríguez, @davidjguru

Basta ya de violencia contra las mujeres. Que se terminen cuanto antes estas escalofriantes cifras: psicópatas, dejad a las mujeres en paz. Seguimos las noticias día tras día y no podíamos dejar pasar la oportunidad de manifestar nuestra posición al respecto. Si aquel hombrecillo calvo y con perilla tenía razón al decir aquello de “La mejor política es la política de principios”, entonces desde CIBASS queremos expresar de la manera más explícitamente posible nuestra repulsa a esta situación y por supuesto a la terrible tradición histórica que ubica a la mujer en una posición de humillación con respecto al hombre. Cultura, Religión, Historia y Leyendas, todas unidas por la misma intencionalidad: que Boudica no vuelva a levantarse de su tumba.

No es necesario una negación de la violencia  en general, ni tampoco el rechazo de la violencia ejercida contra el hombre: son excusas ridículas para evitar posicionarse en una situación concreta y no mostrar ese machismo que es capaz de expresarse de mil maneras creativas y cínicas: hay que posicionarse de manera clara y específica. Hay que centrar la cuestión.  Y aquí estamos los y las de CIBASS con los brazos en jarra diciendo esto. Firmo yo esta introducción,  pero me acompañan todos aquellos que participan en esta aventura.

A partir de ahí, de nuestra necesidad orgánica de mostrar alguna señal de que los problemas que nos rodean no nos son indiferentes, quedaba por pulir nuestra forma de acercarnos al asunto. Tratándose de un blog/website (yo ya no sé como definir esto) dedicado a la cultura pop, podíamos hacerlo desde algunos de los campos que tocamos habitualmente, pero como somos algo zoquetes hemos pedido ayuda. Y gran ayuda.

Aparece una “revolucionaria rusa de principios de siglo” para desbrozar la preeminencia de la relación “Mujer y Muerte” tan presente en la Ópera. En cuanto a eso, la “alta cultura” no está tan lejos de la “baja“.

Cambiemos la cultura, modifiquemos los relatos. Construyamos otros modelos. Dejemos de trabajar para el enemigo.

 

Destino terrible. De la ninfa Eurídice a la playmate Anna Nicole Smith

Por Aleksandra Koellontái

¿Ópera y Cultura Pop? no es una relación fácil, pero algún ejemplo existe: Sin ir más lejos el 24 de noviembre del año pasado se estrenaba en La Monnaie, Bruselas, Shell Shock. A réquiem, una ópera compuesta por Nicholas Lens y Nick Cave y coreografiada por Sidi Larbi Cherkaoui, como conmemoración de los cien años que han transcurrido desde el estallido de la Primera Guerra Mundial. En doce poemas o cantos, Lens y Cave evocaron el sentir de soldados, madres, huérfanos y prisioneros en memoria del primer estallido de muerte del Siglo XX que dejó en su haber más de cuatro millones de muertos.

Esta pequeña anotación del pasado nos sirve como introducción para repasar la unión entre muerte y ópera desde sus orígenes en la tragedia griega, hasta hoy día. Un obligado nexo, que afecta a sus principales protagonistas: las mujeres. Pues son ellas, campesinas, diosas, reinas, cortesanas, hechiceras, las que encuentran su fin entre inspiradoras melodías, después de haber sido puestas en duda (como en el caso de Desdémona en Otelo, asesinada por su marido al ser considerada infiel), y muchas veces y a pesar de esas dudas, evitando con su triste fin el de sus amados (como en el caso de Leonora, que ofrece su vida para salvar la de Manrico, en ll Trovatore). Ellos, como dice la canción: Con derecho a juzgarlas, pero sin el deber de salvarlas.

A lo largo de las distintas épocas por las que pasa la ópera, evoluciona el estilo de vida de estas mujeres; del mismo modo lo hace su muerte. Encontramos desde las víctimas inocentes de amor romántico, como Euridice, a mujeres que renuncian de motu proprio a vivir para estar junto a sus amados (Aida, quese esconde en la bóveda en la que ha sido condenado Radamés, para morir con él). O aquellas muertes por enfermedad tras una vida llena de sufrimiento (Violetta, de La Traviata o Mimí, de La Bohème). Y quienes encuentran en el filo de la guadaña una liberación del mundo que las oprime (Carmen o Thäis). A veces les cuesta la vida el hecho de que se les suponga causantes de la perdición de los hombres, como Salomé, convertida en víctima y verdugo (será asesinada tras besar la cabeza cortada de Juan Bautista).

Algunas encuentran su desgracia a manos de otras mujeres, convirtiéndose una en heroína, otra en villana, como es el caso de La Calisto y la diosa Juno o el caso de Adriana Lecouvreur, envenenada con unas violetas enviadas por la princesa de Bouillon. O incluso llegan tristemente a perder su vida a manos de ellas mismas, como es el caso de Madame Butterfly, una japonesa que se suicida cuando su amado, un soldado estadounidense, regresa a Japón acompañado por su nueva esposa. Canta su última aria, la emotiva Tú! Tú! para despedirse del hijo que tuvo de ese soldado y ejecutar el hara-kiri.

Cerramos esta lista, en pleno siglo XXI, con Anna Nicole Smith, una famosa playmate que murió por sobredosis de droga dejando una herencia de 80 millones de dólares a su hija (cuya paternidad se disputaron cinco hombres) y cuya vida y muerte fueron objeto de una ópera, estrenada en 2011 en la Royal Opera House de Londres.

“Nada es tan Verdadero como la Vida y el amor de los hombres“, le dijo Atanael a nuestra desdichada Thäis justo antes de morir. Yo diría que nada es tan Verdadero como la Vida y la muerte de estas mujeres, condenadas a tan trágicos destinos.