Cinco visiones a las que me enfrenté mientras dejaba de fumar

Por David Rodríguez, @davidjguru

 

Llamados por no sé que extraño motivo social nos tiramos de lleno a eso de fumar. Una calada al cigarro, una continuidad, el triunvirato que formaron ocio, copas y cigarro y en unos años así estamos: hechos unos zorros, con el pecho muy castigado y con menos fondo que una lata de anchoas. Maldita sea ¿Cómo pudimos meternos en esta mierda?

Ahora mientras te planteas salir te encuentras con supuestas soluciones encaminadas a atenuar tu nivel de responsabilidad pasándote a un plano mucho más pasivo en cuanto a decisiones: que si chicles de nicotina, que si parches, que si acupuntura, que si hipnosis y nosecuantas maneras disponibles para sacar la responsabilidad fuera en cuanto los resultados no den los frutos esperados: dejar de fumar como un cosaco en la carga de Volodarka. Déjame decirte algo y no te preocupes que no te pasaré factura cuando hayas alcanzado el Satori, así entre tú y yo: fuimos una especie de suicidas cobardes decididos a emprender un camino directo al otro barrio pero tranquilamente. Dispuesto a la eutanasia, pero español. Cómodamente. Y ahora que empezamos a sentir claramente unos síntomas cada vez más avanzados pretendemos dejarlo, alejarnos, abandonar nuestra adicción y espantar el espejismo de muerte dolorosa que hay en cada cigarrillo.
Pues bienvenido (o bienvenida) a tus montañas de la locura. ¿Creías que era fácil? ¿Qué podrías dejar de fumar evitando el dolor? no, ni es fácil, ni evitarás el dolor. De hecho creo que en realidad el delirio del profesor Walkins en su metafísica travesía por el mar de los Sargazos era provocado por el síndrome de abstinencia de la nicotina. Tal vez la brillante Doris Lessing se basase en la experiencia de dejar de fumar para crear aquella obra sobre la locura y la alucinación. En cualquier caso aquí podrás encontrar las instrucciones para tu particular descenso al infierno. De nada.

Has practicado el envenenamiento contigo mismo y de repente te has arrepentido. Está bien. Coge tu hatillo y prepárate a caminar hasta dejar la civilización atrás para aislarte debidamente y prepararte para las transformaciones que vas a sufrir. Adéntrate en esa habitación solitaria que es tu adicción y prepárate para abrazar la oscuridad estigia. Lo de Richard Harris en “Un hombre llamado caballo” se va a quedar corto. Mira de frente al dolor.

¿O es que creías acaso que vivirías para siempre, mota de polvo?

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1-“Cuando quiera lo dejo”

Primer nivel de descenso. La primera mentira fundamental, la justificación constante para fingir que nos hicimos fumadores por una adulta decisión, por algo lógico, por una cuestión cinematográfica. Y una mierda. Tu consciente acaba de descubrir que esa pequeña vocecilla interna que llevaba emitiendo señales al respecto desde hacía años (y tú sin querer abrir un proceso negociador con ella) tenía razón: eres solo un puto adicto de mierda y ha llegado el momento de mirar de frente al dolor, al más puro estilo de las viejas creencias budistas, identificando su existencia, aceptando su presencia y abrazándolo como compañero temporal.

Tú mismo te metiste en esta mierda y tú solo tendrás que salir. No hay nada más, y cualquier idea que se te ocurra atentará contra el objetivo principal del asunto. No hay posibilidades de acuerdo, no puedes sentarte a negociar contigo mismo porque siempre perderás.

¿Recuerdas la letanía Bene Gesserit contra el miedo? pues memorizala bien porque se convertirá en tu salvoconducto mental cuando te adentres en el interior de ti mismo.
No conoceré el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es el pequeño mal que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mi y a través de mi. Y cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allí por donde mi miedo haya pasado ya no quedará nada, sólo estaré yo.

Repetir en voz alta unas tres mil veces al día.

2-Puedes tener más ganas de fumar que de follar

Para ser un buen mamerto de manual, a mis gónadas no le han ido mal en este devenir que es la vida. Paso por ser una especie de Chewbacca algo leído con tendencia a pasar horas delante del portátil y un gustillo especial por hacer que se respete el turno de palabra. Y vuelvo a aclarar que nunca me fue demasiado mal. Mi vida social siempre fue fluida y el cine genito-documental me dotó de buenas ideas e inspiración, pero ahora ¿qué queda? maldita sea, se supone que las ganas de sexo son un bien supremo, la forma más atávica de desligarse de nuestra personalidad artificialmente construida y programada, lanzar nuestro animal totémico a la caza y captura de una atractiva presa…ego y superego luchando por controlar y escapar al control, Apolo y Dionisos…en fin, que me pierdo, que follar era importante (lo más importante) pero no. Ahora FUMAR es lo más importante. Pones una serie (maldito True Detective) y los protagonistas fuman. Vas al cine y todo el elenco fuma (maldito Niño 44). Vas por la calle y solo ves gente fumando (y resultan bastante vulgares por cierto).

Sueño con un cigarro, tengo fantasías con el humo saliendo por mi nariz, con ese amargo, extraño y (en realidad) asqueroso sabor corriendo por mi garganta…saber que mis arterias se vuelven más rígidas a cada inspiración…argh…ya vuelven otra vez las ganas…¿sexo? ¿quien quiere sexo? ¿a quién le puede interesar una bonita cara y un exuberante cuerpo desnudo teniendo a mano un Marlboro? ¿qué noche de pasión ni que hostias? yo lo que quiero es encender un cigarrillo y terminarlo en dos caladas profundas, largas, intoxicadoras y mortales, con suficiente fuerza como para que los globos oculares se me escondan más.
Fumar. Fumar Fumar.

3-Tu dignidad no se termina cuando te ves reptando por el suelo

Estás atravesando la mediana del ciclo de respuesta adictiva. Estás en mitad del síndrome de abstinencia, hermano. Y cruzando el mono físico. Es eso. ¿Te oyes hablarte a ti mismo? vaya, que contrariedad. Durante años negándote a escuchar a esa vocecilla y ahora de repente solo necesitas que te de una respuesta. Una sola. Llegar a un acuerdo…¿un puro es “fumar”? bueno, a lo mejor sí es fumar, pero no es fumar-fumar…mierda ¿Por qué nadie me contesta? ¿No hay nadie al otro lado? ¿Quien me da la réplica? ¿Estoy solo? ¡Necesito alcanzar un acuerdo! ¿Y si la idea de dejar de fumar es en sí demasiado agresiva? tal vez bastaría con reducir el consumo. O bajar el nivel a unos cuantos cigarros al mes. O a la semana. O al día. Oh no, eso sería seguir como estábamos.

Y en mitad de todo eso comienzan los dolores, las irritaciones y las molestias. La garganta se resiente “¿Te castigué continuamente durante tantos años y ahora que te libero te quejas?”…¿oyes ese tam-tam que cambia de ritmo aleatoriamente? es tu frecuencia cardiaca que va loca y suelta, cambiando la cadencia a su aire y proporcionándote amables acercamientos a la ansiedad, la angustia y otras cuestiones de tensión nerviosa. Es básicamente tu organismo, que se se está retorciendo de dolor y de necesidad.

Duelen las articulaciones. Respiras raro. Te duele la cabeza. Palpitaciones. Sudas sin parar. Las correas con las que te han atado a la cama empiezan a hacerte daño.
¿Entiendes ahora porque se requiere tanto valor para dejar de fumar?

Aunque te sientas el último reptil, en realidad sigues siendo un homínido. Sigue aguantando. No negocies.

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4-Cualquier amigo es un traidor

La amistad, bien supremo para ti, empieza a saltar por los aires. Todos son traidores, todos. Hasta que empezaste con esto eran hermanos y hermanas, camaradas, compañeros, lobos de la misma manada sin riesgo a que quisieran desafiar tu posición. Pero desde entonces todos empiezan a tener deslealtad en la mirada. Fíjate, obsérvalos. Todos conspiran contra ti, todos quieren eliminarte. Se reúnen en comandita cuando no estás para pensar nuevas maneras de sacarte del mapa y de aprovecharse de tus recursos. En realidad te odian. Mira como fuman. Y fuman. Y vuelven a fumar, expulsando el humo sin consideración ninguna hacia ti, que ya has llegado a arañar los reposabrazos de la silla en la que estás sentado. Quieren tentarte, quieren verte caer. Sí, podría ser eso. Quisieran verte fallar, renunciar a tu objetivo para considerarte un hombre blandengue y además para poder contrarrestar su mediocridad observando con delectación de artista tu absoluto fracaso. Maldito sean. No son de fiar. Mira como se ríen entre ellos…parecen tan felices…tan integrados…tan amigos todos…a pesar de que hasta hace poco se despellejaban mutuamente…que curioso…¿Se habrán unido para luchar contra mi?

Deberían ser castigados por sedición. Por supuesto que sí. Son claramente culpables. Todos tienen cara de culpables…todos tienen actitud de culpables…-¿Otra cerveza? +Eh…sí (y sonrío)…culpables. Deportados al gulag. Ellos, sus parejas, sus padres, sus vecinos, sus compañeros de trabajo. Por decir “no”, por no decir “sí”, por no decir nada, por decir lo que sea. Querían desembarazarse de mi pero yo he descubierto su conjura con la suficiente antelación. Los desenmascararé y los expondré a la opinión pública…

5-Esas alucinaciones tienen sentido

Soñé que caminaba con piernas de cabra, y que tenía un ojo central sobre los dos ojos físicos. Entonces entré en una habitación cerrada, sin ventanas.

Me arrodillé en las postura del zazen y comenzaron a entrar ratas en la estancia. No había puertas ni ventanas, no entraban por rendijas ni grietas.

Simplemente entraban a través de las paredes. Se materializaban al cruzar. Se hacían presentes. Me rodearon. Empezaron a atacarme.

Yo me retuve en la posición, me concentré en mi interior. Me ausenté de las sensaciones externas. Volví a mi propio río.
Pero era difícil. Las ratas me mordían por todo el cuerpo, trepaban por mi espalda, me dolía. Arañaban.

No querían devorarme, querían destruirme, hacerme sufrir: eso lo comprendí rápidamente. Atacaban mis genitales en un gran esfuerzo por someterme a una castración hiriente, mordían con agresividad mis dedos…
Iba a desmayarme de dolor, pero conseguía no gritar, no abrir la boca. Era una batalla interna, una asunción de mi dolor integral.

Deshicieron mi cuerpo, arrancaron mi envoltorio terrenal. Pero yo existía. En realidad me habían liberado. Ahora era pura energía.

Entonces apareció mi bisabuelo, aquel que vivió ciento quince años. Aparecía frente a mi como un titán galáctico. Me miraba. Venía de la mano de una dama altiva y arrogante. Él se presentó como adorador de la muerte para la que había conquistado mundos enteros. Ella me miraba con desprecio.

Y me habló: “Sólo las ratas y los hombres son capaces de devorar a su prójimo”…

Iba a enloquecer, lo había entendido al instante. Yo también quise vivir al menos 115 años y cambiar de fase después. Pero aquello no bastó. Ahora aparecían miles de murciélagos que empezaron a introducirse por mi garganta. Mi voz se apagó. No podía hablar, me estaban asfixiando. Me vi derrotado, humillado y al borde del abismo. Entre acantilados. Fuego, mucho fuego.

Llegó mi bisabuela que vivió ciento veinticuatro años. Era tal y como la recordaba, nariz aguileña y grande, ceño fruncido, envuelta siempre en una toga negra de lana. Sus manos largas, huesudas y sus venas intentando salirse de una piel podrida.

Pude ver en su mano izquierda las míticas gemas del infinito, el color verde de la gema de la realidad me atraía como un imán.

Estaba montada sobre un león de piedra, de patas de tronco de árbol con raíces que se extendían en la tierra. Tenía once cabezas y en cada una anidaban seis nidos de doce cuervos negros con picos de plata y ojos de verdadero terror. Ella dijo “la única forma que tendrás de ser inmortal es trascenderte a ti mismo y vivir en los otros”.

Inmediatamente empecé a vomitar y a defecar. Sin parar. Todo se mezclaba a mis pies y formaba una masa pútrida y amarga en la que me iba hundiendo. Sobre mi caían documentos, teléfonos sonando, personas enfadadas, reproches, gritos, presiones, prisas.

Se me rompió el pecho. Salían mis órganos. Podía verlo todo. Empecé a gritar. Cada vez más fuerte, a cada segundo más claro. Sufría. Vi el horror. Era el momento de morir, pero no llegaba nunca y yo ya lo deseaba.

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Si tienes en cuenta que has pasado años envenenando todos tus sistemas vitales y que principalmente te has dedicado a la destrucción progresiva de tu propio sistema respiratorio, puede tener todo el sentido del mundo que esas alucinaciones tengan sentido científico. Quiero decir que no se te aparecerá la virgen en ninguna de sus versiones disponibles en el mercado, así como tampoco es seguro que alguien haya echado LSD-25 en tu Cola-Cao (aunque tengas efectos parecidos). Tu sistema está poco a poco está ingresando más oxígeno de lo que estabas acostumbrado y el oxígeno, entre otras cosas, también coloca un poco. Por eso vas así como flotando y percibiendo el espacio-tiempo de manera diferente.

En la zona negativa de esto, también las pesadillas tienen sentido. Te has arrancado del cuerpo una serie de sustancias y tienes que pagarlo todavía un poco más. Aprovecha las experiencias. Anota las alucinaciones. Describe tus pesadillas. Anota tus deposiciones. Al fin y al cabo cuando esta travesía del desierto haya terminado (si es que termina alguna vez) serán las historias más extrañas e interesantes que hayas registrado.

Y enhorabuena, estás cerca de alcanzar el final. Suerte.


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