I feel good, la vida de cine de James Brown

Por Scott Burton

 

“Les enseñé todo lo que saben, pero no todo lo que sé”
-James Brown

 

“James Brown fue mi mayor inspiración, cuando lo veía en movimiento me hipnotizaba“, estas palabras dedicaba Michael Jackson a James Brown durante el funeral del segundo y es que hay ídolos y luego están los ídolos de nuestros ídolos. James Brown pertenece a la segunda categoría, a la de los más grandes. Mr. Brown representa el sueño americano amplificado, nacido en una chabola de Carolina del sur en los años treinta, abandonado por su madre y criado por un padre maltratador alternando todo tipo de trabajos de mala muerte para acabar siendo criado por su tía en una tasca / prostíbulo, pero el pequeño James nunca perdió la sonrisa, tengan en cuenta que tampoco conoció otra cosa. Antes de cumplir los veinte años ya había sido detenido varias veces por robo a mano armada, afición que le llevó a la cárcel y la cárcel le salvó la vida, como a Malcolm-X.

Tras ser excarcelado y metido en un reformatorio, James fue acogido por la familia de Bobby Byrd, el cantante que le lanzó al estrellato y que estuvo -casi- toda su carrera a su lado. El resto es historia: Brown desarrollaría el funk que desembocaría en afrobeat, música disco o hip hop, sirviendo de base al rap como estilo musical e influenciando a artistas de todo el mundo y de casi todos los estilos, empezando por Michael Jackson y siguiendo por una lista eterna.

 

El padrino del soul tuvo 16 números uno en el Billboard, además de ser el artista que más canciones ha encajado en esa lista, honrado con el salón de la fama del Rock and Roll, el salón de la fama de los compositores así como considerado el artista número uno del R&b y puntuado el número siete por la revista Rolling Stone en la lista de los mejores artistas de todos los tiempos.

Hace un par de años, cuando me enteré de la noticia de la filmación de la biografía de James Brown me entró una especie de escalofrío mezclado con ilusión, una sensación dual debido a la responsabilidad que eso significaba. Aproximarse a una figura tan inmensa para la historia de la música y el espectáculo es bastante complicado, por una parte hay que saber narrar su grandeza, ponerlo en el sitio que se merece en la historia reflejando su maravilloso talento y por otra parte la película tenía que estar a la altura cinematográficamente. Miedo da pensar que con el biopic de un artista de la talla de Brown se hiciera un producto de calidad ínfima como vimos con jOBS, la película sobre el fundador de Apple que protagonizó Ashton Kutcher y dirigió Joshua Michael Stern en 2013 y que convertía a uno de los mayores talentos históricos de la tecnología y el marketing en alguien sin magnetismo y con -casi- nada que decir.

Tate Taylor saltó a la fama como director con Criadas y señoras, un drama sureño que obtuvo grandes críticas y que le hacía viable para dirigir la biografía de un artista criado en ese contexto, parecía que Taylor sabía moverse en ese ambiente rural de una América tan dura y compleja como básica, viendo I feel good estamos de acuerdo. Taylor sabe como mover la cámara y donde colocarla con cierta habilidad, no es que las escenas musicales de Brown estén rodadas con la soltura de las de Whiplash pero son buenas y el uso que hace del flashback es óptimo en algunos momentos, en otro te saca de la película. Aun así no nos engañemos, el gran acierto de I feel good (Get on up en el título original) es la elección de Chadwick Boseman como protagonista, actor que nos recuerda por razones obvias al Ray Charles interpretado por un sublime Jamie Foxx en 2004. Boseman pronuncia, gesticula y logra esa pose arrogante y chulesca del artista de modo natural, sin parecer una caricatura y entona del mismo modo que lo hacía el genio del funk, encontrándonos ante una película aceptable con una actuación sobresaliente.

Una vida de excesos narrada con habilidad y es que Taylor sabe expresar el desmesurado ego (salpicado con cierto corazón) del padrino del soul y su curioso sentido de la justicia, pasando de vez en cuando a primera persona para que empaticemos con la soledad del artista. El film va al ritmo que marca su música, desacompasandose de vez en cuando con sus flashbacks pero con la inestimable ayuda de Dan Aykroid (Bren Bart) como inseparable manager y de Nelsan Ellis como Boby Byrd o Craig Robinson como el legendario Maceo Parker, los cuales ayudan a suplir las pocas carencias del filme. Una cinta que avanza a trompicones pero que es capaz de aproximarnos a la figura del hombre más trabajador del show business, dando la sensación a los fans del músico de que la influencia e impacto de Brown en su propia época fue mucho mayor de la que se nos cuenta (por mucho que se nos narre sus encuentros con el presidente del gobierno y similares) y que sin embargo compensa cada vez que vemos a Chadwick Boseman y su carisma, que es casi como ver a James Brown en persona y en plena forma.

El filme pasa la prueba porque significa un acercamiento decente a aquellos imprudentes e insensatos desconocedores de la música del genio del funk más allá de la utilización de sus canciones para anuncios de la televisión. I feel good es un ejercicio cinematográfico digno pero que quizás sabrá a poco a los fans del artista fallecido en 2006, esperando una obra operística del tamaño de la figura mental que nos hacemos de este artista inmenso nacido en el sur, obra que encontramos en parte, pero no del todo. Una película que se esfuerza pero que no llega a agarrarte y sacudirte emocionalmente como lo hacen las canciones de James Brown y que aun así merece la pena en su intento de perfección no lograda. Una buena película que necesita energía, una buena película con falta de funk.