Mayweather vs. Pacquiao: Crónica del Combate del Siglo

Por José Antonio Parra, @pikislabis

Hay momentos en la vida que creemos que nunca llegarán a suceder debido a su grandiosidad y su importancia objetiva en la historia. La vuelta de Michael Jackson a los escenarios en Londres tras 15 años de retiro sonaba demasiado bien para que acabara siendo real, y no es que no fuera cierta pero acabó por no suceder. Lo mismo ocurrió con la supuesta vuelta de Michael Jordan a la cancha durante un sólo partido el día que cumplió cincuenta años. Sonaba tan bonito, tan maravilloso, que al final la realidad nos da esa bofetada en la cara y nos dice que no, que no vamos a verlo, que ya tuvimos nuestro momento. Algo así es lo que ha sucedido en el mundo del boxeo, con la diferencia de que esto si es una verdad, un hecho real y tangible que acaba de suceder y que responde a las súplicas que hemos realizado durante años. Puede que sólo fuera hype, puede que sólo nos viéramos arrastrados por el gigantismo del mundo del espectáculo del boxeo y el carisma y la arrogancia de Mayweather en contrapunto a la de Pacquiao, pero la verdad innegable es que el combate que hemos esperado durante -demasiado- tiempo acabó materializándose.

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Se hizo esperar, vaya si lo hizo, pero ya se produjo el llamado Combate del Siglo. Con unas cifras millonarias nunca antes alcanzadas, la bolsa que se repartirán ambos púgiles alcanza los 300 millones de dólares (180 para Mayweather y 120 para Pacquiao). Por si fuera poco, el combaté ha movido mil millones de dólares en concepto de entradas, apuestas, merchandising y derechos publicitarios. Se lleva años hablando de este posible evento deportivo que se acaba de materializar y cada detalle está medido para hacer del talento y la personalidad de dos boxeadores antagónicos un negocio redondo.

Es el MGM Grand Arena (Las Vegas, Nevada) el escenario elegido, coliseo clásico en un contexto que huele a boxeo contemporáneo y espectáculo de masas. Con un aforo de casi 17.000 espectadores, las entradas se agotaron en menos de un minuto, y en la reventa ha colocado boletos al precio de 300 mil dólares. Nadie quería perderse un evento social elitista que nos recuerda a la antigua Roma si no fuera porque el pueblo llano apenas puede pisar el estadio.
El despotismo frente a la modestia. El invicto frente al últimamente cuestionado. Mayweather frente a Pacquiao es algo así -salvando las distancias- de un Apollo Creed contra Rocky; la prepotencia, la chulería y el swag del que nunca ha sido derrotado contra la humildad y el esfuerzo del que viene de un país menos cool y popular que Estados Unidos.

Tras la interpretación de los himnos nacionales saltaron los dos púgiles al ring escoltados por todo su equipo. A Pacquiao lo acompañaba el presentador y humorista Jimmy Kimmel y a Mayweather, como de costumbre, con Justin Bieber además del rey de Burger King.

Comenzó el combate y todos nos felicitábamos por que se presumía una velada interesante. Mayweather se hizo con el centro del ring y tomaba la iniciativa. Pero finalizado el primer round todo se volvió un espejismo y sólo el filipino parecía querer el cuerpo a cuerpo, con el americano en las cuerdas, lugar donde ningún otro boxeador se siente tan cómodo como él. Pacquiao lanzaba golpes y Mayweather se limitaba a defenderse, pero sabemos que nadie se defiende mejor que éste. Y ahí están los números para corroborarlo: 148 impactos de Mayweather por 81 de Pacquiao, con un 34% de efectividad frente a un pobre 19% respectivamente.

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No fue hasta los últimos rounds que el americano se mostró un poco más ofensivo, cuando Manny acusaba un poco el cansancio y bajó la guardia. Sin hacer daño en los impactos, pero que sí le permitió dar los golpes necesarios para que los jueces dictaminaran los puntos a su favor. Y aquí fueron contundentes, con unas cartulinas de 118-110, 116-112 y 116-112.
Todos quizás esperábamos algo más de PacMan. No sabemos que es necesario para ganar al invicto Mayweather, pero lo que sí está claro es que lo ofrecido por Manny estuvo muy por debajo de lo que se necesita para acabar con la imbatibilidad del americano, que podrá seguir presumiendo de su apodo The Best Ever a tenor de los números.

A Floyd Mayweather aún le queda un combate más de su contrato con Showtime. De ganar, alcanzaría las ansiadas 49 victorias que igualarían lo conseguido por Rocky Marciano. Es posible que veamos una segunda pelea contra Pacquiao, o quizás Mayweather se haya ya quitado la presión de ofrecer este combate al mundo y vaya a por otro pugilista que le allane el camino hacia esas 49 victorias. Podemos decir que el llamado Combate del Siglo quizás se quedó sólo en el Show del Siglo, donde las dotes de mercadotecnia estuvieron muy por encima de lo ofrecido en el ring, una pena porque más allá del circo mediático y comercial la calidad de los dos púgiles es indiscutible. Ahora Floyd y Manny son un poco más ricos si cabe, han desmontado el ring del MGM, Puff Daddy volvió a su habitación de hotel… y la vida sigue.

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